Aunque estamos acostumbrados a navegar en muchos tipos diferentes de barcos, lo que está claro es que cada uno es un mundo. Y “ese mundo”, aunque nos suene, debemos conocerlo con tranquilidad.

Daniel, nuestro Fanautic Club man, nos pone enseguida a prueba acerca de qué debemos mirar en este Jeaneau 40. La verdad es que Dani se toma muy en serio en algo que muchos piensan que es una anécdota que se supera en cinco minutos.

¡Pero no! Saber dónde están los chalecos es tan importante como familiarizarse con el detalle del cuadro eléctrico. ¡No nos olvidemos las gafas aquellos que tengan presbitia ya que los rótulos de los cuadros tienden a ser cada día más diminutos! Sigamos. De cuántas baterías dispone del barco y dónde están, donde están los disyuntores de la electricidad, donde se ubica el magnetotérmico del cable eléctrico que viene de la torreta, qué pinta tiene la sentina, saber si el barco tiene bocina y un eje o tiene una transmisión saildrive, un vistazo al motor… y hacer la prueba del VHF.

Tiene razón Daniel que conocer el barco nos dará seguridad. Por tanto, debemos estar atentos a todos los comentarios ya que cuando devolvamos el barco a su amarre, éste deberá estar en perfecto orden, con lo que deba estar desconectado y con lo que no, o las cosas en su sitio para que nuestros consocios del Club, no tengan problemas en encontrar, por ejemplo, los chalecos o la ventosa levanta-suelos o la palanca de apertura de la boca del gasoil o del agua. Debemos ser ordenados en devolverlo todo a su sitio y desde luego avisar de cualquier incidencia al responsable de Fanautic Club ante cualquier duda de procedimiento.

Importante es respetar el modo de encendido y apagado del motor y saber dónde está ubicada la balsa. No está de más repasar la maniobra un poquito para familiarizarnos antes de plantearnos salir. ¿Zarpar? Un momento. Conocer el barco no sólo significa conocer físicamente como, donde están las cosas o como se acciona determinado servicio.

Conocer el barco significa saber cómo se comporta el barco. Y para que nos habiliten y nos otorguen la necesaria confianza acerca de nuestras competencias, es un acierto haber realizado determinadas maniobras en puerto. Las habituales que conocemos, con nuestros vicios personales incluidos, y otras que sólo hemos visto en su momento en los gráficos de las escuelas de titulaciones náuticas.

¡Pero esto ya es harina de otro costal! Nos vemos pronto para comprobar que “repasar” con un profesional es siempre interesante y divertido si somos capaces de asumir que a veces no siempre lo evidente resulta fácil.

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