Desde este lunes 19 de septiembre y hasta el próximo día 30, los siete barcos que participarán en la Volvo Ocean Race 2017/2018 están obligados a realizar un parón de un par de semanas para el Assembly Period (periodo de ensamblaje).
Se trata de una parte obligatoria de la preparación antes de la regata. Todos los equipos deben acudir al Boatyard (astillero) en Lisboa para sacar sus barcos del agua e inspeccionarlos posteriormente por última vez antes del inicio del maratón oceánico.
Uno de los elementos particulares de la era ‘One Design’ o monotipo (diseño único) es que todo el mantenimiento se lleva a cabo en una única instalación central dirigida solo por el personal de la Volvo Ocean Race, en lugar de por los propios equipos; igual que cuando llevamos nuestro coche a un concesionario oficial después de haber recorrido los kilómetros necesarios para una revisión. Solo que en este caso, en vez de tomar un café y aguardar en el sala de espera, el Periodo de Ensamblaje da a los equipos de la Volvo Ocean Race el tiempo necesario para acudir a la costa de Newcastle (Reino Unido) para hacer un riguroso curso de supervivencia en el mar.
Con casi 9.000 millas náuticas hasta el próximo servicio de mantenimiento en Ciudad del Cabo (Sudáfrica), el Boatyard hará mucho más que comprobar el aire de los neumáticos o cambiar los filtros. Se quitarán los mástiles de los barcos para ser escaneados por especialistas en pruebas no destructivas para confirmar que la exigente Etapa Cero no les dejó ningún daño oculto.
Para garantizar el mejor nivel de servicio, el Boatyard utilizará solo el material de los fabricantes originales. Esto significa que, por ejemplo, Harken trabajará mano a mano con los astilleros para reparar los cabrestantes o winches; los electricistas holandeses de Mastervolt revisarán las baterías de iones de litio; los especialistas en hidráulica italianos prestarán servicio al sistema de quilla Cariboni; y los expertos británicos en electrónica de B&G calibrarán los instrumentos.
En resumen, el astillero se va a convertir en una versión de las Naciones Unidas, solo que más sucia y llena de aceite. El personal en Lisboa pasa de 20 a 55 empleados durante este periodo de mantenimiento intensivo.
Las tripulaciones de la Volvo Ocean Race tendrán la seguridad de que podrán exigir a sus barcos hasta el límite de su capacidad hasta el siguiente punto de mantenimiento, con la seguridad absoluta de que estos van a responder como es debido.
Las etapas de la regata suponen diferentes niveles de desgaste tanto para los barcos como para las tripulaciones, y el servicio en tierra es muy consciente de ello. Las revisiones más intensivas se reservan para Ciudad del Cabo, Hong Kong, Auckland, Itajaí y Cardiff. Y las menores para Melbourne, Newport y Gotemburgo, donde los barcos pueden permanecer en el agua durante la escala.
Además de comprobar cuidadosamente los barcos después de unas 12.000 millas durante los entrenamientos previos a la regata, el Boatyard se encargará de confirmar que los barcos son idénticos y de emitir los certificados de control necesarios que les permitan competir como una flota de diseño único.
Esto implica aplicar pesos correctores a componentes individuales como la botavara o el mástil para que los barcos pesen exactamente lo mismo, tanto pieza por pieza y como el barco al completo.
El 30 de septiembre la flota One Design estará de nuevo en mar abierto y lista para dar lo mejor de sí en la mejor regata oceánica del mundo: la Volvo Ocean Race.