El 8 de diciembre de 2017 la Comisión Europea hizo público un comunicado en el que se indicaba que las reglas de la Federación Internacional de Patinaje sobre hielo (ISU, International Skating Union) son contrarias a las leyes anti trust de la Unión Europea, es decir, leyes antimonopolio. La ISU es la única organización reconocida por el Comité Internacional Olímpico para administrar el deporte de carreras y figuras de patinaje sobre hielo, incluidos los Juegos Olímpicos de Invierno, así como los Campeonatos de Europa y del Mundo de estas especialidades.
Sucede que la ISU tenía una normativa según la cual se podían imponer fuertes multas o sanciones a los deportistas que, estando afiliados a cualquier federación estatal miembro de la propia ISU participase en competiciones de patinaje organizadas por entidades que no sean miembros de la misma. Dos patinadores profesionales holandeses –Mark Tuitert y Niels Kerstholt- plantearon sus quejas en este sentido en 2015. Y ganaron.
En realidad, este tipo de restricciones están presentes en muchos estatutos de las federaciones internacionales y aún estatales. Según estas normas internas los deportistas con licencia de una determinada federación deportiva no pueden participar en torneos, campeonatos o pruebas de cualquier tipo que no estén organizadas o supervisadas por las respectivas federaciones, en una estructura piramidal que lleva a los mejores deportistas locales a participar en los campeonatos estatales y de ahí a las selecciones nacionales o a los campeonatos internacionales que les corresponda por sus méritos. En caso de incumplimiento, los afectados se pueden ver sometidos a expedientes sancionadores, incluida la expulsión. La Comisión Europea determinó que esto no es legal.
Nos referimos a actividades deportivas de un mismo deporte. Nada impide a un deportista tener varias licencias y participar en torneos de deportes distintos, donde se volvería a aplicar el mismo criterio.
Viene esto a cuento porque en distintos deportes han aparecido empresas organizadoras de torneos distintos a los oficiales, lo cual ha sembrado la preocupación entre las federaciones deportivas, tanto estatales como internacionales. ¿Por qué aparecen estos torneos? Suele suceder que estas empresas son más flexibles en su estructura, se adaptan más rápido a los cambios de reglamentos, lo cual facilita el apoyo de importantes patrocinadores y medios de comunicación, sobre todo plataformas digitales, que permiten ofrecer premios cuantiosos y grandes difusiones que, a su vez, permiten mejorar la capacidad de patrocinio particular de los deportistas o equipos participantes o, directamente, compensarles económicamente.
Pero, no nos engañemos, la gente va allí donde más le place y si los organizadores oficiales, clubs o federaciones, no ofrecen un producto igual o mejor al que ofrecen los organizadores no oficiales, le perspectiva para los primeros es más bien sombría.
Si para la Comisión Europea no es posible imponer limitaciones que pretendan proteger los intereses comerciales de las propias federaciones internacionales porque limita la libre competencia, las federaciones pierden bastantes de sus argumentos. Se acabó el monopolio deportivo.
Veamos lo que sucede en los deportes náuticos. En el caso de la vela se puede usar como ejemplo la Extreme Sailing Series que tuvo lugar en Barcelona. El presupuesto del asunto era -en 2018- de 700.000 euros. Ni la Federación Catalana de Vela ni el Real Club Náutico de Barcelona le dieron acogida inicialmente, pero lo hizo la FNOB, previa aprobación por parte del Ayuntamiento de Barcelona de una subvención por el 95,07 % de ese importe. ¡Ah! ¡Qué no habrían hecho las entidades federadas con 665.500 euros! Pero lo que interesa para el tema de hoy es que las federaciones de vela no pusieron impedimento a que “sus” deportistas participasen. Es más, en los estatutos de la RFEV no está tipificado como sancionable ese tipo de participaciones.
¿Y en la motonáutica? En el caso de las competiciones de motos acuáticas son varias las organizaciones que desarrollan este tipo de torneos al margen de la UIM (Union Internationale Motonautique), como por ejemplo la estadounidense IJSBA (International Jet Sport Boat Association) o la británica Powerboat P1 Management Limited, lo cual no es del agrado del promotor que tiene el contrato en exclusiva con la UIM para organizar los campeonatos mundiales y europeos, una compañía denominada H2O Racing.
Pero es que a la UIM le crecen los enanos. Un grupo belga denominado BK Offshore organiza regatas para grandes embarcaciones en el centro de Europa y, lo que es peor, en Francia, y con el apoyo de la Federación Francesa de Motonáutica, pero sin constar en el calendario oficial internacional de la UIM.
Hasta el año pasado la UIM incluía en sus estatutos distintos artículos que preveían sanciones para los deportistas o comisarios que interviniesen en competiciones que no estuviesen bajo el paraguas de la UIM o de sus entidades afiliadas, pero estos artículos se dejaron en suspenso a la vista de las decisiones de la Comisión Europea.
En realidad, la UIM no ha aplicado nunca sanciones a los pilotos que han participado en carreras motonáuticas no organizadas por la propia UIM, pero la sanción había planeado sobre las cabezas de los deportistas díscolos. Ahora el mercado está abierto. La oferta de carreras ha crecido y los equipos pueden decidir, perfectamente, no acudir a las competiciones oficiales y hacerlo a aquellas que no lo son, basta para ello que les parezcan más divertidas o mejor organizadas.
No hay que perder de vista que a las federaciones deportivas les queda una carta ganadora: la posibilidad de entregar los títulos oficiales, nacionales e internacionales. Solo ellas puede expedir el título de Campeón del Mundo, de Europa, de España o autonómico, por poner unos ejemplos. Y son las únicas que forman parte de los respectivos comités olímpicos que, a su vez, determinan quienes participan en los Juegos Olímpicos. Claro que el panorama olímpico tampoco es muy boyante…