Será el trimarán Diam 24, un pequeño y ágil multihull de 7,5 metros de eslora, para una reducida tripulación de tres personas, diseñado por Vianney Ancelin. Una medida salvavidas para dinamizar una prueba que está pasando por una crisis de identidad. Con esta decisión seguro que ganará en emoción y espectacularidad esta prueba.
A los navegantes franceses siempre les han gustado los multicascos, a pesar de que norteamericanos y británicos han sido los grandes pioneros y desarrolladores de este tipo de embarcación. Pero el mundo sajón siempre ha tenido una cierta aversión por este modelo de barco. Una contradicción existencial, pero así ha sido a lo largo de los tiempos.
Desde el primer multicasco de competición del que se tiene noticia, -el ignorado Amarillys, (foto portada) vencedor de todas las regata en Long Island disputadas en el año 1876, al que se le prohibió al final de temporada que regateara con las goletas de la época, porque no era un barco “convencional”- hasta la vergonzosa e incongruente marginación y ostracismo con que la Federación Internacional de Vela (ISAF) decidió dejar fuera de la competición olímpica a los veleros multicasco -en este caso el Tornado-, la relación amor-odio hacia los catamaranes y trimaranes han empañado el mundo de la vela.
Para muchas mentalidades clásicas el catamarán es una embarcación diabólica, extraña, que rompe moldes, un poco en contra natura en relación con los monocascos. Sacarlo de la escena olímpica fue el summun de una macabra maniobra con el objetivo de relegar a esta embarcación al terreno de la mera diversión, del fun, acotarlo como un artefacto de divertimento playero o lacustre, ajeno a la vela más clásica.
El renacimiento del multicasco
Pero los multicascos siempre han emergido de sus cenizas Ave Fénix. Porque en el fondo, la vela, aparte de un deporte, es y será diversión. Los aficionados a los multicascos han de agradecer mucho al armador defensor de la actual Copa América, Lawrence J.Ellison, magnate de Oracle y su equipo de regatas, en este resurgir de los multicascos. Un navegante nada clásico, por cierto, más aficionado a la aviación que a la náutica, y que decidió optar por estos extraños artefactos para recuperar la Copa América y llevarla de nuevo a Estados Unidos, después de que la retuviera el suizo Ernesto Bartarelli en Valencia, para defenderla, después, espectacularmente en San Francisco. Gracias a ello los multicascos han alcanzado por primera vez un auténtico rango de prestigio y han recuperado protagonismo -que siempre lo tuvo en un gran número de usuarios-.
Han tenido que ser los prodigiosos catamaranes de la clase C quienes, con el desarrollo de sus extraordinarias proezas tecnológicas, como ser los pioneros e inventores en incorporar las velas de ala rígidas a bordo de sus embarcaciones, inspirasen el revolucionario diseño vencedor de los trimaranes de las dos pasadas ediciones de Copa América. Y con ello han puesto a los multicascos en la élite de la vela.
Gracias a la clase C, las otras clases de catamaranes han consolidado su prestigio. La popular y variada clase B (a la que pertenecen los Tornado, los Hobie, los F20 y la mayoría de catamaranes de eslora máxima de 20’, es decir 6,09 metros, y dos tripulantes) y la clase A, (catamarán box rule de 18’ de eslora máxima -5.48 metros- y un tripulante) reducto de los más vanguardista e incondicionales de las regatas en catamarán, han demostrado a los burócratas federativos internacionales que la fórmula del multihull forma parte incuestionable de esta actividad deportiva llamada vela, que tienen en el viento y el agua su escenario de actividad.
Los multicascos son sin duda las embarcaciones de moda de este siglo XXI. De hecho, gracias a sus características intrínsecas son idóneas para los grandes retos. Los récords oceánicos de velocidad se realizan con este tipo de embarcación. La gran regata oceánica alrededor del mundo que abrió el siglo XXI, The Race, con salida de Barcelona, se realizó en multicascos; los récord de cruces atlánticos, pacíficos, etc., se baten con este tipo de embarcaciones. En Catalunya el mayor número de licencias federativas en vela ligera, a parte del Optimist, responde a armadores de un catamarán muy nuestro, el Patín de vela. Y como opción en el negocio náutico, el catamarán es el más popular entre los usuarios del chárter náutico, que inclinan sus preferencias por el alquiler de embarcaciones tipo catamarán, por su comodidad y facilidad de navegación.
Si esto sucede es porque algo especial y encantador tiene esta fórmula. A pesar de sus detractores. Además, si un multicasco ha de ser la embarcación que salve el Tour de Francia à la Voile, que sea bienvenido. Harán de nuevo un gran favor a la vela.
Angel Joaniquet