Ya en puerto empezamos a notar las primeras consecuencias del exceso de carga y pronto nos damos cuenta de que hay una vía de agua. La parte superior del timón, en lo que podemos considerar su punto de entrada al casco (limera), está sufriendo.
En condiciones normales de carga esta parte suele quedar a cierta distancia del nivel del mar, pero debido a la sobrecarga actual la popa había quedado muy “metida”, ocasionando una entrada de agua (vía de agua). En principio parecía no tener graves consecuencias, ya que a través de unos imbornales (desagües) situados en la propia sala del servomotor (mecanismo de accionamiento hidráulico que mueve el timón), hacían llegar el agua hasta las sentinas de la máquina desde donde, en teoría, podrían ser achicadas por las bombas de la sala de máquinas. No obstante, este punto ya había dado problemas por la holgura excesiva que había entre la mecha del timón (eje) y los casquillos del casco. La reparación que se hizo en su día fue la “chapuza” de una cajonada de hormigón, algo habitual en la época, con lo cual se reducía el caudal de esta vía de agua.
Día 13/3 a 21:50, embarca el Práctico e iniciamos la maniobra de salida. No había transcurrido ni media hora, y antes de llegar al lugar de cambio de práctico, indispensable en Rotterdam, así como en todos aquellos puertos en donde las distancias del área portuaria son considerables, desde la sala de máquinas piden parar por agarrotamiento de la turbo-soplante. Procedemos a fondear, con la anomalía que supone tomar esta medida en pleno canal de navegación. Por fortuna en 30 minutos se resolvió el problema continuando viaje, cambiando el práctico y desembarcando a 23:50 ya en aguas abiertas.
La sobrecarga, la vía de agua y la avería, por cierto muy frecuentes, enrarecían este inicio de viaje, que además se veía amenizado por una fuerte depresión atmosférica que se nos venía encima. El tema no quedaba aquí, ya que a las pocas horas de estar navegando con bastante mal tiempo, nos avisan de máquinas que la vía de agua, que en principio parecía no ser preocupante, debido a la sobrepresión en aquel punto estaba rompiendo la cajonada de hormigón, y la entrada de agua era considerable, la imagen hablaba por si sola. El servo se había inundado hasta llegar el agua al nivel de la puerta estanca que daba acceso al pasillo de los camarotes, una vez allí, el agua transcurría por ambos pasillos, estribor y babor, hasta llegar a las puertas que daban acceso a la sala de máquinas, generándose a ambos lados una pequeña cascada (esta imagen la recuerdo perfectamente por su singularidad).
El agua se precipitaba dentro de la sala de máquinas, procediendo a llenar sus sentinas, desde donde debería ser achicada. Pues bien, las bombas de achique -que hasta el momento habían podido mantener controlada la inicial vía de agua- ahora, con mayor caudal, ya no lograban reducir el nivel de agua que se acumulaba dentro de las sentinas del barco. Con toda probabilidad lo sucedido fue que la acumulación de residuos sólidos, trapos, estopa…, obstruyeron los puntos de aspiración. En resumen, los medios de achique de los que disponíamos quedaron inservibles.
Día 14/3, distancia navegada 70 millas, vel. 4,3 nudos (descontando las paradas de máquina)
Aquí tienes los anteriores capítulos de SINGLADURAS SINGULARES
Singladuras Singulares por el Mar del Norte, capítulo 1
Singladuras Singulares, capítulo 2, El barco Eco Mercedes
Singladuras Singulares, capítulo 3. Informe del Estado de la Máquina
Singladuras Singlares, 4 Sobrecarga en Rotterdam
Singladuras Singulares, 5. Un Primer Oficial alcohólico
Singladuras Singulares, 6. A dos guardias de mar.