Y he tenido la distinción de contar con unos maravillosos ponentes, todos regatistas identificados con esta clase, como la doble medallista olímpica Natalia Via-Dufresne, el regatista y entrenador nacional y psicólogo deportivo Pol Rivas, el presidente internacional de la clase, Paul Depoorter y un joven regatista de Europe, Rafael Rabasa, actual campeón de la Copa de España de su clase, que decidió pasar a esta clase cuando dejó, por edad, el Optimist, donde destacó como regatista.
Una vez finalizada la charla sentí el impulso de dar unos bordos en este dinghi individual y disfrutar de la navegación en su más alta expresión. Me contagiaron sus razones y entendí el entusiasmo que ponen los practicantes de esta clase, una de las más populares en el mundo, y a la vez no entendí como a veces se quiere arrinconar una determinada manera de navegar, en ocasiones promovido desde las más altas instancias deportivas, por la incomprensión o una falta de sensibilidad hacia un colectivo. La clase Europe ha vivido esta falta de comprensión.
No es nuevo. A veces somos expertos en marginar y ningunear lo más preciado que tenemos. Y en el mundo de la náutica esto parece un paradigma. Ejemplos un montón. Si destacamos en una clase concreta, desde instancias superiores, parece que intenten borrarla del mapa. No quiero ser malagüero, pero no es casualidad que en las disciplinas donde más hemos destacado en el mundo de la vela siempre ha habido intentos para desmerecer los méritos conseguidos. Éramos buenos en Vaurien, pues ahora solo nos queda el recuerdo. Éramos los mejores en el catamarán Tornado, y éste fue retirado del programa olímpico. Somos líderes en Windsurf, pues hubo un intento -por suerte frustrado- en marginarlo del olimpismo. Somos los campeones olímpicos de match race femenino, ¡perfecto!, en los próximo Juegos esta categoría no existirá. Y podríamos seguir…
Pero el motivo de este comentario es otro. Espero que positivo. Tras moderar este coloquio sobre la clase Europe, he comprobado que ‘una clase es lo que quiera que sea sus regatistas’. Y su futuro dependerá del dinamismo que ellos aporten en defenderla, a pesar de los entornos desfavorables que puedan tener. Y en este sentido, los que forman parte de la familia del Europe lo tienen muy claro. Defenderlo a toda costa.
Se sienten orgullosos de su clase y lo exteriorizan. Saben que es una clase perfecta para navegar, para el aprendizaje y la formación técnica de cualquier regatista, y lo manifiestan. Disfrutan navegando con ella y compitiendo, y lo proselitizan deportivamente.
La clase Europe en España está viviendo un momento de reafirmación. Hace años dejó de tener, de forma incomprensible, el status en ser una de las ‘clases estratégicas’ de la Federación, lo que popularmente se denomina como ‘clase preolímpica’. Es decir, considerada como una clase de formación para futuros regatistas de alto nivel. Por suerte, y me enteré en esta charla, ahora parece que será de nuevo reconocida como tal. Dicen que: ‘rectificar es de sabios’. Y todo parece indicar que la sabiduría volverá entrar en el mundo de las altas instancias de la vela.
Si los ‘europes’ vuelven a ser ‘preolimpicos’ en España será una decisión acertada. De forma objetiva están probadas las excelentes cualidades de esta embarcación en ser una buena escuela de navegación. Es idónea para formar regatistas gracias a sus características intrínsecas, que permiten y fomentan aspectos técnicos tan importantes como el trimaje, jugar con el peso corporal, la elasticidad…
Me enteré de que en el top ten del medallero olímpico de vela, en los pasados Juegos de Londres, el 58% de los regatistas que consiguieron medallas habían sido navegantes de Europe, lo que demuestra la excelente formación de quienes salen de esta clase. Sobre el mito de que a los regatistas con cierto peso les es imposible navegar en Europe, se desmontó cuando supe que en los últimos mundiales el ganador pesaba 84 kg, el subcampeón 78 kg., y que la tercera en el podio femenino pesaba 68 kg. Evidencia clara de que el trimaje y el saber estar en el barco es fundamental, lo que permite controlar todo tipo de hándicap: una de las esencias de la vela. Estos datos demuestran que el Europe es un barco abierto a todos, y que lo único que lo hace distinto es el conocimiento que aplica el regatista a bordo de él. Estas cualidades hacen del Europe una escuela idónea de regatistas, y no resulta nada extraño que muchos armadores de cruceros busquen y valoren entre sus tripulantes a deportistas que hayan navegado en Europe.
Sabedores de estas evidentes cualidades, en otros países nunca se han cuestionado la valía de esta embarcación. En lugares como Francia, Bélgica, los Países Bajos, Polonia, todos los países nórdicos, Alemania, la clase Europe es una de las más potentes y allí las fluctuaciones, las dudas, los ostracismos que puedan pretender ciertos organismos institucionales poco les afecta. Los europeistas singuen defendiendo su clase, se sienten orgullosos de navegar en ella, y de formar parte de esta familia o colectivo de navegantes, porque les gusta y se sienten identificados con él.
Siempre he pensado que defender la clase de embarcación en la que navegas es una marca de distinción y carácter de todo navegante. ‘Yo soy patinero’, nos dirá uno. ‘Yo siempre seré optimista’, nos dice otro, aunque ahora navegue en 420. ‘Pues yo soy de los vaurienistas’, sostiene otro a bordo de un crucero. ‘Yo siempre seré snipes’, nos cuenta un becado… Y así, otros que se sienten dragones, laseristas, skifferos… Y he comprobado, en este encuentro con amantes del Europe, que quien se siente europeísta está orgulloso de ello y, aunque navegue en otras disciplinas, les une su vinculación con esta embarcación, con todos quienes han navegado en ella, y que es para toda la vida.
Y esta es la mejor lección que he sacado de este encuentro con destacados europeistas y futuros regatistas que descubrirán el Europe: la estima hacia la embarcación que les hizo regatistas.
Angel Joaniquet