El gobierno, el del estado, el del estado español, por más señas, tiene previsto confeccionar una nueva ley de medidas de simplificación administrativa para ciudadanos y empresas. Esta nueva norma incluirá, si alguien no lo remedia, una modificación de la Ley del Deporte, existente desde el año 1990, en el que se dirá lo siguiente:
“Para la participación en cualquier competición deportiva oficial será preciso estar en posesión de una licencia deportiva, que será expedida con carácter único por las federaciones deportivas de ámbito autonómico que estén integradas en la correspondiente federación estatal, según las condiciones y requisitos que se establecerán reglamentariamente, y que en todo caso deberá contemplar una compensación suficiente a las federaciones estatales por las competencias que tienen atribuidas. Dicha compensación será aprobada por la Asamblea General de la federación estatal. La licencia habilitará para la participación en cualquier competición oficial de la modalidad o especialidad deportiva, de ámbito estatal o autonómico, desde el momento en que se inscriba en el registro de la federación deportiva estatal correspondiente.”
Se pretende proceder de este modo para que un deportista de Navarra, con licencia de la Federación Navarra, del deporte que sea, pueda participar en una competición desarrollada en, por ejemplo, Madrid. O viceversa. O un señor con licencia de la Federación Catalana de Vela pueda, por ejemplo, participar en una regata desarrollada en Castellón. O viceversa.
Así, a simple vista, parece interesante. Ahora bien, el asunto plantea varios inconvenientes. Yo le veo los siguientes. ¿Qué competición no oficial precisa de licencia? Este… ¿Ningunga? ¡Efectivamente! ¡Ninguna! Cuando un deportista quiere participar en una competición en cualqueir parte de España debe afiliarse a un club deportivo del deporte que se trata y, éste, le facilitará la licencia deportiva expedida por la federación deportiva autonómica correspondiente. También hay deportistas independientes, no afiliados a ningún club que obtienen directamente su licencia en la federación autonómica. Esto ha sido así desde 1990, pero no crean que fue fácil que las federaciones deportivas españolas aceptaran de buen grado ceder esa mamandurria. Con los ingresos generados por las licencias, las federaciones deportivas autonómicas empezaron a tener un poco de vida propia.
Las federaciones deportivas estatales dejaron de poder entrometerse en los territorios de las federaciones autonómicas, se acabaron los viajes, se acabaron las dietas, se acabó el “sí, bwana”. ¡Ah! ¡Cuántos dirigentes deportivos estatales estuvieron al borde de cortarse las venas! ¡El poder se les escurría por entre los dedos de las manos! Las federaciones deportivas españolas pasaron a ocuparse de aquello de lo que debían ocuparse, de las competiciones “oficiales de ámbito estatal”. Está así en el BOE, lo que significa Campeonatos y Copas de España.
Un impuesto al ejercicio del deporte
Durante más de veintitrés años este sistema ha funcionado adecuadamente y, de pronto, se pretende introducir una modificación. Bajo la excusa de permitir que los deportistas puedan participar en distintos torneos oficiales en el ámbito de toda la geografía española, lo que se está haciendo es introducir un impuesto revolucionario. Se pretende que los deportistas sin ningún interés en las competiciones estatales sufraguen los gastos de las federaciones estatales. Vaya, es como si las tiendas de la periferia tuviesen que soportar un canon para subvencionar al Corte Inglés. Si se fijan bien, no es tan extraño, ya hacemos lo mismo con las entidades bancarias y las compañías eléctricas: pagamos entre todos los sueldazos de algunos, bajo la denominación “rescate”, “canon” o cualquier otro término parecido.
En este caso sucede que se pretende que las asambleas generales de las distintas federaciones deportivas estatales aprueben una norma que afecta a las otras federaciones, a las autonómicas. Jurídicamente anómalo. Las federaciones deportivas autonómicas son entidades con personalidad jurídica propia que solo rinden cuentas ante su propia asamblea general y, si acaso, ante las autoridades deportivas de su propia Comunidad Autónoma. Pero lo que nadie ha explicado es qué cantidad de dinero recibirá cada una de las federaciones autonómicas de determinado deporte por las licencias expedidas en cada una de las otras, porque de lo que se trata es de facilitar la participación de licencias valencianas en Catalunya, de licencias catalanas en Aragón y de licencias extremeñas en Andalucía. Dicho bien clarito: se pretende que, para un tema que afecta solo a las federaciones autonómicas se pague un canon a la federación española, que no tiene nada que ver en esto. Y, de paso, no será necesario cobrar la habilitación estatal que solo pagan quienes participan en competiciones oficiales de ámbito estatal. Sin dar un palo, pretenden que les caigan los diezmos.
Al contrario de Robin Hood
¿Y si las licencias autonómicas tienen precios distintos? ¿Correrán todos los deportistas a obtener su licencia donde sea más barata? ¿Cómo se podrá aplicar disciplina deportiva a personas que no dependen de la federación donde juegan? Es más, puede muy bien suceder que distintas federaciones autonómicas no quieran ni deseen recibir en sus competiciones a personas procedentes de otros ámbitos geográficos. ¿Entonces para qué van a hacer una licencia que sirva en lugares distintos?
De aprobar el gobierno la medida puede suceder muy bien que algunas federaciones españolas no la quieran aplicar, pues eso mermará de inmediato sus bases, al tener que aumentar el precio de las licencias, de todas las licencias. O, lo que es peor, que se lleve la medida a votación en las respectivas asambleas generales de las respectivas federaciones españolas y se pierda la votación. Los presidentes y las juntas directivas que reciban semejante castigo tendrán que dimitir. ¿No?
¿Y por qué, después de 23 años, ahora quiere el gobierno, a través del Consejo Superior de Deportes, imponer esta medida? Pues porque desde el año 2013 las subvenciones que las federaciones deportivas españolas recibían del CSD han experimentado un recorte muy considerable. Así que desde el CSD han dicho algo parecido a:”Bien, como que yo no te puedo dar más dinero, te doy permiso para que vayas y esquilmes a tus súbditos periféricos”. ¡Magnífico! ¡Como Robin Hood, pero al revés! Pero haciendo lo contrario que Robin Hood, uno no llega a héroe, sino que se convierte en un villano.
Mira que la cosa es fácil. Si de lo que se trata es de sostener las competiciones oficiales de ámbito estatal, basta con cobrar inscripción. Pongamos que mantener un torneo cuesta 10.000 euros y participan en él 1.000 personas. Pues toca a 10 euros por persona y dejamos los precios de las licencias en paz. ¿Que en lugar de 1.000 personas participan 10? Pues te tocan 1.000 euros, amigo. Pero es que son multitud los deportistas que no solo no quieren pagar, sino que esperan cobrar. Compañero, si no eres Messi, Márquez o Alonso, vete preparándote, la vida es dura y en el deporte de aquí, cada uno va a acabar pagándose lo suyo.