Conocí a Daniel Scioli en 1986, con motivo del primer Rally Motonáutico 1.000 Kilómetros del Delta Argentino. La Secretaría de Turismo de la República Argentina había promovido esta regata motonáutica de una semana de duración sobre el río Paraná con la finalidad de intensificar el turismo nacional e internacional. La motonáutica pareció un buen motivo de atracción y el marco geográfico resultaba incomparable. Acudí invitado por mi papel de especialista en motonáutica de la revista Yate y Motonáutica, ya desaparecida.
Para quienes lo ignoren diré que el río Paraná es navegable por barcos mercantes marítimos hasta 1.000 kilómetros río arriba, eso significa que es amplio, profundo y caudaloso. La regata, de una semana de duración, efectuaba un trayecto de ida y vuelta desde Buenos Aires hasta la ciudad de Paraná, pasando por lugares como Rosario, San Nicolás o Zárate, donde se encuentra el célebre puente Zárate-Brazo Largo.
La regata reunió un centenar de lanchas y Scioli participaba como debutante con un catamarán Panizza & Roberti propulsado con dos motores fueraborda de 200 Hp, formando equipo con Eduardo Ferrero, uno de los más reputados throttleman (encargado de acelerar la lancha) del país. El barco estaba patrocinado por Frigidaire (marca del grupo Westinghouse) y Alba, una marca nacional de pinturas.
Scioli me pareció un tipo generoso. Para poder tomar fotos aéreas del acontecimiento me facilitó una salida en un helicóptero que había fletado para tomar imágenes para la televisión. Scioli siempre entendió la importancia de los medios de comunicación y en Argentina ya proliferaban los canales privados de televisión. El helicóptero era un pequeño Robinson 22 o similar, no vayan a pensar…Pero los otros participantes también le tenían estima, pues aportaba medios y “sangre nueva” al deporte. Si alguno de los que seguía la regata se quedaba sin hotel era frecuente que acabase alojado en alguna de las habitaciones del equipo de Scioli. Daniel Estaba casado y tenía una hija. Poco después se separó y formó pareja con Karina Rabolini, la “top model” del momento en el país austral. Merecidamente. Algo así como la Judith Mascó de la época. La popularidad de ambos aumentó.
Al año siguiente Scioli emprendió la aventura internacional y trasladó su equipo a Europa para seguir el campeonato europeo de offshore de clase 2, donde participaban barcos con 8.000 cc de capacidad máxima de los motores. El torneo se disputaba conjuntamente con los grandes barcos de Clase 1 y tenía su primera regata en Vilanova i la Geltrú (Barcelona) y el desafío era importante, pues su barco estaba muy por debajo de la potencia máxima que permitía el reglamento: solo 6.000 cc. Además, para participar en el torneo europeo era necesario disponer de licencia emitida por algún país europeo, de modo que Scioli tramitó su licencia española a través de la Federación Catalana de Motonáutica y del Club Motonàutic de Catalunya, una pequeña entidad que estaba situada en la calle Guadiana 9, en el barcelonés barrio de Sants. Algo tuve que ver en ello, pero sobre todo que Norberto Mallo, reconocido urólogo argentino residente en Barcelona y miembro de la UIM, formase parte de la junta directiva de la federación catalana. Así pues, el candidato a la presidencia de la Argentina corrió con licencia catalana.
Desafortunadamente, una huelga de estibadores en el puerto de Las Palmas hizo que el contenedor no llegase a tiempo para la regata. La Federació Catalana de Motonàutica consiguió que les prestaran otra lancha, para poder puntuar, pero durante la regata se tuvo que retirar.
La lancha argentina llegó para la siguiente prueba, a disputar en Cannes. Allí acudió con su copiloto, el inefable Ferrero, un mecánico, un maestro de hacha –el barco era de madera- un cámara de televisión y un comentarista. Además de la todavía señorita Rabolini. Con Karina Rabolini se casó en 1991, se divorciaron en 1998, pero vuelven a estar juntos desde 2003. Contra todo pronóstico Scioli y Ferrero ganaron la regata. A eso contribuyó que Scioli fletó también un helicóptero –en el que yo me encontraba- para seguir la regata y enviar imágenes a su país. Pero una de las imágenes que se grabaron fue la de un error del recorrido del barco ganador. Presentada la correspondiente reclamación, apoyada por las imágenes de vídeo, los argentinos con licencia española pasaron de segundo clasificados a ganar el gran premio de Cannes. Nunca antes un equipo con licencia española había ganado una regata de Offshore de Clase 2. Y nunca después lo ha hecho.
En poco tiempo Scioli compró un barco mayor. Un enorme catamarán de 9 metros de eslora diseñado por el italiano Fabio Buzzi y propulsado con dos no menos importantes motores diesel Iveco. En este caso el trhottleman era el italiano Luca Nicolini. El barco corrió en Europa y fue llevado también a la Argentina, para participar en el ya consolidado rally de los 1.000 kilómetros. Por si esto fuera poco el equipo se vio incrementado con Rabolini corriendo con el barco anterior. Ese año tuve la ocasión de cenar con ellos en su apartamento de la calle Callao. Otra anécdota. Meses después el apartamento sufrió un incendio y ambos salvaron la vida por los pelos saltando a otro edificio. En la huida Karina se fracturó un tobillo.
Pero el problema más grave surgió en diciembre de 1989. El catamarán de construcción italiana tenía capacidad para cuatro personas, si bien normalmente lo tripulaban solo Scioli y Nicolini. A veces acudía como navegante algún marino de la zona, especialmente en la regata del río Paraná, pues los muchos brazos e islas hacían que fuera fácil perderse. Recuerden que el GPS no se había inventado y que los regatistas se orientaban con las cartas de navegación y el compás (brújula, para los profanos). El día 3 de diciembre navegó a bordo como invitado el presidente de la república, Carlos Menem, que tenía el prurito de practicar cuantos deportes fuese posible para aumentar su popularidad. Pues bien, el día 4, sin Menem a bordo, la estela de un carguero hizo que el catamarán sufriese un brutal accidente que le costó a Scioli la amputación en el acto de su brazo derecho. Esta vez el helicóptero mediático resultó verdaderamente trascendental. En mitad de los esteros argentinos, el helicóptero aterrizó, desembarcó al fotógrafo italiano Eugenio Re Fraschini y embarcó al maltrecho Scioli que llegó así antes al hospital y seguramente salvó la vida.
Scioli volvió a la competición un año más tarde, participó en numerosas regatas motonáuticas y se retiró en 1997 después de ganar el mundial de la clase 6 litros en Key West, con Buzzi como throttleman, para emprender una carrera política que incluye un escaño como diputado, la secretaría de deporte y turismo, la vicepresidencia con Kirchner y el cargo de gobernador de la provincia de Buenos Aires.
Una lástima que no haya alcanzado la presidencia de la Argentina, pues siempre va bien conocer personalmente a un jefe de Estado… ¿Tal vez la próxima?