SINOPSIS
Que pasa cuando encontramos algo en el mar. Generalmente se piensa que pertenece al que la encuentra sin embargo la cosa no va así, a no ser que se trate de una cosa que no tenga dueño. En cualquier caso, para hacernos propietarios de ella debemos seguir la legislación existente en el Estado al que llevemos la cosa encontrada. Aquí hablaremos de que debemos hacer cuando encontramos una cosa en el mar y la llevamos al territorio español. Desde el año 2014, el procedimiento a seguir en caso de hallazgos está regulado en la Ley de Navegación Maritima.
El hallador debe poner la cosa a disposición de la Armada, institución que abrirá el correspondiente expediente de hallazgo con el objeto de localizar al dueño. En caso de que aparezca, el hallador tendrá derecho a recibir un tercio de su valor y ser resarcidos de todos los gastos del salvamento por el propietario. En caso de que no aparezca el dueño en el periodo de seis meses, se procederá a la valoración de la cosa hallada. En caso de que el valor sea de hasta 3.000 Euros el bien de adjudicará al hallador una vez pagados los gastos del expediente. Cuando el valor sea más, se procederá a su venta en subasta pública, correspondiendo al hallador un tercio de lo obtenido que supere los 3.000 Euros más los gastos en que haya incurrido. El resto irá a parar al tesoro público.
Finalmente, es importante destacar que la normativa española obliga a los puertos a facilitar la entrada de los bienes salvados, pudiendo repercutir al propietario legitimo los gastos en que se haya incurrido.
En cualquier caso, me parece importante recordaos que solamente es posible recibir una compensación cuando se trate de cosa de licito comercio. No quiero que nadie piense que se puede hacer con un tercio del valor de un fardo de droga que encuentre flotando. Si fuera si habría un ingente número de buscadores de “tesoros”
No se aplica esta normativa a los casos extracciones de bienes o barcos naufragados que requieren de una autorización expresa. Es importante destacar que la propiedad de un barco naufragado sigue siendo del dueño.