Weta Marine es un astillero neozelandés especializado en la construcción de multicascos. Probablemente de su importante portfolio, el Weta (nombre de un insecto autóctono de Nueva Zelanda) sea su producto de mayor proyección internacional. No es un barco estrictamente nuevo (2006), galardonado como Barco del Año en 2010 en su categoría, pero sí que ha ido ganando adeptos de todas las edades y niveles de práctica. Según el astillero más de 1.200 unidades se han vendido en el mundo. El buen ojo de RS Veleros ha hecho que desde hace unas temporadas lo haya incluido también en su extensa gama de modelos de vela ligera.
Una inclusión que obedece a la cada vez mayor atracción por los multicascos, su fácil manejo y a sus espectaculares prestaciones. Pensemos que el Weta 4.4, por ejemplo, es un trimarán reforzado en determinadas zonas con carbono. Esta rigidez estructural y el hecho de que navegue con una escora indudablemente menor que un monocasco hace que la presión del viento transformada en energía se transmita de una manera más inmediata y directa al barco tornándose en velocidad. Si a esta transmisión tan directa de la fuerza del viento transformada en velocidad le sumamos el viento aparente que se produce por el simple hecho del movimiento, resulta que estamos ante una embarcación que con sus escasos 4,40 m de eslora, 3,42 de manga y sus 125 kg de peso total es capaz de superar los 20 nudos de velocidad, siendo la sensación a ras de agua naturalmente superior. En general, estas son características aplicables a todo multicasco, sea catamarán o trimarán, y de ahí su popularidad actual frente a los monocascos.
El Weta nos gusta porque es marcadamente polivalente. Lo pueden navegar un grupo de chiquillos, hasta 4, una pareja de adultos y, por supuesto, en solitario. Aunque hemos visto que pueden navegar hasta una familia tipo de 5 personas, creemos, tras nuestra prueba, que no es el ideal para disfrutarlo aunque, a decir verdad, todo el mundo lo puede disfrutar a su manera. Por otro lado es ideal como atracción familiar para alquilar en las escuelas de vela, especialmente las de playa, ya que Weta Marine provee de unas protecciones antigolpes de carbono para las tres proas y una de goma para las juntas de casco y bañera en popa.
Su polivalencia es tal que hasta la World Sailing (antigua ISAF) ha propuesto que el Weta sea una de las dos embarcaciones para competir en los mundiales y copas de vela adaptada durante el periodo de transición hasta que se reinstaure (¡esperemos que sea así!) la vela como deporte paralímpico a partir de 2024.
Montando el “insecto”
El Weta es muy fácil de montar y en poco más de unos 20 minutos podemos estar listos para navegar. Es interesante tener en cuenta sus dimensiones para el transporte ya que posee la misma manga que la de un monocasco según constatamos en las fotos, muy práctico desde luego para transportar en un remolque convencional o para arrinconarlo, si fuera necesario, en un rincón del garaje.
En nuestro país lo ideal es que tenga un carro de varada, (con el que se entrega) lugar ideal sobre dónde montarlo si es que no tenemos acceso directo a una playa de arena fina. Primero montaremos los dos tubulares de carbono que cada patín posee ya montados en los tinteros existentes, en las bandas del casco principal. Para arbolar montaremos las dos secciones de carbono del palo conificado, que posee una relinga aleteada. Insertaremos la vela por ella hasta el tope, instalaremos el stay con su enrollador al estrobo de proa para el foque e insertaremos igualmente el botalón, también con su enrollador, en la mismísima punta del casco central. No nos olvidemos de los obenques, por cierto muy retrasados hacia popa, que se arraigan en cada uno de los patines.
Luego ya nos dedicamos a la parte más entretenida de montaje de la maniobra que, para una mayor facilidad de montaje y, sobre todo, para una mejor identificación durante la navegación, resulta que está codificada en tres colores. ¡Coser y cantar!
Maniobra fácil, fácil
Cerca del palo disponemos de dos mordazas para fijar, desde las dos bandas, el cunningham. A babor, una mordaza “cangrejo” se ocupa de fijar el enrollador del foque. A estribor, otra mordaza igual hace lo propio con el enrollador del gennaker. Y en los extremos de las dos bandas hay dos mordazas giratorias de “cangrejo” para morder la escota del foque. A popa, por detrás de nuestra posición, se halla la escota de mayor montada en una polea tipo “montecarlo”. Un gancho se sujeta al puño de escota de la mayor (no hay botavara) existiendo tres posiciones para el tipo de viento. La situada más avante es la que debe usarse en caso de viento fuerte y la de más a popa para viento suave.
Un textil de malla une los dos tubulares por banda existiendo una cincha para poder hacer banda con toda seguridad. En la parte de más a popa de los “trampolines” de malla va arraigada una polea que actúa como un winche y es por donde llega el reenvío de la escota del gennaker, que resulta ser un cabo sin fín. Los obenques se sujetan en los patines quedando el cable en la mitad de la zona en donde nos sentaremos haciendo banda.
Al final del casco autovaciante, cuelga de un travesaño y del espejo de popa una pala del sistema de timón muy profunda y excelentemente perfilada. Nos llama la atención una varilla que sirve para bajar la pala y que actúa también como efecto “fusible”, es decir, se levanta en caso de que la pala se tope con los bajos a la hora de llegar a la playa sin que se resienta demasiado la pala y los anclajes en el espejo de popa. La caja de orza alberga una orza de sable fina realizada también en carbono hiperdeslizante que para lo más racing puedan levantar cuando arrecie el viento.
Plano vélico potente con opción a uno menor
Las velas son de alta calidad, marca Gaastra. La mayor de 8,3 m2, ¡suficientes! No posee un rizo. Para los “cañeros” existe una mayor de 6,5 m2, para esos días de rasca que el cuerpo te pide navegar. Ambas poseen sables forzados. No hay botavara, perfecto para la seguridad, por tanto no hay necesidad de contra. El “cunningham” por tanto es fundamental. El gennaker es de 3,2 m2 en Mylar, para el Weta 4.4. Club (pensado para escuelas de vela y alquiler) el material es el Dacron. La supetficie vélica total en ceñida (sí, ¡con gennaker también se puede ceñir!) es de 19,50 m2.
¡A la caña!
El esperado momento. Bajamos la pala y la orza. A la que cazamos las escotas de mayor y foque, aceleramos de inmediato. Nos tomamos unos minutos para ordenar los pocos cabos de la maniobra de cubierta y el cabo “sinfín” del gennaker. Constatamos que la pala trabaja que alucinas. Lo mejor es acostumbrarnos a moverla muy poco ya que enseguida reacciona. Vamos cogiendo confianza… Orzamos y “el insecto” da de sí y se pone a una buena velocidad. Percibimos que estamos sumando el viento que genera el propio barco con su velocidad. Es un gozo. Estamos sentados de momento en la omega del casco central. Poco a poco nos vamos subiendo, haciendo palanca con el pie en el extremo de la borda, a los trampolines hasta llegar al extremo. En ese momento es cuando percibimos que la caña al timón nos queda algo corta. Supongo que es una cuestión de gustos, pero echamos en falta unos dos palmos más de longitud. Ciñe bién. A falta de veleta, el Weta 4.4. ciñe bien creemos que a un 35-40º respecto del viento aparente. Sin duda en este rumbo se siente bien.
Vamos abriendo rumbo quedándonos a un descuartelar, 70º respecto del viento aproximadamente, y nos viene ya la tentación de desplegar el gennaker. Lo hacemos rápidamente usando el cabo“sinfín” (mismo cabo para enrollar y desenrollar) del enrollador. ¡Wuuuuuuuá! Acelera rápido obligándonos a sacar ya la espalda fuera del barco gozando de ver como la roda de la proa corta el agua.
El freno de la polea del reenvío de la escota del gennaker nos alivia la tensión que provoca el gennaker. El barco navega potente. En esta situación navegamos orzando y arribando sin apenas tocar mayor y si jugando con el gennaker y el foque al que no debemos olvidar. La intensidad del viento no es la suficiente como para sacar el trasero por fuera de la barra del trampolín y poner a prueba los abdominales y sujetarnos en la cincha dispuesta para tal fin en la malla.
La experiencia nos va calentando y se nos ocurre levantar un pelín la orza… ¡Y vaya si se nota! ¡Más velocidad! En un “largo” largo nos imaginamos el Weta con más viento. Debe ser la repanocha! Creemos que se debe asemejar bastante a un skiff o similar (tipo 49er o incluso RS Aero 100 o Aero7). Ensimismados en estas cosas llega el momento de virar. Previamente enrollamos el gennaker y procedemos a una virada larga por avante intentando no parar el barco. Y casi lo conseguimos si no fuera por su poco desplazamiento total (125 kg + 80 kg del que escribe) ya que no conserva poca inercia.
Al final de un través rápido lleno de felicidad y de gozo, volvemos a virar por avante en corto. Lo hacemos tan rápido como nuestra agilidad nos permite, lo cual nos sorprende… de lo inmediato y del espacio usado para ello. Prácticamente viramos sobre el mismo eje lo cual nos indica que el timón es superefectivo. Llevar tres velas a la vez uno mismo es la mar de gratificante. Especialmente cuando arrecia un pequeño cambio de intensidad del viento ya que notamos la gran aceleración y el vivísimo ritmo de navegación. Hay que admitirlo: el Weta 4.4. nos ha enganchado.
Y si volcamos, ¿qué?
Francamente resulta muy difícil volcar el Weta 4.4 pero muy fácil adrizarlo o desvolcarlo. Imaginamos que volcar con el Weta es porque se le ha sometido a una navegada radical (o desconocemos el punto de no retorno), cosa que estaríamos dispuestos a hacer ya que nos consta que el Weta es un barco con el que muchos regatistas se desahogan haciendo las mil y una. Pero si pasara, únicamente habrá que hacer tres cosas. Una: no perder la calma. Dos: desenroscar la tapa de uno de los patines y dejar que se llene, y tres: hacer la maniobra habitual en un barco monocasco de vela ligera ya que el patín lleno de agua se sumergirá y permitirá el adrizamiento ayudándonos en el momento de hacer palanca. Una vez adrizado, sólo basta con que nos pongamos en marcha y el agua, por efecto de la velocidad, irá saliendo del patín hasta que decidamos volver a roscar la tapa.
- Diseñador / Constructor Roger & Chris Kitchen
- Año de lanzamiento: 2006
- Material: sándwich de PRFV laminado al vacío
- Eslora: 4,4 m
- Manga: 3,50 m /1,70 m desmontado
- Peso casco: 60 + 2 x 18 kg (patín)
- Peso total: 125 kg
- Peso mínimo recomendado: 60 kg
- Peso máximo recomendado: 225 kg
- Carga máxima legal: 240 kg
+ info
www.rsveleros.com