En el Mar Menor ha subido de nivel de las aguas y la unidad militar de emergencia ha tenido que rescatar a 80 personas en Los Alcázares, existe el riesgo de que varios ríos se desborden en la Comunidad Valenciana, y ya hay seis fallecidos por el fenómeno meteorológico.
La altura máxima de las olas registradas por la boya situada en el Cabo Begur, al momento de redactar este artículo, está en 6,72 metros, lejos de los registros de la tormenta de San Esteban de 2008.
Los temporales no afectan a todas las instalaciones por igual, no obstante desde la Federación Española de Asociaciones de Puertos Deportivos y Turísticos (FEAPDT) se recomendaba vía Twitter alejarse de los espigones y evitar pasear por los muelles.
El puerto es una instalación de refugio de embarcaciones, pero es precisamente en los instantes de riesgo cuando la embarcación ha de acreditar que está dotada de elementos de autoprotección pasiva, ha de gozar de un correcto mantenimiento, y ha de estar debidamente amarrada con los cabos amollados y las defensas preparadas para hacer su función.
Pero ¿Qué hacer cuando llega el temporal? Preguntado por la cuestión, el Sr. Oriol Milà, director del puerto deportivo de Torredembarra, amablemente nos ha contestado que, según su criterio, ante un temporal el usuario no ha de hacer nada, ya es tarde. Ante el riesgo de rebase de agua se debe prohibir el paso de los usuarios, y en ocasiones el propio usuario, en su buena fe e inexperiencia, genera más peligro, por ello deben evitarse actuaciones dentro del barco.
La experiencia dice que:
- abrir una vela para recogerla mejor, puede acabar rompiendo la vela o incluso perdiéndola;
- que amarrar la embarcación impidiendo el balaceo propio de la agitación interior es contraproducente;
- que en estos momentos una buena dotación de defensas son el elemento más preciado para evitar golpes y fricciones con las embarcaciones vecinas.
El puerto se puede preparar para el temporal que llegará, al igual que las embarcaciones deben estar preparadas para soportar las inclemencias meteorológicas.
Ante la visión del temporal viene a la memoria el tambucho que no era estanco; o la puerta que no cerraba bien; o los trapos /toallas/cojines que se quedaron en la bañera el último día de pesca que pueden obstruir los imbornales y desagües; inundar la propia bañera que a su vez puede provocar la entrada de agua en la cabina y motores y afectar la seguridad de la embarcación; o el toldo / lona que hace bolsa y recoge el agua de la lluvia hasta comprometer la línea de flotación de la embarcación.
Y aquí entra el tema de la responsabilidad patrimonial. Las instalaciones están preparadas para soportar temporales y es muy excepcional la responsabilidad de las instalaciones en caso de siniestro por temporal. Casi siempre los siniestros se producen por falta de mantenimiento de la embarcación, o por roturas accidentales de elementos de la propia embarcación o por deficiencias de la misma.
Toda embarcación tiene una vida útil limitada y cuando los barcos están en el puerto no son como bólidos que salen disparadas las unas contra las otras y que envisten contra el muelle a toda velocidad como un coche contra un muro.
La recomendación es dejar siempre la embarcación amarrada para que pueda resistir un temporal. Y ésta es la responsabilidad del armador.
Jaume Prats.