El húngaro Nandor Fa de 61 años y el neozelandés Conrad Colman, de 31, los navegantes del Spirit of Hungary finalizaban esta madrugada la Barcelona World Race. Una exigente regata para ellos en la que han tenido que superar muchas dificultades. No extraña, por tanto, que ambos estuvieran exultantes a su llegada a la Ciudad Condal.
Para el patrón europeo, la regata del Spirit of Hungary se resume en “muchos problemas, muchas averías, altas presiones, ceñidas, cosas impredecibles”. Pero los han superado todos, uno tras otro: “Hemos tenido que pelear mucho, lo hemos manejado todo muy bien como equipo, junto a este joven”. El joven, por su parte, al ser preguntado sobre qué había sido lo mejor de terminar la regata, ha respondido: “Terminarla, claro. Zarpamos a navegar una gran aventura, y terminamos lo que empezamos”.
Inicio osado
“Quizá el tiempo no es el que yo deseaba, 100 días. El tiempo que hemos hecho, 110 días, no demuestra lo mucho que hemos mejorado con este barco –ha añadido la leyenda húngara-. Quizá fue un poco osado tomar la salida sin haber tenido casi tiempo de preparación. Pagamos el precio, pero finalmente vencimos todos estos problemas y nuestro más profundo deseo se ha hecho realidad esta noche. Incluso la jornada de hoy ha sido difícil. Hemos empezado a celebrar la llegada por la tarde, pero luego el viento se ha parado, y nos hemos sentido muy mal. Conrad se ha perdido dentro de sí mismo, y yo también estaba fatal. Más tarde hemos empezado a navegar de nuevo, y luego cuando hemos visto los primeros barcos que se acercaban ha sido fantástico. Uff, qué sentimiento de alivio”.
El recibimiento en el pantalán ha sido de los más cálidos que se recuerdan, pese al frescor de la noche. El director de Relaciones Institucionales del área de Iguadad, Calidad de Vida y Deportes del Ajuntament de Barcelona, Xavier Amador, y el presidente de la clase IMOCA, Jean Kerhoas, han entregado las coronas de olivo y las representaciones de la bola del mundo a Fa y Colman, que las han recibido con orgullo. Seguidamente su emoción se ha disparado al ver a los ganadores de la regata, Bernard Stamm y Jean Le Cam, skippers del Cheminées Poujoulat, que han ido a recibirles al pantalán, al igual que Aleix Gelabert y Didac Costa, del One Planet, One Ocean & Pharmaton, cuarto clasificado. El abrazo y reconocimiento entre los skippers ha sido el momento álgido antes de la rueda de prensa?
Gran entendimiento
“Siempre supe que acabaríamos la regata -ha comentado Nandor Fa-, pero para ello teníamos que seguir tres principios: tolerancia hacia el otro, paciencia y simplemente centrarnos en acabar la regata como la máxima prioridad. Estas dos virtudes estaban escritas en la pared de la cabina, tolerancia y paciencia, y nos han ayudado mucho durante el camino. Ha sido duro, hemos tenido que luchar durante todo el viaje pero lo hemos hecho juntos y hemos construido un gran entendimiento”.
“Empezamos como extraños –ha señalado Conrad Colman-, sin saber mucho sobre el otro, pero hemos sudado juntos, hemos sangrado juntos, hemos trabajo juntos y lo hemos hecho funcionar. Ha sido una experiencia increíble y ha sido increíble navegar con Nandor”.
También Fa ha alabado a su compañero: “Conrad es simplemente genial. Es muy parecido a mí hace 20 años, así que para mí ha sido fácil entender de dónde venía y lo que quería conseguir. Sí, hemos discutido fuerte pero enseguida se nos pasaba. Ha sido increíble navegar con él. Es como mi hermano menor, él ahora es como un hermano”.
Y es que Nandor Fa y Conrad Colman lo han pasado francamente mal durante su Barcelona World Race. De las numerosas pruebas que han tenido que superar, siempre “a base de trabajo en equipo”, según el húngaro, una de las principales fue el problema de bloqueo de la mayor, que les obligó a realizar una parada técnica en Nueva Zelanda.
“Un sentimiento terrible”
Pero la mayor avería fue la relativa a los tornillos de sujeción de la quilla, según el escalofriante relato de Nandor Fa: “De camino a Nueva Zelanda nos dimos cuenta de que uno de los tornillos de la quilla se había roto, y lo cambiamos en Nueva Zelanda. De nuevo en el Sur, hacia el cabo de Hornos, se rompió otro tornillo. Creo que el material con que están hechos estos tornillos es defectuoso. Mil millas antes de Hornos estábamos listos para abandonar el barco en cualquier momento, pensábamos que si se rompía otro tornillo era el final. Pensamos en pararnos en las Malvinas o en Brasil. Pero luego hice muchos cálculos y me di cuenta de que estaba segura, aunque el estrés siempre estaba allí y era muy alto. Desde ese momento la quilla siempre la llevamos inclinada a un lado u otro, y en cada maniobra controlábamos los tornillos. Más adelante vimos que se habían roto todos los tornillos de una parte. Fue un sentimiento terrible, esperaba un crack y perder la quilla en cualquier momento. Gracias, Dios, por dejarnos volver”.
A pesar de todos los problemas, Conrad Colman se ha referido a la belleza de la navegación oceánica: “Cambié por completo toda mi vida para poder hacer esto. Seguí la primera edición y la segunda, y sabía que quería estar aquí. Es fantástico. Es tan bonito estar navegando allí, ver las puestas de sol, las salidas de sol, los delfines que vienen a saludarte… Y hemos dado la vuelta al mundo, 50.900 kilómetros alrededor del globo, de una forma ecológica”.
El mismo reto
Los dos skippers aspiran a poder estar en la línea de salida de la Vendée Globe, la vuelta al mundo en solitario.
“El barco está bien –ha indicado el navegante húngaro-, pero esta regata era muy importante para mí para estudiarme a mí mismo. Hace 25 años que hice mi última vuelta al mundo, así que tenía que volver a probarme, no sabía si podía hacer este tipo de navegación, que no es la misma que en mis tiempos. La navegación ahora es más exigente, los barcos son diferentes, el espíritu es más alto. Tenía muchas cosas por aprender. Y sí, estoy bien, me siento lo suficientemente fuerte”.
También el skipper neozelandés se ha mostrado satisfecho con lo aprendido: “He perseguido este sueño durante mucho tiem po, y aquí he aprendido a empujar pero también a cuidar del equipo, he aprendido a aprender de otra persona, a vivir con otra persona. Ahora tengo dos vueltas al mundo y varias trasatlánticas. Creo que estoy en buena posición para tener un proyecto propio. Soy paciente y sé cómo convencer a los patrocinadores. Me encantaría poder estar en la salida de la Vendée con Nandor, cada uno con su barco”.