Rebuscando en Internet encontré un informe realizado por la Comisión Estatal contra la violencia, el racismo, la xenofobia y la intolerancia en el deporte, comúnmente conocida en la prensa como Comisión Antiviolencia. El informe está referido a la temporada 2014/2015 y contiene algunos puntos que me llamaron la atención.
El primero de ellos es que el fútbol se lleva la palma en todas las estadísticas. Sin duda es el deporte más practicado, el que ocupa más espacios en los medios de comunicación y aquel en el cual todos piensan que lo saben todo.
Del fútbol se poseen magníficas estadísticas, con diferencias entre el fútbol profesional y aficionado, por ligas, por competiciones…De ahí se sabe, por ejemplo, que el número de incidentes en primera división descendió en esa temporada un 13,92 % con respecto a la temporada anterior, pero que en ese mismo período ascendió un 112,98% en la segunda división “A”. No me extraña que la gente no quiera bajar a segunda…
El informe también recoge el importe de las “propuestas de sanción”. Fueron 692.769 euros para clubs y organizadores pero 11.313.357 euros para espectadores. En ambos casos el incremento respecto a la temporada anterior fue sencillamente espectacular. Aumentaron un 30% en el caso de los clubs, pero casi un 300% en el caso de los espectadores. Falta saber cuántos de estos euros han llegado a cobrarse…
Los incidentes más significativos son, por este orden, incidentes contra árbitros, incidentes entre jugadores, altercados entre jugadores y espectadores, invasión del terreno de juego y altercados entre espectadores. Es realmente preocupante que, a pesar de todos los llamamientos a la deportividad, a la calma y a la tranquilidad, la gente siga protagonizando altercados.
Quiero señalar que desde 2014 la Federació Catalana de Futbol ha implementado un protocolo que se llama “Joc Net” (juego limpio) según el cual se faculta al árbitro a suspender los partidos si se produce cualquier altercado, incluyendo los insultos en la grada. En tal caso el árbitro suspende el partido, comunica al delegado los motivos y éste debe expulsar del recinto al protagonista o protagonistas de los insultos para que el partido pueda proseguir. Si se hiciera esto en los campos de primera división, la mitad de la grada quedaría vacía, pero en los partidos de menor enjundia el tema está resultando de una extraordinaria eficacia.
Además, esto se ha acompañado de un decálogo que incorpora aspectos como “Dejad que sea el entrenador quien dé las instrucciones, es él quien dirige el equipo” o “Respetad las decisiones del árbitro”, aspectos que están claramente dirigidos a los acompañantes de los jugadores más jóvenes, es decir, a papá y a mamá…
También la UFEC (Unió de Federacions Esportives de Catalunya) impulsó una campaña en parecidos términos que se denominó “així jugo” (así juego), frase que interpreta en positivo que “así sí que juego”, es decir, con buenas actitudes de comportamiento, en lugar de utilizar la frase en sentido negativo: “Así no juego”.
En la comparación por deportes resulta que el fútbol lleva casi 6.000 incidentes, muy por delante del baloncesto, con 856, y del fútbol sala, con 788. Siguen el balonmano y el voleibol, con 240 y 159. La suma de los otros deportes ofrece la cifra de 450 incidentes.
Siempre es un consuelo que en “otros deportes” podamos incluir los deportes náuticos. Ahora bien, es un consuelo parcial porque las estadísticas las recoge la Policía Nacional, la Guardia Civil y la Ertzaina (no los Mossos d’Esquadra) y, naturalmente, en los encuentros deportivos náuticos no suele estar presente la policía. Afortunadamente porque no hace falta. Y que dure.
No obstante, quienes nos movemos en el ámbito de los deportes náuticos hemos tenido la desagradable oportunidad de comprobar que incidentes, los hay. Más allá de las disputas por las preferencias de paso al llegar a la boya o por encontrar la mejor posición en la línea de salida, están las actitudes de los padres de los deportistas que participan en las categorías reservadas a gentes de menor edad. Por fortuna muchas veces papá y mamá no se desplazan y es el entrenador de cada club quien se hace responsable del equipo, de la táctica, del material de cada cual o, incluso, de si se sale o no se sale cuando hay mal tiempo. He visto con mis propios ojos a padres empujando emocionalmente a sus hijos a tomar la salida en una regata en la que, por mal tiempo, el chaval preferiría no hacerlo. El deporte de la vela tiene la fabulosa característica de que se disputa lejos de la costa, de modo que los distinguidos padres no pueden comprobar los intríngulis de la regata, ni quejarse de las maniobras de unos u otros. Si se han producido, ya decidirán los miembros del comité de regatas lo que haya que hacer.
Pero en la motonáutica o el esquí náutico de velocidad la cosa cambia. Unos juegan contra otros a alta velocidad y el riesgo de encontronazo existe siempre. Los ánimos se encienden más deprisa a 50 nudos que a 10. De nuevo es papá –o mamá- quien la lía, pretendiendo que su vástago alcance de inmediato los éxitos que él mismo no consiguió en sus años mozos practicando ese mismo deporte o, sencillamente, sin practicar ninguno. Todo ello mientras que quienes están en el agua, los jóvenes deportistas, se lo pasan tan ricamente y no perciben problema alguno por ninguna parte.