La coincidencia nos permite elucubrar sobre la incidencia del número de ricos en la náutica. Tal vez los vendedores podrían haber ido a buscarlos aprovechando que tenían en Barcelona un buen número de yates de tamaño considerable. Lástima que las estadísticas nos dicen cuántos son, pero no quiénes son. ¿Se imaginan una lista publicada, con nombres y apellidos?
Estudios de este tipo los hay varios. Incluso hay una página web denominada worldwealthreport.com. Básicamente se considera que un individuo –dicho sea esto con todos los respetos- es rico si entra a formar parte de un grupo de personas llamado HNWI (High Net Worth Individuals), algo así como personas poseedoras de una elevada capacidad financiera. ¿Cómo cuánto de elevada? Pues más de un millón de dólares. Ahora bien, contados en dólares constantes de 2006 y sin tomar en consideración la residencia habitual.
Lo de los dólares constantes es necesario para estos estudiosos con la finalidad de presentar elaboradas tablas comparativas entre un año y otro. A mí, la verdad, casi que me da igual de qué año son los dólares. Dólares son dólares. Lo de no tener en cuenta la vivienda habitual está muy bien, pues se considera que a la hora de hacer inversiones o de, simplemente, gastar dinero, uno tiene la precaución de no vender el lugar donde reside. Uno que sea medianamente inteligente, porque también se han dado casos de gente que hipotecó la casa para poder comprar el barco… ¡Lo que hay que hacer para colocar al hijo o a la hija!
Cuando se computa la casa, el patrimonio total pasa a ser inmediatamente más alto y el número de ricos prácticamente se dobla. No porque la casa valga otro millón de dólares, que ya podría ser, sino porque al añadir un poco más de patrimonio se salta de tramo.
Hay aún otras escalas para clasificar a los muy ricos. Denominación que para unos estudios está por encima de los 20 millones de dólares, para otros de los 30 millones y para algunos cuando el individuo en cuestión tiene 50 o más millones de dólares.
Según la página web citada más arriba el primer país en cuanto a ricos es los Estados Unidos, con unos 4.351.000 millonarios en dólares, seguido de Japón, Alemania y China.
España ocuparía la posición número 14 con 178.000 personas que cuentan con activos por más de un millón de dólares. ¿Hipotéticos clientes para comprar un yate? Pues no sé. La flota española se estima en 200.000 unidades. O sea, que hay más barcos que ricos. Esto me inclina a pensar que no hace falta ser rico para tener una embarcación de recreo, si tenemos en cuenta la definición de “rico” expresada antes. Claro que entre la flota española de 200.000 unidades hay pequeñas neumáticas, barquitos de pesca, motos acuáticas y otros elementos que tienen un precio sobradamente inferior al millón de dólares. ¡Faltaría más!
Me reafirma en esta opinión la lectura del informe presentado por Izando Marketing, la única empresa española especializada en marketing náutico, que estima el valor medio de la flota de recreo española en 45.000 euros. Vaya, que un rico-pobre, que estuviese en la franja baja de los ricos, con “solo” un millón de dólares, es decir, unos 890.000 euros, podría gastar un 5% de sus activos financieros para poder comprar el barco tipo de la flota de recreo española.
Me llama la atención que, si dividimos el número de habitantes de los Estados Unidos por el número de ricos, el resultado es que hay un rico por cada 73 habitantes. En cambio, si hacemos la misma operación en España, el resultado es de un rico por cada 258 habitantes.
Otra estadística informa del número de individuos con más de 50 millones de dólares y en este caso siguen en cabeza los Estados Unidos, con unas 14.000 personas, mientras que en España los afortunados muy ricos son unos 1.400. Sin embargo, parece ser que son un 15% menos que el año anterior. Vaya, la crisis llega a todas las clases económicas. ¿O no? La depreciación del euro con respecto al dólar, algo tendrá que ver…
Años atrás, este tipo de sesudos informes eran utilizados por los grandes astilleros de recreo del mundo para justificar la importancia de sus inversiones. Si hay tantos o cuántos ricos, tenemos un mercado potencial al que tenemos que llegar, venían a decir. Pero a menudo se olvidaron de que no es obligatorio tener un yate, ni pequeño ni grande. Hay quien prefiere tener dos casas, viajar en primera clase, coleccionar coches clásicos o tener en el salón obras de arte exclusivas. Dicho de otro modo, el target –objetivo- es el mismo o muy parecido para quienes venden yates que para quienes venden jets privados, para las cadenas hoteleras de lujo que para los galeristas de arte. Sin perder de vista que alguno de los “individuos” puede ser objetivo de todos ellos. Yo he visto dos Picasso en el salón de un megayate (ver foto superior). Pero ojo, mucho se han de torcer las cosas para que los dos Picasso dejen de subir de precio y el armador se los llevará a casa el día que se venda el yate, o compre otro. Yate o Picasso…
Lo que está claro es que en ningún libro de contabilidad hay una columna para anotar el grado de satisfacción obtenida navegando…