Ahora, si no te fallan los dispositivos, es fácil diseñar un rumbo, seguirlo sin complicaciones, situarte y saber con exactitud dónde estás en medio del mar, sin ningún problema. Además puedes comunicarte con precisión, ya no solo radiotelegráficamente, sino hasta telefónicamente.
Pero aún hay nostálgicos que recuerdan cómo se navegaba sin electrónica no hace ni tan solo 30 años. Disponer hoy día, al instante, de los mejores partes meteorológicos, de la más fiable previsión del oleaje que vamos a tener en nuestra travesía, poseer sondas casi fotográficas, sistemas de localización a través del radar de todos los peligros que se nos acercan a nuestra embarcación, son un lujo tan habitual y rutinario, que casi no se valora.
No hace tantas décadas, en muchas embarcaciones, de no tener, ¡no tenían ni radio! Algunos armadores privilegiados disponían de un gonio para leer marcaciones y situarse en medio del mar, otros, los más ‘modernizados’, tenían los entonces vanguardistas receptores Loran, pero la mayoría de los navegantes utilizaban su conocimiento directo, la experiencia, la observación visual, el cálculo y trazado por estima en una carta, para atravesar el mar.
La navegación por placer era una ciencia adquirida a base de la experiencia. Hoy, gracias a la electrónica, esta agudeza náutica ha quedado superada. Se ha convertido en una virtud relegada para el recuerdo. Parece que no tiene mucho sentido potenciar la sensibilidad náutica, si un plotter bien programado y con las suficientes aplicaciones nos da toda la información que necesitamos para navegar bien, de forma segura, eficaz y cómodamente.
Los bares de los clubes son espacios especiales reservados a las grandes ideas, los proyectos quiméricos, la genialidad, las ocurrencias desbordantes. El otro día oí una conversación donde los tertulianos recreaban cómo se navegaba hacía tan solo treinta años atrás, y uno de estos nostálgicos comentó que sería divertido revivir una regata o navegación sin electrónica alguna, sin ningún tipo de ayuda informática, ni ayuda externa.
–Tal como navegábamos, cuando aprendimos a navegar.
Uno de los contertulios le dijo:
–Esto, hoy, es una utopía, -le comentó-, esto no es posible. Primero, hemos perdido la sensibilidad y las agallas para navegar sin la ayuda electrónica. Segundo, hoy día, además, la misma administración marítima no nos permitiría navegar de esta forma tan ‘primitiva’. Sin saberlo nos hemos convertido en robots náuticos guiados por las tecnologías electrónicas. Hemos renunciado, por comodidad, a la sensibilidad marinera y conocimiento propio que disponíamos cada uno de nosotros, para dejarlo que todo lo haga la electrónica.
Este comentario me ha hecho reflexionar.
Angel Joaniquet