Los deportes acuáticos están siempre presentes en toda embarcación de recreo que se precie. Si se trata de una pequeña lancha hay a bordo unas gafas y unas aletas para bucear o unas cañas de pescar. A medida que crece el tamaño del yate crecen sus equipamientos. Una lancha auxiliar para llegar a las calas sirve también para practicar el esquí náutico o el wake board, un compresor se utiliza para llenar las botellas de aire comprimido si se desea bucear y una o más motos acuáticas son ejercicio asegurado.
Pero en los grandes yates las travesías pueden ser muy largas ¿Qué hacer durante esas jornadas? Para esos días de navegación es importante disponer a bordo de las máquinas que permiten seguir con los entrenamientos cardiovasculares o los estiramientos habituales.
Esto fue en el pasado más necesario que ahora. En la actualidad el armador de un gran yate o sus invitados no suelen realizar grandes travesías, sino que llegan a bordo desde sus domicilios habituales en helicóptero o en jet hasta el aeródromo más cercano, pero en el pasado los invitados viajaban a bordo a la hora de cruzar los océanos y el gimnasio era, seguramente, más imprescindible entonces que ahora. Así debió pensarlo Edward Francis Hutton cuando en 1932 le regalo a su esposa Marjorie Merriweather Post el Hussar V que con sus 109,7 metros de eslora era el mayor yate de la época. Después de pasar por distintas manos, es conocido ahora como Sea Cloud y se dedica ahora a los cruceros de lujo con tanto éxito que sus propietarios construyeron el Sea Cloud II. Viene a cuento porque en internet se encuentran fotos de los gimnasios de ambos barcos.
Pero volvamos a los gimnasios actuales a bordo. En algunos casos se colocan las máquinas directamente en cubierta, tapadas con unas fundas cuando no se utilizan. La colocación de las máquinas en cubierta tiene la ventaja de poder realizar los ejercicios al aire libre, respirando la beneficiosa atmósfera marina, pero tiene el inconveniente de depender de la meteorología. Lluvia, demasiado calor, demasiado frío…
Para evitar esos inconvenientes muchos armadores prefieren instalar el gimnasio en el interior. Dos son los emplazamientos más habituales. De una parte, una habitación en la cubierta superior para tener vistas sobre el horizonte. Este es el caso, por ejemplo, del Clarena II, el yate de 72 metros de eslora que ordenó construir en Italia Francisco Hernando, constructor español conocido con el sobrenombre de “el pocero de Seseña”, por la gran urbanización manchega que impulsó. La crisis del ladrillo hizo que, poco después de estrenado, Hernando vendiera su yate al magnate mejicano Ricardo Salinas Pliego que le cambió el nombre por el de Azteca. Azteca es el nombre de uno de sus grupos empresariales y de su cadena de televisión, la segunda en Méjico solo detrás de Televisa.
Pero el espacio disponible para instalar un gimnasio en un yate disminuye a medida que se gana en altura, de modo que el emplazamiento que permite desarrollar más posibilidades en cuanto a espacio y equipamiento es la cubierta inferior, donde el barco es más largo y más ancho. Pero no cualquier lugar.
La mejor elección es situar el gimnasio totalmente a popa, justo a continuación de la plataforma de baño, la auténtica playa privada del yate. De este modo se puede hacer ejercicio mirando al mar a través de grandes puertas cristaleras y, si la meteorología lo permite, tener estas puertas abiertas y pasar del baño de mar al gimnasio o viceversa cuando se antoje. 20 metros cuadrados de gimnasio son una superficie habitual en yates de 45 o 50 metros de eslora.
El equipamiento más frecuente en estos casos es el habitual que se puede encontrar en cualquier gimnasio, es decir, las máquinas que permiten desarrollar ejercicios cardiovasculares, como las elípticas y las bicicletas estáticas, así como espalderas y bancas para la realización de estiramientos y musculación. Muy adecuadas para los yates son las máquinas de estiramientos con las pesas ocultas, como las Kinesis. Los astilleros italianos tiene a gala equipar sus yates bajo el marchamo del “Made in Italy”, de modo que son diseñadores italianos quienes realizan los proyectos, empresas italianas quienes fabrican los sofisticados muebles y también marcas italianas las que suministran los equipos de fitness. Lidera este mercado Technogym, empresa que tiene su sede en Cesena, en la provincia de Forlí-Cesena. Es precisamente en Forlí donde tiene su cuartel general el grupo Ferretti, constructor de los yates Ferretti, Riva, Pershing o CRN. Desde 2012 estos astilleros pertenecen al grupo chino Weichai.
Pero el fabricante de máquinas de gimnasio más vinculado a la náutica es, ni más ni menos, que el grupo Brunswick. Efectivamente, Brunswick Corporation, el mismo grupo propietario de las marcas Mercury, Bayliner, Boston Whaler, Quicksilver o Sea Ray, entre otras, es también propietario de varias marcas de aparatos de fitness, como Scifit, ICG (Indoor Cycling Group, Cybex, Hammer Strength y, la más famosa de todas ellas, Life Fitness.
El asunto no es poca cosa porque Brunswick compró Life Fitness en junio de 1997 por 310 millones de dólares y ésta, a su vez, compró Cybex International en enero de 2016 por 195 millones de dólares.
El negocio de los equipamientos para gimnasios es notable, pues las máquinas más caras pueden alcanzar un precio de hasta 12.000 euros. Precisamente son las máquinas más caras las que se instalan en los grandes yates, pues no es cosa de instalar equipos baratos en yates que pueden costar 40 o 50 millones de euros. Pero la instalación de las máquinas no es un problema económico por el precio de compra, sino por el entorno que requiere su instalación, con fijaciones que impidan su movimiento accidental en caso de temporal. No hablemos de balanceo ni cabeceo, pues los grandes yates cuentan con sistemas de estabilización que los reduce a la mínima expresión. También se suele climatizar las salas destinadas a gimnasio, salas que se suelen ver acompañadas con saunas o baños turcos para los que se requiere de sofisticadas instalaciones que suministren agua y aire caliente y frío. ¿Aire acondicionado en el gimnasio con las puertas abiertas? ¿Por qué no?