La he conocido con motivo del reparto de premios de la regata Mil Millas, una emblemática prueba trasmediterránea recuperada para el calendario náutico y que ha sido Campeonato de España de Navegación de Altura 2015. Era su primer acto repartiendo premios a los regatistas en una prueba náutica. Y me sorprendió su buen talante y excelente imagen.
Últimamente no resulta habitual encontrar personas con un talante normal, llano, afable, nada engreído, en instituciones que representan a colectivos deportivos. Y en concreto en el mundo de la vela hacía tiempo que no se respiraba un ambiente tan distendido y relajado en un acto protocolario vinculado a este deporte.
La presencia de Julia Casanueva en este acto proyectó una empatía que muchos aficionados a navegar esperaban desde hace tiempo. Puede que por el hecho de ser mujer –la primera presidenta de la vela española-…. Puede que por su elegancia… Puede que por la sonrisa sincera que departió en todo momento… Ha sido como una bocanada de aire nuevo, fresco. Una esperanza de viento franco, después de una encalma chicha que ha hecho desesperar e indignar a navegantes y practicantes de la vela.
A priori su presencia, el pasado fin de semana en Barcelona, gustó. Y gustó porque se la vio ponerse a la altura de los regatistas y aficionados que compartieron actos con ella. Creó empatía. En el reparto de premios del Campeonato de España de Navegación de Altura congenió con todos, explicó su afición a la vela. Y sobre todo, gustó por sus detalles humanos, que dan carácter y definen a una persona.
Afable en todo momento, nada engreída, sincera en sus manifestaciones, cautivó a propios y extraños. En toda relación deportiva el factor humano es fundamental. El deporte es vinculación personal con colegas que practican una misma afición. Y por lo que vimos en este acto, en el talante de la presidenta prima este factor, a veces postergado. Sabe comunicarse con sus iguales.
Su vivencia con la vela le viene de lejos. Ha sido presidenta de la federación cántabra, e incluso formó parte del equipo del presidente al que ahora sucede a causa de una moción de censura.
Y ahora, como nueva presidenta de la vela española, quiere enmendar errores pasados. Precisamente los que le metieron a liderar una moción de censura, contra un presidente del que había sido su vicepresidenta. Y esto, a priori, parece ha gustado.
Entre estos errores que quiere corregir prima, sobre todo, el de normalizar la situación con la vela olímpica. A menos de un año de los Juegos, no se sostenía la situación a la que se había llegado con los equipos preolímpicos. Pero también quiere enmendar y canalizar de nuevo el diálogo con las federaciones territoriales, roto incomprensiblemente meses atrás. Y por descontado quiere dar el apoyo a los clubs y a las clases, que los considera como la plataforma básica de desarrollo de todo deporte. Y su reto, en este conglomerado, pasa por sanear económicamente a la federación y no volver a reeditar situaciones y errores del pasado más próximo.
Unas intenciones que, por lógica, serían de Perogrullo. Pero que toman contenido de verosimilitud cuando tuvo el acierto de anunciar, recién nombrada presidenta, que renunciaba al sueldo por su cargo y por asegurar que, cumplido este año y medio que tiene como presidenta, superado este momento de choque, con unos Juegos a menos de diez meses, no se presentará a una reelección en los próximos comicios de la vela española, a realizarlos después de Rio.
Un detalle que demuestra, de entrada, un buen talante, una buena voluntad en no perpetuarse, ni eternizarse en una burotrama que encorseta al mundo del deporte en general. Un cambio de actitud importante a tener en cuenta. Un estilo que otras federaciones tendrían que anotar.
Y sobre todo me gusta la nueva presidenta porque con su presencia, como mujer, en los próximos Juegos de Rio podrá representar con dignidad a este colectivo que ha estado luchando como jabatos por estar presentes en estos Juegos, contra viento y marea, en un entorno incomprensible, provocado por su antecesor.
Repito, me gusta esta empatía de la nueva presidenta. Como solución al marasmo que vivía la vela española. Y ha tenido que ser una mujer, -impensable para muchos hace solo unas décadas- para poner las cosas en su sitio y superar una etapa de despropósitos.
Sí. El futuro del deporte pasa por el género femenino.