Salimos por la bocana en una fresca mañana de sábado con viento de Norte, terral en el punto de la costa donde nos hallamos. Por tanto, aguas tranquilas, mar rizado y un viento que nos empuja mar adentro.
Mientras nos aproximamos al punto donde hacer el fondeo, Dani nos va recordando la importancia del uso de la sonda haciendo hincapié en la consideración de saber desde dónde se empieza a medir la profundidad. ¿Desde la línea de flotación o desde el extremo de nuestra quilla? También es importante conocer el tipo de fondo o tenedero ya que el ancla no se agarra igual en un fondo rocoso, arenoso o en praderas de poseidonia (siempre evitarlas, también por seguridad). Una información que siempre ofrecen los portulanos o “Pilot Charts” o en las mismas cartas electrónicas de los plotters.
Una vez en el punto elegido, lo ideal es largar la cadena con el barco proa al viento con la mayor celeridad para no perder, por el efecto del abatimiento del barco motivado por el viento, el punto exacto donde pretendemos que caiga el ancka. Al tiempo de soltar cadena, sea por gravedad, sea por acción del molinete, es conveniente dar unas paladas atrás para que el barco estire la cadena por el fondo evitando así hacer un montoncito de cadena y, sobretodo, para hacer que la/s una/as del ancla aren el fondo hasta su clavado. ¿Cuánta cadena? Según lo aprendido en las escuelas de titulaciones, tres veces la profundidad. Lo cierto es que según las condiciones de viento puede incluso ser más para que el tiro de la cadena trabaje menos vertical y evite levantar el ancla. Para saber cuántos metros hemos largado, nos fijaremos en las marcas rojas de la cadena que están pintadas, generalmente cada 10 m.
Largaremos cadena siempre considerando si al bornear, nos nos iremos contra otros barcos o tierra. Procuraremos no estar demasiado cerca de otras embarcaciones y, por precaución, nunca fondearemos con otro barco fondeado a nuestra popa, evitando así que, en caso de garreo, no nos vayamos contra él.
Esperarnos unos minutos con la mano en la cadena por delante de la roldana nos servirá para percatarnos de que el ancla deja de arar y se ancla definitivamente. En esos momentos es importante tomar una enfilación con alguna característica orográfica de la costa (un saliente, un árbol, una boya,…) que nos ayudará a comprobar que el barco nos garrea o se desplaza. Iremos para nota si consideramos en instalar un orinque o boya de señalización de nuestra ancla mediante un boyarín y un cabo fino que se irá largando al igual que la cadena. Muy recomendable para determinados fondeaderos.
Izando el ancla
No dejaremos que el molinete, al izar el ancla, cargue con todo el peso del barco y la fuerza adicional del viento sobre su casco al recuperar la cadena. Si lo hiciéramos pondríamos en riesgo su motorcillo, forzándolo arriesgándonos a que el fusible del mismo salte por el sobreesfuerzo. Teóricamente no debe pasar… ¡pero pasa! Por tanto, minimizaremos el trabajo del arbotante del molinete dando unas paladas de la hélice avante para rebajar al máximo la tensión del tiro de la cadena.
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