Tuvimos la ocasión de disfrutar merodeando por la zona del delta hasta llegar a l’Ampolla, localidad en lo más profundo del Golfo de Sant Jordi que cuenta con un magnífico puerto pesquero y deportivo y un cómodo club náutico. Un pueblecito que invita a ser paseado por los aledaños de su puerto en el que se respira un importante sabor a pesca tradicional y deportiva. Porque aquí, casi todo el mundo va de pesca o a echar el curri un ratito.
Visitar parte del delta desde otra perspectiva
En el puerto descubrimos una magnífica unidad de Quer 40, una embarcación que en panoramanautico.com hemos probado y filmado y que, obviamente, conocemos de sobra. En su costado el rótulo Miradobadia nos invita a una experiencia singular. Nos enteramos en su web y ofrece un buen número de excursiones por la zona. Hacia el norte resiguiendo la costa, hacia el este para ver amaneceres y puestas de sol y hacia el sur, hacia la bahía del fangar, directos a unos enormes criaderos de ostras y mejillones ubicados en pleno Parque Natural del delta del Ebro que, recordemos, es Reserva de la Biosfera. Allí está un lugar que debe experimentarse -por lo menos- una vez en la vida: ¡el Miradorbadia!
Al Miradorbadía se llega a bordo de la rápida y cómoda Quer 40 en apenas un cuarto de hora yendo rápidos. También podríamos llegar a la posición 40º 46’21,21.24??N; 0º 44’40.48’’E, por nuestros medios, en motora… o en velero ya que el calado en el muelle de desembarque es de 3 m de profundidad.
El mirador es una construcción realizada sobre pilares que descansa sobre el lecho del “fangar”. Un establecimiento que, además de ser el epicentro administrativo de la producción de mejillones y ostras, es el lugar idóneo donde degustar las ostras y mejillones que se producen en las ricas aguas del delta. Buena parte de la producción de ostras y mejillones se exportan a Francia, en concreto hacia la zona Atlántica donde hay una buena tradición también en la producción y la masiva afición por degustar esta exquisitez.
La propuesta de Miradorbadia es la de ofrecer un interesante recorrido por el mundo de la ostra y el mejillón. Los guías dan toda clase de explicaciones sobre la producción y, en general, sobre los intríngulis de este tipo de producción marina.
Con un aforo muy importante, no es de extrañar el llegar allí y encontrarse con grupos de personas sentados ya a la mesa degustando la gastronomía de la zona. Arroces, fideuás, mejillones, ostras, navajas,… todo producto de proximidad o kilometro necesariamente cero, -no podía ser de otra forma- regado con caldos de la zona y con la simpatía y el salero de las gentes del delta.
Ni que decir tiene que cuando el tiempo es bueno, en los albores del verano, sus aguas son lo suficientemente cálidas para bañarse en ellas. Incluso los chiquillos disponen de algún tobogán o trampolín para romper la superficie del agua y el miradorbadía provee de equipospara hacer snorkelling. Las mamás tienen también unas magníficas tumbonas para practicar el bronceado
Además de los ágapes con los que nos podemos homenajear con producto cultivado y recogido allí mismo, el servicio de bar y unas barras dispuestas en el exterior nos pueden hacer disfrutar aún más de las magníficas puestas de sol, o incluso de los amaneceres si la fiesta se alargara. Mirando al horizonte con las magníficas perspectivas que nos ofrecen las estructuras de madera de las bateas, uno se traslada lejos sin darse cuenta en un clima de paz.
Lugar paradisíaco para disfrutar
El clima en el delta y, en general en el mediterráneo es bastante benigno. Si obviamos los días en que sopla el Mestral o esos pocos días de frio riguroso del invierno, el Miradorbadía es un lugar magnífico para quedar y disfrutar. Es por ello que también se ofrece para comidas o cenas empresariales, bodas, aniversarios, despedidas,… Cien plazas holgadas para pasarlo pero que muy bien en un entorno único.
Tanto si se viene por tierra o por mar, ¿quedamos en el Miradorbadia?