Covid-19. He aquí la palabra que más titulares ha llenado en los últimos meses. No vale la pena extenderme en los detalles que todos/as sobradamente conocemos hoy. La náutica tampoco se ha librado de sus efectos, aunque, como navegantes que somos, sabemos que toda tormenta precede a la calma. El final del túnel que ya vislumbramos sigue exigiendo precaución, tomar decisiones meditadas pero ágiles y asumir cierta incertidumbre con valentía. Si como sociedad seguimos actuando responsablemente en nuestra parcela de acción, como hemos hecho hasta ahora, todo parece indicar que el temporal apaciguará pronto.
El barco, un refugio de libertad
Todos navegamos en el mismo barco, a diferentes niveles: a nivel de país, a nivel de sector, a nivel de usuario-navegante. Conscientes de que no existe hoy una receta que nos dicte el camino a tomar de aquí en adelante, sí que hay elementos que determinan un futuro esperanzador.
Se llaman ilusión, optimismo, solidaridad, resiliencia, determinación… una actitud positiva y responsable, de suma, que muestra nuestro compromiso con el futuro, que apuesta por el esfuerzo común para luchar contra este largo desafío. No solo vale resistir. Hay que luchar y aportar, “hay que mojarse”… cada cual en su área de actividad, con su esfuerzo, tal vez en su entorno más próximo. En el caso de Hermanos Guasch, hemos decidido aportar nuestro granito de arena desde el minuto uno, donando nuestro material de protección y consiguiendo más para los hospitales más cercanos.
Pero también lo hemos hecho unidos al resto de náuticas de España, trabajando codo con codo, capitaneados por ANEN y mostrando un apoyo mutuo. Y, de manera interna, asegurando la seguridad de nuestro equipo y también garantizando su estabilidad económica en tiempos tan inciertos.
La situación que estamos viviendo es un reto, que encajamos con fuerza, serenidad, profesionalidad e ilusión. Y es esta ilusión y fuerza la que queremos aportar y transmitir a todo el mundo de la náutica. La náutica somos un sector único, desde los astilleros hasta el navegante más novel, lo sabemos. Y ahora que se empiezan a percibir los rayos de luz, se está poniendo de manifiesto aquellas ventajas de las que todos/as somos más que conscientes: tener un barco es tener un refugio de libertad, huimos de las masificaciones, representamos un espacio seguro y familiar, somos, en definitiva, una “industria de poco contacto”. Quédense con el concepto.
Como sector necesitamos que dichos beneficios innatos sean percibidos por la sociedad y que ésta se anime a descubrir el amplio abanico de actividades y formas de disfrutar del mar, ya sea alquilando un barco, haciendo un curso de vela o incluso comprando una embarcación para disfrutar al máximo de la libertad que nos ofrece la navegación.