La llegada del A Poc a Poc Morenito ha sido muy entrañable. Después de navegar durante más de ocho días por la cuenca noroccidental del Mediterráneo se ha ganado la admiración y el reconocimiento de todos los aficionados que han seguido esta prueba, así como la de los compañeros de regata. Su buen navegar y su excelente resistencia física ha quedado de nuevo constatada, y más después de su recorrido de la Mil Millas, donde ha tenido que superar todos los sinsabores y ha disfrutado de todas las alegrías que lleva consigo una regata de resistencia y de gran distancia como ésta.
Cesar Roch, a bordo de su A Poc a Poc Morenito ha estado sensacional. Ha superado calmas, vendavales del primer y cuarto cuadrante, ha corrido millas a una velocidad de vértigo, aprovechando el viento a favor, (horas antes de alcanzar la costa catalana y finalizar la regata, estuvo navegando con un viento de levante formado, con promedios de hasta 8 nudos). Y durante las primeras jornadas de la regata, hasta alcanzar la isla de Cerdeña, se mantenía líder de la prueba. Sus propios compañeros de regata, rivales y la vez amigos, felicitaron a este navegante de carácter, un asiduo en el circuito de tripulación reducida del Mediterráneo, muchas veces navegando en la categoría A2. ‘En esta ocasión, -dijo Cesar, cuando formalizaba los requisitos de registro de regata horas antes de la salida.- me he propuesto un reto especial, voy a cubrir la Mil Millas en solitario’. Y lo ha hecho sensacional.
Hoy, cuando esta madrugada el Comité de Regata ha ido a tomarle el tiempo y dar el bocinazo de su llegada, ha comprobado el buen ánimo del regatista. Entró con una calma -desesperante- formada frente el Port Olímpic. El nulo viento no hacía mover ni a una pluma. Llegaba con aplomo, después de haber sorteado un mistral y dirigirse hacia el sur, para bajar de latitud y donde encontró un levante que le impulsó hacia la meta. Pero al llegar la media noche, el levante quedó neutralizado por el térmico terral, -típico viento nocturno de la zona- y poquito a poquito comenzó a ralentizarse su navegación. A pesar de ello no dejó de comer millas, y sin desesperar, aprovechando las leves rachas de apenas 3 nudos, antes de las cinco de la madrugada, ha entrado con toda solemnidad, poquito a poquito, a la rada frente el Port Olímpic, con el fondo iluminado de la ciudad, que parecía rendir homenaje al navegante. solitario de la Mil Millas.