El pasado mes de septiembre se publicó una nota de prensa según la cual el Salón Náutico de Valencia modificaba las fechas previstas para su celebración en el año 2016 al mes de octubre, en lugar de las que se habían elegido para las tres ediciones anteriores, cuando se había optado por la primavera, claramente dirigido a los clientes que ultiman una compra para disfrutar en el inmediato verano.
El cambio de fechas es una elección muy legítima por parte de cualquier feria o certamen. El Salón Náutico de Barcelona empezó celebrándose en junio (1963) y ha habido convocatorias en septiembre, octubre, noviembre, diciembre, enero y febrero, como mínimo. Por haber que no quede, pues hubo un año con dos salones: la XXVI edición del Salón tuvo lugar entre los día 30 de enero y 7 de febrero de 1988, mientras que el XXVII Salón se desarrolló entre los días 3 y 12 de diciembre del mismo año. Claro que eran unos tiempos en los que la náutica de recreo crecía sin parar. No sucede lo mismo ahora.
En un mercado que no acaba de levantar la cabeza no parece muy apropiado andar haciendo salones, ferias y festivales con el mismo producto –embarcaciones de recreo- ofrecido al mismo público. Pero el asunto tiene un trasfondo que merece la pena ser comentado.
Según fuentes generalmente bien informadas, los nuevos organizadores del Valencia Boat Show sondearon la posibilidad de hacer su certamen no el mismo mes de octubre, cuando se realiza el Salón Náutico de Barcelona, sino en las mismas fechas. Exactamente las mismas. Obviamente, no se puede hacer otra cosa que interpretar que la intención era obligar a elegir a los expositores entre uno u otro. Lo curioso del caso es que algunas de las empresas a las que se hizo esta propuesta la aceptaron. Pero el grupo Bénéteau-Jeanneau, no. Para la multinacional francesa la programación de este tipo de inversiones se prepara con años de antelación de modo que para 2016, y puede que sucesivos, la opción es Barcelona. Pretender montar un salón náutico sin Jeanneau y Bénéteau es como pretender hacer una paella sin arroz, así que el proyecto que podríamos bautizar como divide y vencerás se fue directamente al traste, de momento.
La oferta de los organizadores del certamen valenciano no era mala. Precios extraordinariamente baratos y el compromiso de mantenerlos durante dos años más a todos aquellos que concurriesen a la edición 2016.
Aquí caben varios razonamientos. A igual calidad del producto ofrecido, el comprador opta lógicamente por el más económico. Pero si el producto no es igual –ni parecido- comparar los precios se hace extraordinariamente difícil. Invertir diez euros para conseguir veinte es mejor que invertir dos para conseguir tres. Otra cosa es que no dispongas de los diez euros, sino solo de dos. Y lo fantástico sería invertir dos para lograr cinco…
Pero el concepto de la rentabilidad es muy relativo. Según datos de una reciente encuesta realizada por Adin (Associació d’Indústries, Comerç i Serveis Nàutics) después del Salón Náutico de Barcelona, solo un 22% de los encuestados manifestó que su participación le había resultado “rentable”, pero la inmensa mayoría de los encuestados aseguró que pensaba volver al certamen el año próximo
Cada empresa sabe con lo que cuenta y lo que está dispuesto a gastar o invertir. Porque a veces se gasta y a veces se invierte… Y esto no solo es de aplicación cuando se trata de elegir entre dos certámenes a celebrar en las mismas fechas, sino también entre dos certámenes cualesquiera que sea la fecha de su celebración. Si el presupuesto es amplio se puede ir a muchos, pero si es breve hay que elegir.
Hay empresas que suben y otras que desaparecen. Hay salones náuticos que suben y otros que bajan. Bajaron Génova y París, pero subió Cannes. ¿Recuerdan que hubo un salón náutico en Madrid? ¿No? Pues sí, lo hubo…
Ofreceré algunos datos. Durante el año 2014 se matricularon en Catalunya 3.969 embarcaciones de recreo. En el mismo periodo las matriculaciones en la Comunidad Valenciana fueron 2.499. Tal vez si en lugar de contar embarcaciones contásemos euros facturados la balanza sería otra. Vaya usted a saber.
El Salón Náutico de Barcelona es una cita organizada por Fira de Barcelona, entidad creada en 1932 –vaya, hombre, durante la república- participada desde 2000 por la Generalitat de Catalunya, el ayuntamiento de Barcelona y la Cámara de Comercio de Barcelona. Sus últimos resultados antes de impuestos (EBITDA) fueron de casi 20 millones de euros, sobre un facturado superior a los 152 millones.
A su vez, el Valencia Boat Show está constituido por un comité organizador integrado por representantes de la Fundación Deportiva Municipal de Valencia, representantes de la Unión de Empresas Náuticas (organizadora del encuentro) y representantes del Consorcio Valencia 2007, como entidad gestora de la Marina Real Juan Carlos I.
A continuación me permito efectuar varias preguntas. ¿Cómo puede el Valencia Boat Show ofrecer precios tan asequibles sin perder dinero? ¿Pierde dinero? ¿Está subvencionado? ¿Puede ir otra empresa al puerto de Valencia y disfrutar de las mismas condiciones económicas para sus acciones? ¿Cómo se sabe el número de visitantes a un recinto si la entrada es libre?
No piensen que soy partidista. Puedo hacer preguntas parecidas referidas al otro certamen. ¿Puede el Salón Náutico de Barcelona ofrecer precios más asequibles y seguir ganando dinero? ¿Necesita el Salón Náutico de Barcelona bajar los precios si este año la demanda superó a la oferta? ¿Favorecería al sector ofrecer precios más bajos? ¿Qué motivos llevaron a algunas de las empresas sondeadas por los organizadores del Valencia Boat Show a aceptar emprender la marcha de uno a otro? Y me refiero a empresas importantes, primeras marcas internacionales, nada de mercachifles. ¿O sí? Hay marcas de gran tradición que, de pronto, desaparecen…
Que cada cual piense lo que quiera pero, si además tenemos en cuenta que la cuestión se suscitó después de conocer el resultado de las elecciones autonómicas celebradas en Catalunya el 27 de septiembre, me cuesta poco imaginar que pueden existir motivaciones políticas o de testosterona. Mal asunto si se buscan beneficios económicos.
Salvo en los negocios relacionados con la avicultura, no creo que exista en ningún libro de contabilidad una fila en la que se diga “por huevos” y, a continuación una cantidad anotada en la columna del “debe”…