Si hace décadas, en el deporte, los boicots se situaban en el ámbito territorial (se boicoteaba a países por ética política y social), ahora parece que se quiere boicotear a los deportistas, a personas, por culpa de las instituciones que les representan.
Y como ocurre siempre con estos boicots, pagan justos por pecadores. ¿Qué culpa tiene un deportista si vive en una sociedad corrupta, se encuentra dentro de un Estado xenófobo o está encuadrado en una federación -a la que está obligado a pertenecer-, que es un nido de corruptos y gente indeseable.
Lo lógico sería que si se quiere castigar o sancionar a alguien, sea a los responsables de estas corruptelas, a veces parapetados en poltronas institucionales. Pero no al deportista, que a base de tesón, sacrificio e ilusión, a lo único que aspira es a competir entre iguales y sin trampas. Criminalizar a todo un colectivo, sin matizar, es un aberración bárbara.
Muchos desalmados están minando el mundo del deporte. Estamos viviendo momentos de cambios y hoy, esta realidad, se nota. Ya casi no nos sorprenden noticias donde se descubren casos de corrupción, dopaje, estafa, amañamiento de resultados, venta de sedes de campeonatos, robo a patrocinadores, asociación de malhechores en el mundo del deporte. Para proceder contra ello está la justicia ordinaria, que ha de actuar. Pero otra piedra angular para regenerar este triste periodo que vivimos es, y ha de ser, la lucha contra el dopaje. El dopaje es una epidemia en el deporte. Un autoengaño que nunca se podrá justificar ya que es jugar con las cartas marcadas y esto es deplorable para todo deportista. Y un engaño a los compañeros y a los seguidores de deporte. Por suerte, también perseguido penalmente desde hace pocos años.
A pesar de ello en el mundo del deporte la sensación de que todo vale está aún a flor de piel. La noticia de estos días es como el COI, a través de la Federación Internacional de Atletismo, puede prohibir a todos los atletas (de atletismo) rusos de participar en los próximos Juegos Olímpicos, a raíz de un informe de la Agencia Mundial Contra el Dopaje (AMA). Castigar a todos los integrantes de una federación, de un país en concreto (la de atletismo en la Federación Rusa) y dejar fuera de la competición (en un año olímpico) a decenas de atletas rusos, es alarmante. Por una falta de saber hilvanar fino.
Si hace décadas en el deporte, como decíamos, los boicots se situaban en el ámbito territorial (se boicoteaba a países, por ética política y social), o bien ciertos países boicoteaban, por cuestiones ideológicas, un evento deportivo, ahora parece que es el organismo promotor de una cita quien quiera boicotear a todo un conjunto de deportistas, por culpa de las instituciones que les representan.
En este caso la medida es contra una federación de atletismo, pero pronto, de prosperar esta ocurrencia, podrían verse afectadas otras federaciones. De todos son conocidos escándalos que han manchado a deportistas de la natación, del ciclismo, del tenis, del voleibol, del balonmano, fútbol, como deportes más conocidos. Pero según me comenta un colega que vive en Inglaterra, la mirada también está puesta en otros deportes menos populares, donde se han detectado situaciones poco recomendables o conductas reprochables.
Según este informe de la AMA (Agencia Mundial Antidopaje) un 10% de los deportistas de élite puede estar utilizando sustancias dopantes para mejorar el rendimiento. De las 283.304 muestras que analiza el informe, más de 3.000 presentaron sustancias prohibidas en 2014. Y lo más sorprendente es que, si bien el atletismo y el ciclismo son los deportes que más violaciones presenta por número de practicantes, los deportes olímpicos que más se dopan, los que presentan más irregularidades, según la proporción entre el número de controles realizados, son la halterofilia, el golf y la equitación. Sorprendentemente en este informe se sostiene que otros deportes, que normalmente no se asocian mediáticamente a casos de dopaje, se han detectado resultados adversos en disciplinas como la vela paralímpica, que presentó un porcentaje de resultados adversos del 13% (de los 24 controles que se realizaron), el fisicoculturismo (13,7%), la pesca (10,6%) y los dardos (8,5%), la pelota vasca (4,2%), automovilismo (3,7%) o motociclismo (3,4%).
A ningún deportista le gusta descubrir que su rival le ha ganado con trampas, y entre ellas el dopaje es el peor de los engaños ¿Cómo podemos creer en el deporte cuando según parece, solo hay amaños, corrupción y dopaje? Quienes amamos el deporte, esto no lo podemos consentir.
La marea de escándalos relacionados con la corrupción en el deporte se está convirtiendo en el pan de cada día en la prensa internacional. No hay disciplina que se libre de la sospecha. Si hace años fue el ciclismo, el tenis, ahora es el atletismo. Pero si hasta ahora los castigos y sanciones se centraban en deportistas deshonestos, en individuos concretos, ahora, debido la ineficacia y la falta de autoridad moral de las instituciones que velan para que esto no ocurra, se quiere sancionar a todo un colectivo, en general.
Me parece muy bien que se tomen medidas radicales contra los organismos, ya sean federativos, gubernamentales, administrativos que hayan convertido en hábito y rutina la práctica del dopaje. Se tiene que castigar y deshabilitar a los responsables que han permitido estas acciones y a los deportistas que han quedado seducidos por este engaño. Pero castigar a todo un colectivo que forman parte, por imperativo legal, de estas federaciones, me parece el último de los despropósitos en el mundo del deporte.
Quien tenga culpa, que pague. Que se le castigue con la máxima energía. Que se le impida participar en eventos deportivos. Que se le retiren medallas, las marcas y los títulos ‘malganados’. Incluso, que lo deshabiliten. Pero por justicia, se ha de saber hilvanar bien y no intentar matar moscas a cañonazos.
La inmensa mayoría de los deportistas respetan las reglas del juego. No es justo que el buen hacer de una mayoría se vea empañado por unos pocos que deciden hacer trampas, que se dopan, trafican, recetan o se administran sustancias no permitidas. Hay mucha gente que compite honradamente y hay que ser beligerantes con quienes incumplen las normas de ética deportiva. Pero no hemos de perder el norte. Una cosa es perseguir a los delincuentes, que haberlos ‘haylos’, y otra cosa es demonizar al conjunto de deportistas, que por desgracia tienen que cohabitar con delincuentes.
Angel Joaniquet