Este relato cuenta las sorprendentes experiencias vividas a mis 19 años de edad, estando de viaje de prácticas a bordo de un barco mercante. Han pasado muchos años desde 1967 y ahora ha llegado el momento de poner las cosas en negro sobre blanco y dar forma a este relato fiel a todo lo ocurrido y difícil de imaginar, ¡pues parece casi de ciencia ficción! …Pero así es cómo ocurrió….
Introducción
Si bien en principio la idea fue la de tener un recuerdo solo para los míos, finalmente he querido difundir lo ocurrido en este compendio de situaciones todas ellas tan “singulares”. Los profesionales de mi “quinta” con seguridad revivirán aspectos de la vida en los barcos con claras referencias a una época ya lejana, pero que todos recordamos con cariño. Para otros muchos que sienten la mar con una sensibilidad especial, les dará a conocer situaciones que nos hablan de una navegación en condiciones muy “singulares”. En cualquier caso sólo he tratado de narrar una página irrepetible de mis inicios de mar, y lo importante es poder contarlo y transmitirlo…..
Reconozco mi predisposición a recibir algún comentario sobre momentos concretos, o preguntas de los hechos acaecidos que pueden ser de vuestro interés (carlos@corsanautica.com). Desde mis inicios de estudiante de náutica, una frase siempre fue símbolo de lo que la mar ha supuesto para mí.
“Navigare necesse est, vivere non necesse”
(Navegar es necesario, vivir no lo es) (Plutarco)
1) “ECO MERCEDES”, Rotterdam/Sevilla, del 13/3/68 al 1/4/68
Antes de entrar en detalle sobre los acontecimientos de esta travesía, es interesante conocer cómo llegue a este buque y algunos detalles de este barco mercante en el que estuve embarcado.
Pocos días después de las Navidades del 67 estaba embarcado en el “Ruiseñada”, carguero de la Cia. Trasatlantica en el cual solo había realizado un viaje al Caribe después de obtener el Certificado de Alumno con una duración de algo más de tres meses, (7 puertos de carga en el Mediterráneo y 15 de descarga en América, itinerario impensable a día de hoy) en el que se podían dar escalas de 3/4 días, como fue la de Puerto Rico. Tras rendir viaje en Barcelona, entramos en los Talleres de la Unión Naval de Levante para realizar la revisión cuatrienal, lo cual suponía unos 20 días de trabajos entre dique y a flote.
Una mañana decidí darme una vuelta por nuestra recordada E.O.N. (Escuela Oficial de Náutica, ahora rebautizada, desafortunadamente, en mi opinión, como Facultad de Náutica). Los nuevos tiempos universitarios aparcaron los Títulos de Capitanes, Maquinistas y Pilotos, inconfundibles en su significado, por los de doctores y licenciados, tan lejos de la tarea que realmente se desempeña a bordo de un barco. Dentro de la Escuela la visita al bar era “escala” obligada. Allí me tropecé con mi antiguo compañero de aula, Jose Mª Real, que se encontraba en misión de “reclutamiento”. Se trataba de encontrar un relevo para la plaza que él estaba ocupando como Alumno en el “Eco Mercedes”.
El Capitán del barco le había hecho el encargo de que, antes de desenrolarse, procurara localizar un nuevo Alumno de Puente al que le interesara hacer la ruta del Mar del Norte en invierno, y que estuviera dispuesto a hacerse cargo del puesto de 2º oficial. Ello suponía que, aparte de hacer la guardia solo en el puente, algo muy atractivo para un alumno, cobraría las 4.000 pesetas, que eran la 3ª parte del sueldo base del 2º oficial, que la compañía permitía que se repartieran entre Capitán, 1er oficial y alumno. No lo dudé un instante, me faltó tiempo para proceder al desenrole del “Ruiseñada” y acto seguido enrolarme en el “Eco”.
“ECO MERCEDES” saliendo de puerto
En aquellas fechas nuestro buen amigo de la Comandancia, D. Eduardo Arnal, nos dispensaba un trato especial a todos los alumnos que él tanto apreciaba… Como aprendizaje no podía haber lugar mejor, la ruta del Norte de Europa, ¡y estar solo de guardia en el Puente!, era un lujo como periodo de prácticas. Lo que era imposible de prever era la singularidad de las travesías que me aguardaban.