Hurgando por la red uno encuentra auténticas maravillas. En esta ocasión me referiré a la Recreational Boating Statistics que ustedes pueden consultar y descargar gratuitamente si pinchan en el enlace.
El primer comentario que hay que hacer al respecto es que la obtención del documento es gratuita. El segundo, que no sucede lo mismo en España. ¿Qué es lo que no sucede? Pues lo que no sucede es la publicación de este tipo de documentos.
Lo primero que convendría saber es si esta recopilación de datos existe en España. Si no existe debería existir. Debería confeccionarse. La segunda cosa que sería bueno conocer es, en el caso de que esta documentación exista, las razones que impiden su publicación. Una vez confeccionada no aparecen motivos objetivos para guardarla en un cajón.
Sucede con frecuencia que cualquier asunto que planee de forma negativa sobre un sector determinado es considerado anatema y debe ser ignorado. Tal vez el sector –náutico o cualquier otro- prefiere esconder la cabeza bajo tierra, cual africana avestruz, e ignorar. En mi opinión debería ser todo lo contrario: la información es neutra. Tener mucha siempre va bien.
La explicación de los accidentes de tráfico no ha impedido que se sigan vendiendo automóviles, motocicletas o bicicletas. En cambio, esa información ha permitido corregir las situaciones que causaban determinados accidentes y sus consecuencias. Me refiero a la limitación de la velocidad, el uso de cinturones de seguridad, de cascos, de chalecos reflectantes o cualquier otra medida que ha contribuido a disminuir el número de accidentes y, a la vez, que las consecuencias de estos fueran menos graves.
En este sentido la información que ofrecen las autoridades españolas son muy tibias. Si entran ustedes en la página web del Ministerio de Fomento, concretamente en el área de Marina Mercante, verán que hay un apartado para informes de accidentes que lleva unos diez años sin actualizarse, y si consultan la Sociedad Estatal de Salvamento Marítimo verán que hay un informe de 68 páginas, de carácter general, que no baja al detalle de la náutica de recreo. Aquí lo tienen:
Así pues, volvamos a los Estados Unidos. De entrada, la estadística recoge lo que sucede en las costas y en el interior, donde hay miles de lagos y ríos navegables, algunos tan enormes como Michigan, Ontario, Superior, Hurón y Eire. Pero al grano. El informe desglosa los accidentes por tipo de embarcación, por tipo de patrón, por la gravedad de lo sucedido, por edad de las víctimas, etc. También contiene una estadística de la evolución de todo ello desde 1997 hasta 2015.
Basta leer la página 6 de este informe para hacerse una idea muy clara de lo sucedido.
Los datos acumulados recogen un total de 4.158 accidentes, con 626 muertes, 2.613 heridos y 42 millones de dólares en pérdidas materiales. Comparado con 2014 el número de accidentes creció un 2,3%; el número de muertes creció un 2,6% y el número de heridos un 2,4%. Pero el estudio afina tanto que, en realidad, las cifras han mejorado. ¿Cómo es esto posible? Pues porque la flota ha crecido más que los accidentes. Por cada 100.000 barcos registrados los accidentes crecieron el 1,9%. Este tipo de información es fundamental para conocer la realidad de las cosas, pues los accidentes crecen menos que la flota, luego la situación se está corrigiendo.
El 76% de los fallecidos lo fueron por ahogamiento y, de estos, el 85% no llevaba el chaleco salvavidas. Ocho de cada diez ahogados lo hicieron navegando a bordo de embarcaciones de 21 pies o menos, es decir, en los barcos más pequeños, pero aquí encuentro a faltar la proporción de “pequeños” y “grandes”, pues los pequeños son, sin duda, mucho más numerosos.
En 158 accidentes –¡de 4.158!- al menos una persona sufrió daños provocados por la hélice, con 27 fallecidos.
Más datos: las distracciones del patrón, la falta de experiencia y el exceso de velocidad son factores determinantes y el consumo de alcohol tuvo que ver en el 17% de los accidentes con víctimas mortales.
¿Y la situación española? El único documento encontrado con referencia a estos asuntos es una nota de prensa publicada el 18 de enero de 2016 en la que se indica que en 2015 Salvamento Marítimo prestó auxilio a un total de 15.556 personas en 5.462 actuaciones, pero aquí se computan las actuaciones y personas rescatadas a bordo de pateras.
En estas 5.462 actuaciones se considera que en 3.991 estuvieron implicados buques, 55% de recreo, 15% pesqueros, 11% mercantes y el 19% corresponde a pateras y “otros buques” o, simplemente, no había buques, pues se trató de intervenciones realizadas con motivo de la caída de personas al mar desde tierra.
Esta información resulta escasa si se desea llamar la atención sobre la importancia de la seguridad en el mar, pues no indica las consecuencias de estos accidentes, tales como heridos o fallecidos.
También se encuentra a faltar una coordinación mayor entre los distintos cuerpos o instituciones que intervienen en estos asuntos, como puede ser el Servicio Marítimo de la Guardia Civil, las policías locales o Protección Civil, ni queda claro si las empresas concesionarias de la seguridad en las playas, como la Cruz Roja o la célebre Proactiva, incorporan sus datos a estas informaciones.
En cualquier caso conviene fijarse mucho en que los buques de recreo estuvieron implicados en el 55% de las actuaciones comentadas por las autoridades españolas, pero el informe no dice que los buques de recreo son unos 200.000, lo que supone el 95% de la flota, pues los barcos de pesca, según el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente son 9.400, y a la baja. Lo pueden ver en este enlace y los buques mercantes a 6 de julio de 2015 eran 132. No 132.000, no. Ciento treinta y dos. Los concursantes de Pasapalabra se los podrían aprender de memoria. Ahora podríamos decir que esos 132 buques se llevaron el 11% de las 5.462 actuaciones, lo cual serían 601 actuaciones. ¿Cinco y pico por cada barco? No creo. Aquí hay que contar los miles de buques mercantes que navegan por aguas españolas, pero también son miles los barcos de recreo extranjeros que lo hacen.
En cualquier caso, no es suficiente indicar que más de la mitad de las actuaciones fueron “culpa” de las embarcaciones de recreo sin indicar a continuación que la flota de recreo es veinte veces superior a la pesquera y 2.000 veces superior a la mercante.