La ley de navegación marítima introduce la regulación del contrato de alquiler de embarcaciones de recreo con y sin patrón. Ello ha sido un avance y un reconocimiento a su realidad y potencial.
El sector del chárter está, de momento, muy atomizado: nos encontramos con muchos pequeños empresarios con una sola embarcación que se han iniciado en la actividad. Por otro lado, las empresas que se atreven a incrementar la flota se suelen encontrar con la dificultad de que, en ocasiones, les es difícil tener las embarcaciones amarradas una al lado de la otra, y sufren la incomprensión del gestor portuario.
Esta atomización supone que su opinión como sector quede muy diluida entre los datos inmensos del transporte de mercancías, la náutica del superglamour y las competiciones transoceánicas.
Hoy no hay duda de que el alquiler de embarcaciones de recreo es una opción para que el aficionado no usuario acceda al mar y conozca la navegación.
Los primeros contactos de aficionado con el chárter, por lo general, conllevan un plus de esfuerzo debido a la inexperiencia. Y ese plus debe ser compartido por la náutica deportiva, por el gestor portuario, e incluso por la Guardia Civil del Mar.
A través de la vía administrativa podría potenciarse que los concursos públicos para la construcción y explotación de puertos y dársenas tuvieran una zona de chárter.
Y no sólo esto, sino que en la administración portuaria debería facilitarse la reconfiguración y la reubicación de la flota, en aquellas instalaciones que ya están construidas y comercializadas, para poder unificar las zonas destinadas al amarre, embarque y desembarque de embarcaciones destinadas al chárter con los necesarios servicios.
Una de las quejas de los empresarios es el rígido control que hace la Guardia Civil del Mar. Una salida de dos horas realizada por una empresa seria puede verse comprometida por un exhaustivo control policial. Ese mismo control es ineficiente respecto de los “piratas” que en el momento de la salida aleccionan a sus clientes de la respuesta que deben dar a la pregunta de la benemérita: ¿Ustedes han pagado algo para navegar?: “No, nosotros somos amigos del capitán”.
La Guardia Civil debería estar dotada de un listado de aquellas embarcaciones que tienen la documentación en regla para evitar episodios innecesarios en alta mar, o lo que es peor, en la bocana del puerto con embarcaciones a rebosar de clientes.
Facilitar el acceso a la náutica es responsabilidad de todos.
Jaume Prats.