Han pasado 60 años desde que Lowell North decidiera aplicar la metodología científica al entonces poco evolucionado mundo de la velería. Convencido de que podía mejorar lo que había en el mercado, un día de 1957 preguntó a su amigo John Shoemaker mientras tomaban algo en un bar del San Diego Yacht Club: “Si montara una velería, ¿me comprarías una vela?”. La respuesta ejerció de empujón final al ánimo de North y de resorte para la creación de North Sails: “Sí, lo haría”. Ninguno de los dos podía prever que la nueva compañía se convertiría en referencia en el mercado.
Las primeras velas North Sails salieron de un pequeño local de apenas 60 m2 en la calle B Street de San Diego. “Era un poco sucio y polvoriento, pero lo suficientemente grande como para fabricar la mayor de un Star”, recuerda el fundador desde su casa de Point Loma (San Diego). Ingeniero espacial de formación, North confió en la metodología científica para el desarrollo de las velas. Un planteamiento que cambiaría el mundo de la velería para siempre.
La importancia de la forma
Antes de fundar la compañía, Lowell no tenía mucha experiencia en fabricación de velas. “Darme cuenta de que no tenía ni idea sobre las formas de las velas fue de gran ayuda”, explica North. “Eso me llevó a probar gran variedad de formas, lo que nos ayudó a progresar mucho”. Le llevaría años aprender cómo fabricar una forma rápida, pero pronto iba a ser conocido por su planteamiento único en la industria velera, un enfoque científico en el diseño y desarrollo de materiales que continúa vertebrando el trabajo de North Sails.
Lowell North abandonaba su trabajo como ingeniero aeroespacial en Narmco para empezar a fabricar velas de Snipe y de Star. Unos comienzos en los que contó con ayuda de un reducido grupo de personas: su primera mujer, Kay, se encargaba de la contabilidad; su primer empleado fue una costurera, Daisy, a quien seguiría Paul Merril, proveniente de la velería Herb Sinnhoffer. Pronto se incorporarían amigos como Earl Elms y Tom Nute, a quienes seguiría Pete Bennet, de Murphy and Nye. “Pete trajo consigo un montón de técnicas de producción, y estableció formas de cortar y coser velas de manera más exacta y eficiente”, recuerda Lowell North.
De la antena a la computadora
Alrededor de 1962, North y el entonces jefe de producción John Rumsey empezaron a probar empíricamente la resistencia de las velas a estiramiento y fatiga. Analizaron los números y confirmaron que los estándares del mercado eran realmente bajos. Podían mejorarlos. “Las velas del mercado no eran lo suficientemente buenas”, explica North. “Empezamos probando muestras de tejido atándolas en la antena de mi coche. Lo llamamos ‘test de ondeo’; parecía imitar la degradación del material en la vida real y nos proporcionó una buena noción sobre cómo la vela se degradaría con el uso. Más adelante simularíamos el sistema de la antena del coche construyendo una máquina que hacía girar las muestras de tejido”.
Ese sería el comienzo de una larga historia de desarrollo de materiales. La denominada “referencia 30/30” comenzó a ser conocida entre los especialistas de materiales: 30 minutos a 30 millas por hora. Mirando más allá del tejido de poliéster, Lowell y el experto Noah Lamport crearon la primera vela laminada, utilizada en 1977 por el 12 Metros Enterprise. En 1980 presentarían NorLam (una vela laminada de poliéster y Mylar), que completaba el muestrario de diseños de velas radiales de paneles.
A lo largo de 27 años, Lowell llevó North Sails a nuevos horizontes en base a su condición de pionero. Ideó formas de probar la fuerza de materiales, introdujo máquinas de corte de tejidos por computadora, y creó el primer análisis estructural computerizado de velas de ceñida. Con su trabajo, estableció un nuevo estándar de la industria y dejó su compañía con un ideología que permanece viva.
El legado de Lowell North continuaría con la patente del 3DL en 1992, seguida en 2008 por el primer tejido de poliéster orientado a la urdimbre, NPC Radian. Las velas North Sails 3Di llegarían al mercado en 2011, y hoy siguen evolucionando gracias al desarrollo de materiales en la planta que la compañía posee en Minden (Nevada, Estados Unidos). La capacidad de la tecnología 3Di continúa avanzando a medida que los diseñadores e ingenieros de producto aprenden a adaptar el producto a los nuevos mercados.
North Sails, un líder con 7 plantas de producción
Hoy, North Sails cuenta con siete centros de producción propios en seis países, una plantilla de 1.500 trabajadores y decenas de miles de velas izadas anualmente en puertos y océanos de todo el planeta. Miembro de la familia de compañías North Technology Group, la firma es una referencia absoluta en desarrollo e ingeniería de materiales que ha producido tecnología única en velas, mástiles, fibras y mucho más, y que le permite mantener una colaboración activa con compañías aeroespaciales, la Fórmula 1 y la NASA.
El catálogo North Sails incluye productos para barcos de todo el espectro de la vela, desde superyates hasta vela ligera, monocascos y multicascos, y es la referencia indiscutible en el campo de regatas. North Sails es la velería oficial de la America’s Cup, la Volvo Ocean Race, los J-Class, y es líder mundial en clases monotipos.
En el 60º aniversario de la compañía, su fundador reflexiona sobre cómo ha cambiado el deporte en las últimas seis décadas: “La vela ha cambiado muy poco en el sentido de que el viento y el agua son los mismos. La competición y la victoria todavía se basan primero en la habilidad del navegante y después en el material. ¿Qué veremos en 60 años? No mucha diferencia: barcos más grandes, rápidos y aerodinámicos, mayores velas y probablemente más foils”. ¿Y cuál es, en su opinión, la mayor cualidad de North Sails? “La habilidad de fabricar velas rápidas”.
Sobre Lowell North
Nacido el 2 de diciembre de 1929 en Springfield (Missouri, Estados Unidos), Lowell North mostró una temprana vocación por la velocidad. Con 14 años perfeccionó la mayor de su barco de clase Star, que hasta entonces navegaba con su padre con pobres resultados en regatas locales. Al año siguiente, uno de los mejores patrones de Star de San Diego lo fichaba como tripulante para participar en el mundial de 1945. Ganaba su primer oro. “Lo que Malin quería no era a mí, sino mi vela”, confesaría North. A ese primer título mundial le seguirían otros cuatro, ya como patrón (1957, 1959, 1960 y 1973), una medalla de oro en los Juegos Olímpicos de México 1968 y un bronce de clase Dragón en los Juegos Olímpicos de Tokio 1964.