“He vuelto más superviviente de lo que era antes de participar en la Mini Transat“, asegura el navegante solitario, quien tuvo que hacer frente a un sinfín de contratiempos a lo largo de más de 2.000 millas en un barco de seis metros y medio.
El Real Club Náutico de Palma ofreció anoche un caluroso recibimiento sorpresa a su socio Nacho Postigo, navegante oceánico que el pasado 20 de noviembre concluyó la regata Mini Transat, que transcurre entre Douarnenez (Francia) y la isla caribeña de Guadalupe, con escala en Lanzarote.
Postigo, emocionado por la recepción y el apoyo de sus amigos, entre los que se encontraban otros navegantes de altura, como Bubi Sansó o Rafael Bestard, aseguró que había regresado de la Mini Transat, considerada como una de las pruebas deportivas más duras del mundo, “más superviviente y marinero” de lo que era antes de participar en ella.
También dijo que no cree que vuelva a realizar esta travesía para solitarios en barcos de sólo de seis metros y medio, pues “la preparación hasido muy absorbente durante dos años de mi vida”. Las reglas de la Mini Transat impiden las comunicaciones vía Internet y los sistemas más modernos de navegación.
Nacho Postigo cruzó el viernes 20 de noviembre la línea de llegada situada en Pointe-à-Pitre y completó la segunda etapa de la Mini Transat. El navegante del Real Club Náutico de Palma tuvo que hacer buena parte del recorrido sin el timón de estribor a causa de una rotura. Su participación en la primera parte de la regata, de Douarnenez a Lanzarote, quedó frustrada después de que una lancha de la organización que lo estaba remolcando a la bocana del puerto pasara por una zona de escaso calado y la quilla del velero se golpeara contra una roca.
El regatista cruzó el Atlántico (Lanzarote-Guadalupe) en 19 días, 17 horas, 2 minutos y 17 segundos, y finalizó en el puesto 36 de la categoría de embarcaciones de serie. El cántabro afincado en Mallorca navegó más de 2.000 millas con la maniobra restringida por la rotura del timón de babor y sin posibilidad de comunicarse ni recibir partes meteorológicos después de que su radio BLU se quedara sin baterías.
Postigo se vio obligado a parar nada más iniciarse esta segunda etapa en Fuerteventura a causa de una rotura en los herrajes de ese mismo timón, una reparación que no pudo aguantar toda la travesía. De hecho, Postigo explicó que estuvo a punto de quedarse sin ambos timones cuando la tornillería de estribor también se empezó a quebrar y tuvo que hacer una reparación de emergencia.
El navegante recalcó al llegar que sus problemas no habían sido por arriesgar: “Salí conservador, con el espí más pequeño y un rizo en la mayor. La mala suerte se cebó conmigo porque sufrí un vuelco y perdí el espí medio, mi asiento y un montón de cosas más”.
Tras reincorporarse a la prueba, el regatista se encontró con un régimen de vientos distinto al del resto de competidores. “Más que como una competición me lo tomé como si fuera un transporte hasta el Caribe porque no creía siquiera que pudiera alcanzar a los barcos del furgón de cola», señaló Postigo. El hecho de perder el espí medio, el de uso más frecuente en esta travesía, le impidió sacar el máximo rendimiento a su embarcación.
Postigo resumió su participación en la Mini Transat con un sentimiento ambivalente. “Estoy decepcionado en la parte deportiva, porque iba preparado para hacer un buen papel, pero teniendo en cuenta todas las dificultades que se han presentado, el hecho de conseguir llegar con mi barquito hasta Guadalupe me hace sentir muy satisfecho desde el punto de vista marinero”.
Javier Sanz y Juan Besalducj, presidente y comodoro del RCNP, le entregaron una placa conmemorativa y le felicitaron por su tesón y determinación por llegar al final, “cualidades que definen a los grandes marinos“.