El próximo mes de marzo la marca catalana Hispano Suiza retornará al Salón del Automóvil de Ginebra. Lo hará con un coche 100% eléctrico con una potencia de 1.000 caballos y una autonomía de 400 kilómetros. Si estas cifras les parecen extraordinarias, sigan leyendo. El precio del coche será de 1.5 millones de euros. Eso supone, más o menos, el mismo esfuerzo económico que tenían que realizar los acaudalados clientes de la marca si querían comprar uno de sus automóviles a principios del siglo XX. Solo se fabricarán 19 unidades y una de ellas no se venderá: quedará en manos de la familia Suqué Mateu, propietaria de la marca.
¿El nombre del modelo? Carmen. Carmen Mateu Quintana, nieta del fundador de la marca y madre de los actuales propietarios, casada en 1957 con Artur Suqué Puig. Esperen, esperen… Suqué Puig fue piloto motonáutico y miembro de la Junta Directiva de la Federación Catalana de Motonáutica. Su primo fue el célebre Alberto Puig Palau, también piloto, a quien Joan Manuel Serrat le dedicó su canción Tío Alberto, a su vez padre de Alberto Tito Puig Gabarró, fundador de la empresa Lanchas Rápidas y Yates, S.A. Laraya, constructora bajo licencia de las Glastron que poblaron el litoral español y europeo durante lustros. Más todavía. Cuando Tito Puig vendió Laraya, tomó una participación en Tur Marine, empresa constructora de las Faeton.
Si ustedes navegan por Internet descubrirán la historia de Hispano Suiza, marca nacida de la unión en Barcelona de un capitán de artillería, valenciano, llamado Emilio de la Cuadra y un ingeniero suizo de nombre Marc Birkigt, allá por 1898, nada más y nada menos que para fabricar coches eléctricos. ¡Qué giros da la historia!
Las cosas no fueron muy bien hasta que Damián Mateu y Francisco Seix, aportaron 500.000 pesetas de la época para fundar La Hispano Suiza Fábrica de Automóviles, S.A. Corría el año 1904 y la intención era fabricar coches convencionales. Bien, de “convencionales” no tenían nada, pues eran en extremo lujosos, pero no usaban un motor eléctrico, sino de combustión interna…
Entre los clientes de la marca estuvieron Alfonso XIII, Ava Gardner o Picasso, y los éxitos deportivos fueron numerosos y el éxito comercial fue inmediato y creciente hasta bien entrada la Segunda República, cuando los coches de lujo no estuvieron bien vistos y la fábrica se colectivizó para fabricar otros asuntos. En esa misma fábrica más tarde se fabricaría la otra marca mítica del automovilismo español: Pegaso.
La compañía también fabricó armamento y motores para la aviación de guerra y aquí, justamente aquí, está la relación con la náutica. El más espectacular de los motores de aviación fue un 12 cilindros en V de 60º que cubicaba la impresionante cifra de 36.050 centímetros cúbicos y, con un compresor ofrecía la nada despreciable cantidad de 1.300 caballos a 2.650 rpm. Naturalmente, pensarán ustedes que semejante motor se montó en un trasatlántico. Pues no. Se montó en una lancha de carreras: la Aurora.
La Aurora fue construida en Francia en 1935 para el suizo Emile Picquerez quien la bautizó así en honor a su esposa argentina. El barco fue construido por Lucien Chauviere un pionero de la aviación, cuya empresa se dedicaba a la fabricación de hélices para la aviación. El bólido era extraordinario, con 8,40 metros de eslora, 2,53 de manga dotado redanes transversales en el casco y una pequeña quilla anti deriva. El propio Marc Birkigt participó en el montaje del motor en el barco, entre cuyas participaciones consta una regata entre Lyon y Cannes, pasando por Marsella.
El barco formaba parte de una serie de embarcaciones de carreras denominadas Rafale. Constan Rafales del I al XI, como mínimo este último también montaba un motor Hispano Suiza de avión, pero dotado de una transmisión de dos hélices contra rotatorias, tal que las actuales DuoProp. De las características de las otras Rafales poco sabemos, pero la época estuvo plagada de desafíos y récords para ellos, hasta que las penurias posteriores a la Segunda Guerra Mundial acabaron con semejantes monstruos del mar y las lanchas, también las de carreras, se tornaron más modestas.
En 1945 el barco pasó a manos del galerista Gérard que le cambió el nombre por Rafale V, seguramente para seguir con la denominación de la serie, y le añadió un alerón posterior para mejorar su estabilidad. Yo vi el barco en una de las Monaco Classic Week a finales del milenio pasado.
La casa de subastas Bonhams dio todos los detalles de su historia y cambios de propietarios a principios de 2018 previo a su subasta en el Grand Palais de París. Precio de salida: 600.000 euros.