Conocer en qué sentido gira la hélice y cómo nos afecta para maniobrar según su ubicación a lo largo del casco es punto obligado para todo aquel que se ponga a los mandos de un barco y su tripulación. Descubriremos que nuestra embarcación tiene un lado favorecido en la maniobra y qué sentido de giro, hacia babor o estribor, es más eficaz y por tanto más seguro.
Lo esencial
Tenemos dos maneras de evaluar el efecto de la hélice. El más obvio consistirá salir del amarre y comprobar cómo evoluciona la embarcación en un espacio lo suficientemente abierto para no meterse en problemas. Otra comprobación más sutil se puede efectuar en el mismo amarre. Con el barco amarrado y con la prevención de apartar posibles guías o cabos de la zona de la hélice, daremos atrás y mantendremos las revoluciones. Echaremos un vistazo a ambos lados de nuestro través y buscaremos en qué lado encontramos el mayor chorro de expulsión. Una vez identificado el costado con mayor turbulencias (por ejemplo, estribor) sabremos que la hélice cuando damos atrás gira hacia el lado contrario (en nuestro ejemplo babor) y que la popa caerá hacia ese lado.
Con este sistema no necesitaremos salir del amarre, ayudando así a la planificación y a la seguridad. Lo que no podemos saber es cuan grande es el efecto ya que el barco esta en sus amarras. Sin embargo podemos obtener una buena estimación si sabemos si es una hélice con eje o en cola: cuánto más a popa este la hélice mayor será la caída de la popa, ya que mayor será su brazo de palanca. Nos interesa especialmente este efecto cuando iniciamos la arrancada atrás pero no así con arrancada avante. A pesar de lo que podemos encontrar en algunas publicaciones el efecto de la hélice cuando doy avante es mínimo además de quedará anulado por la posición del timón.
Muchas veces se nos olvida un punto fundamental: cuando doy avante el chorro de expulsión va directamente hacia la pala del timón, fenómeno que no sucede cuando doy atrás (las hélices se colocan a proa de la pala) además del hecho que las hélices están diseñadas para ir hacia avante y no atrás. Si diéramos atrás a una hélice sin fijar en el eje esta saldría hacia un lado. Sin embargo, al estar fijada al eje, “intenta” llevarse la popa con ella.
Tener este efecto bajo control nos hará la vida inmensamente más fácil. Abarloarse será coser y cantar. Si los elementos son benignos o por lo menos no influyen en nuestra maniobra (viento perpendicular al muelle) y podemos escoger el lado por el que queremos amarrar escogeremos siempre el costado hacia el que cae la popa. Al dar atrás para matar la arrancada una vez paralelo al muelle, la popa se acercara a tierra en lugar de dejarse si hubiera escogido el costado opuesto. Una diferencia enorme para una decisión tan sencilla de tomar.
Lo mismo ocurre cuando debemos dar un giro de 180 grados en un canal o espacio confinado. Especialmente importante es cuando nos movemos en las estrecheces de la zona de amarres, con las coderas bien próximas y amenazantes. En este caso será recomendable efectuar el giro hacia el lado contrario al que cae la popa. Si la popa cae a babor, el giro óptimo será hacia estribor. Y viceversa. Recordemos que en nuestro escenario estimamos que viento y corriente no son significativos para la maniobra. Si, como decimos, mi popa cae a babor pondremos todo el timón hacia estribor y partiendo con inercia avante, alternaremos golpes de gas avante y atrás, intensos y de corta duración, pasando claramente por punto muerto para no castigar la caja inversora. La embarcación girará sin apenas arrancada, desplazándose muy poco del punto donde inicio el giro. El barco pivotará gracias al efecto de la hélice cuando le damos atrás (no permitamos que llegue a tener arrancada atrás) y al agua que golpeará con fuerza la pala del timón cuando doy avante. De hecho podremos sentir en el momento de dar avante como si le dieran una patada a la popa haciéndola girar bruscamente; el pop kick le llaman los ingleses. La maniobra resulta sencilla al poder dejar el timón a una banda y olvidarse de él (no olvidemos que cuando doy atrás no hay agua fluyendo por la pala del timón, y por tanto el timón es inútil). Una maniobra es buena cuando es simple y efectiva, y esta solo necesita que se practique un poco para tomarle el punto. Nos facilitará también las cosas tomar un para de enfilaciones, una por proa o popa y otra por el costado para tener una noción de cuanto nos estamos desplazando del punto donde iniciamos la maniobra.
Lo recomendable
Una de las consecuencias más negativas del efecto de la hélice es que cuando invertimos la arrancada de avante a atrás con timón a la vía el barco no arranca recto atrás sino que se desvía al lado que cae la popa hasta que tiene velocidad de gobierno y somos capaces de enderezar la marcha gracias al timón. Pues bien, la solución a ese problema no puede ser más simple: cuando invirtamos la marcha aseguraros de que la embarcación no esta alineada en mitad del canal sino más bien “torcida” con la proa ligeramente caída hacia el costado que cae la popa. De esta manera, al dar atrás la embarcación se “enderezará” y para cuando tenga gobierno la embarcación estará debidamente alineada en el canal, facilitando tu maniobra.
¡Recuerda!
Intentemos nuestras maniobras de manera suave y sin estridencias y el éxito estará asegurado.
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