Una pareja estaba formada por el barcelonés Pedro Ripoll, abogado de profesión, y el chileno Francisco (Pancho) Korff, ingeniero agrónomo, ambos residentes en la isla de Tenerife y bomberos voluntarios. Salieron de la playa de San Juan de Tenerife. La otra pareja era la compuesta por los vascos Xabier Agote y Urki Mendiburu, y aunque salieron juntos con Pedro y Pancho, tuvieron que recalar en la isla de Hierro, a causa de una tempestad que les inundó su bote y retrasaron dos semanas más tarde su salida. Ambas ‘tripulaciones’ abrieron la brecha en nuestro país en el tema de cruzar el océano Atlántico a remo. Fueron los primeros remeros españoles en cubrir semejante aventura y su proeza fue todo un hito que recordaremos siempre.
La aventura de Pedro y Pancho se inició el 7 de octubre del año 2001 y finalizó felizmente, 61 días después, el 8 de diciembre del mismo año en la isla caribeña de Barbados. Empezó en la playa de San Juan de Tenerife y cubrieron las 2.835 millas náuticas entre ambas islas atlánticas, esforzándose con sus remos, aprovechándose de la corriente generada por los alisios, y vigilando en todo momento de no apartarse de la autopista de la corriente marina tropical para no caer en el agujero negro del mar de los Sargazos. Por su parte, los guipuzcoanos Xabier Agote y Urko Mendiburu, tras superar sus problemas de salida, partieron el 22 del mismo mes de octubre de la isla canaria de Hierro y llegaron a las Barbados el 30 de diciembre, al alcanzar Port St. Charles, tras completar su ruta atlántica en 70 días, siendo los segundos españoles en cubrirla a remo con tan solo con 23 días de diferencia de los primeros.
Una proeza pionera de ambos equipos, que sirvió para abrir camino y valorar y respetar a estos hombres de acero que se curten en el mar.
Remeros y aventureros de otros países, con larga tradición en el rowing, ya hacía tiempo que realizaban este cruce oceánico en una nueva disciplina de remo que a finales de los años sesenta del pasado siglo comenzó a toma cuerpo, el ocean rowning, o remo oceánico.
Pioneros en esta forma de recorrer los océanos con éxito fueron la pareja británica formada por John Ridway y Chay Blyth, que en el lejano 4 de junio de 1966 salieron del cabo Cood, en Estados Unidos, para navegar durante 91 días por el Atlántico Norte, siguiendo la corriente del Golfo, para llegar el 3 de septiembre a la isla de Aran en Irlanda, tras recorrer la respetable distancia de 2.485 millas. Y decimos con éxito ya que pocas semanas antes de la partida de John y Chay, salieron de la costa de Virginia (USA), concretamente el 21 de mayo de 1966, otra pareja de remeros, formada por David Johnstone y John Hoare, también con la idea de llegar a Europa, pero sucumbieron en el intento, al naufragar 105 días después de su salida cuando, según se cree, habían cubierto 1.432 millas.
Un remake
En el fondo el éxito de John y Chay fue un remake, una rememoración de lo que 70 años antes realizó una pareja de noruegos, George Harbo y Frank G. Samuelsen, que en un acto de locura, para sus coetáneos de 1896, decidieron cruzar el océano a remo. Salieron de la ciudad de Nueva York y la primera tierra con que toparon, en el otro lado del horizonte, fueron las islas Scilly del Reno Unido. Los noruegos cubrieron un trayecto de 3.250 millas en solo 55 días y 13 horas y no contentos con ello, decidieron poner fin a su fiesta náutica en el puerto francés de Le Havre, a donde se dirigieron tras comprobar que su llegada a tierra británica no fue muy bien recibida. El cruce por el canal de la Mancha lo hicieron en cinco días.
Pero este antecedente decimonónico no quita el honor de que la travesía oceánica de la pareja de remeros formada por John Ridway y Chay Blyth, sea recordada como una proeza de auténticos pioneros de esta historia, ya que fueron ellos quienes retomaron el gusto y la afición de volver a realizar proezas oceánicas a remo a mitad del siglo XX. Y aquí su indiscutible valor.
Quien sí fue un auténtico pionero, un adelantado en este tipo de aventuras, fue otro británico, John Fairfax, al ser el primer ser humano en atravesar el Atlántico a remo en solitario, con permiso del náufrago de 1478, Alonso Sánchez. Corría el año 1969 cuando Fairfax realizó solo, con sus remos, el trayecto entre la isla de la Gomera, en Canarias con intención de llegar al Caribe. Fue el primero en realizar el cruce en sentido Este-Oeste. Salió un 20 de enero y llegó el 19 de agosto de 1969 a la playa de Hollywood, en Florida, tras recorrer 4.342 millas náuticas en 180 días. Sin duda se despistó en pleno trayecto y se salió de la corriente tropical que canaliza todo flotador rumbo hacia el Caribe, y entró en el ‘pantanal’ de los Sargazos como Colón cinco siglos antes.
En la cronología de remeros cruzadores del océano Atlántico, Fairfax es el que ocupa el tercer lugar. Inscribió su palmarés en la travesía atlántica con éxito, tras la pareja noruega Harbo/Samuelsen y los británicos Ridway/ Blyth.
Solitario pionero
También de pionero en esta disciplina hemos de considerar al aventurero catalán, Andreu Mateu. Este deportista fue el primer remero español en cruzar en solitario el Atlántico. Lo hizo en el año 2006. El 2 de diciembre salió de San Sebastián de la Gomera con la voluntad de llegar a la isla de Antigua. Y lo consiguió. Viene a ser el John Fairfax hispano. Este reusense, después de 95 días remando a favor de los alisios, recorrió solo y sin ayuda externa, 3.301 millas. No pudo arrumbar hacia la isla Antigua, lugar donde creía que sería su lugar de amerizaje, y desembarcó el 7 de marzo del 2007 en la costa de la isla de Martinica. Todo un éxito que seguro festejará el próximo año, coincidiendo con el décimo aniversario de su aventura.
En esta línea de lobos solitarios marinos también está otro mítico remero en solitario, el primer vallisoletano en cubrir la travesía atlántica, Antonio de la Rosa, que se inscribió en un raid de ocean rowing, el Rames Guyane, y lo ganó. Esta prueba francesa de remo oceánico unía Senegal con la Guayana francesa, y en el cuadro de honor de sus vencedores figura el nombre de este aficionado al piragüismo, y amante de los deportes extremos, bombero de la Comunidad de Madrid. Su experiencia atlántica en recorrer los más de 4.700 kilómetros desde la playa senegalesa del Bel Air, en el puerto de Saint Louis, hasta llegar a la costa de la Guayana francesa, en Sudamérica, significó, nada más y nada menos, ser el primer español en realizar esta competición y ganarla. Como dijo Julio César, un ‘vini, vidi, vinci’, rodeado de galos, en una prueba pensada y diseñada para galos. Tardó 64 días en recorrer las 4700 millas, saliendo el 18 de octubre del 2014 y llegando a meta el 21 de diciembre. Un éxito deportivo sin parangón.
Tras estos encomiables ejemplos, pocos remeros de nuestros mares han intentado reverdecer estas hazañas. La excepción son dos deportistas cartageneros, Emilio Hernández y José González, ambos, también, bomberos de oficio, en este caso de la Comunidad de Murcia, que se han convertido en ser los pioneros de repetir aventura oceánica de rowing. La primera fue cuando intentaron partir desde la isla de la Gomera el 4 de diciembre de 2013 destino Antigua, en la conocida Talisker Atlantic Challenge, y la segunda, expedición cubierta este año con éxito, cuando partieron de la playa tinerfeña de Adeje el pasado 16 de diciembre del 2014, para llegar 59 días después, el 13 de febrero de este 2015, a la deseada isla de Martinica, en menos de 60 días, tal como se habían propuesto.
Para ser pionero tan solo basta con tener espíritu abierto, generoso, de aventura y retarse uno a sí mismo y a tu circunstancia. No es extraño que muchos de estos héroes del remo oceánico tengan vocación de bombero. Ellos viven todas sus acciones como proyectos únicos. Excepcionales. Y cumplirlos convierte toda experiencia personal en un suceso pionero.