Producir una película en España, es decir, levantar capital para realizar, comercializar y rentabilizar una obra es una labor que debe ser respetada. Y si el resultado es una creación que trasciende a la simple comercialización nos encontramos ante un verdadero producto cultural.
La industria del cine español tiene capacidad para: generar un acto, los Goya 2016, con una audiencia televisiva de casi 4 millones de espectadores; reunir a los líderes políticos del momento; promocionar sus productos en una televisión pública, periódicos, y revistas; y mantener tradicionalmente un programa de subvenciones.
Este año, el zenit televisivo que trasciende de la Gala Goya 2016 – y que ha sido noticia en todos los telediarios-, son 15 segundos en el que el presentador Dani Rovira suelta un improperio contra el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, por no ser sensible a gravar con IVA reducido los productos culturales, contraponiendo en la práctica “cultura” con “yates”. Millones de españoles han oído en las noticias prime time “… Si no baja el IVA de comprarse un yate, a mí me da igual porque yo no tengo yate; … “
En el contexto de la explicación, esta frase supone una desafortunada publicidad para el sector náutico y resulta dolorosa por ser gratuita y seguramente involuntaria, invitando a mantener barra libre de impuestos sobre la náutica.
Carlos San Lorenzo, secretario general de ANEN (Asociación Nacional de Empresas Náuticas) ha reaccionado rápidamente explicando en carta abierta qué es y qué significa la náutica en España, los puestos de trabajo directos que genera, y la importancia de promover actividades que tienen potencial de desarrollo.
Desde la FEAPDT (Federación Española de Asociaciones de Puertos Deportivos y Turísticos) se promueve la búsqueda de un turismo de calidad, se proponen fórmulas para recuperar al usuario, se sostiene que la náutica es un motor económico merecedor de atención y que no es una fuente de recursos públicos ilimitado.
Demonizar a la náutica de recreo en momentos de austeridad ha estado de moda. Todo el mundo se ha atrevido. La industria náutica ha sufrido la crisis como la que más, y parece que puede soportar un constante ridículo o un sobrecoste sin lógica.
Pero ningunear al usuario o al cliente es muy peligroso. Se ningunea al que tiene una embarcación de recreo porque se sobreentiende que todo le viene dado. Y como exhibe una vida regalada, lo que toca es pagar. Este razonamiento no lleva a nada y puede ser contraproducente. El usuario paga al Puerto, la marinería, el mantenimiento, mecánicos, ventas, tripulantes, limpieza, vigilancia, seguros, combustible, impuestos, revistas, abogados, gestorías, salvamento marítimo, escuelas náuticas, elementos electrónicos, restauración, actividades sociales, … aquí hay mucha gente que vive de la náutica, y podría ser el triple como pasa en Francia
El episodio de los Goya 2016 y la náutica quedará como una anécdota entre las batallas que la náutica deportiva ha de vencer en nuestro país. Superar este estereotipo que se repite como un mantra es tarea de todos, incluso de los que no forman parte de este sector, pero para ello han de ser valientes, y no dejarse deslumbrar solo por la pomposidad de un yate.
Con ánimo positivo, del mundo del cine me quedo con Antonio Banderas y su anuncio de colonia “king of seduction”: sensaciones, mar, emoción, acantilado, el barco gobernado por Banderas, … y en la costa la silueta de un puerto.
Jaume Prats
BA, Barcelona Advocats
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