En la realidad actual priva la virtual, la digital o la high tech. La realidad física, la presencial cada vez tiene menos adeptos. Vivimos el mundo del plasma, de la telemática, el cálculo algorítmico. Y no me refiero a temas de actualidad informática o de luchas políticas. No. Me refiero acosas más cercanas. Ya no se corre por el bosque, sino en un recinto cerrado sobre cintas correderas. Con el disfrute de la navegación, y todo el entorno que ello conlleva, pasa algo parecido. Los aficionados a la náutica nos vendemos a las ventajas de los adelantos tecnológicos habidos durante estos últimos treinta años, y nos olvidamos de la forma tradicional de navegar.
La afición por navegar ya casi se confunde con la afición de saber dominar un gadgets tecnológicos que nos posibilitan evitar el engorro de navegar (¡!). ¡¡¡Curioso!!!
El último grito en esta tendencia es el poder fondear sin tirar el ancla. Maravilla absoluta. Con ello evitamos llevar el molesto ’ferro o hierro’, eliminamos molinetes a bordo para tirarlo y recogerlo, ganamos espacio al suplir el pozo de ancla, ¡siempre húmedo y ‘oxidado’!, y que puede servir para otros curiosos menesteres, como un nuevo pañol para objetos variados. Y sobre todo –para alegría de conservacionistas- evitamos los malignos destrozos del lecho marino, al no tirar ningún artilugio pesado bajo la superficie del mar para tocar fondo, convirtiéndose de esta forma el patrón de una embarcación sin ancla en un meritorio protector del ecosistema acuático al no provocar, con acciones indeseables como tirar un ancla, daños a la vida submarina, en especial, a ciertos tenederos.
Ya de nada sirven los consejos de los sabios marinos, que decían que la pieza más importante de una embarcación era el ancla, cuando muchos, incluso, recomendaban que lo correcto era salir al mar, provisto, como mínimo de dos anclas, o tres, por lo que pudiera pasar.
Ahora todo esto ya es obsoleto. Hoy privan otras tendencias. Ya se puede fondear, sin este artilugio vetusto y milenario llamado ancla. Además sin molestar a nadie (biología marina, ecologistas probos, autoridades náuticas, etc.), excepto, puede, a los concesionarios de boyas, que pueden perder algo con este moda.
Gracias a la tecnológica del sistema de posicionamiento dinámico, o Dynamic Positioning (D.P.), se puede fondear, sin lanzar el ancla y con ello se evitan también las consabidas polémicas del susodicho hierro, evitando con este sistema las argumentaciones de los contrarios a esta práctica tan esencial como vital de toda embarcación.
Este limpio sistema de fondeo, el D.P., que podría evitar la mala costumbre que tienen los aficionados al mar de destrozar el delicado ecosistema submarino, surgió hace más de 50 años, y es la base del sistema de inmovilización oceánica de una embarcación o pontón, utilizado para el fondeo de plataformas petrolíferas. Ahora llega a la náutica más recreativa, gracias a uso de sus hélices y propulsores, sensores de referencia de posición, junto con sensores de viento, de movimiento y compases giroscópicos.
En definitiva, ¡que ya podemos ya fondear si cadenas, molinetes, ni pesadas anclas!, que lo único que hacen, estas endiabladas herramientas, es deteriorar la flora y fauna marina.
Ante estas sanas evidencias, cada vez más noto que esto de navegar dejará pronto de ser cosa de lobos de mar, para convertirse en campo donde los robots teledirigidos y bien alimentados por programas de alto nivel algorítmico, serán los héroes. No con cierta pena, pero parece que todo mira hacia estas tendencias.
La criminalización de las anclas no ha hecho más que empezar. Dicen que con ellas se destruye el ecosistema y la alternativa parece que es el D.P. Con ello se eliminan los peligros, los riesgos, medioambientales, y también la personalidad y el carácter de quien lleva una embarcación. Con los nuevos sistemas se hace un bien a una inmaculada naturaleza, que siempre hemos de respetar, proteger, a expensas de sacrificar el instinto de aventura y ocurrencia de los humanos, siempre imprevisibles y estúpidamente imperfectos. Cuando la tecnología desafía al valor de la persona, su triunfo está asegurado. Por perfecta e infalible.
El buen fondeo, tal como indican las normas clásicas de la navegación, solo necesita pericia de maniobra, saber dónde tirar el ancla, -el buen navegante siempre buscará una zona de arena o fango y siempre huirá de zonas con hierbas y otro tipo de botánica, cosa que muchos que saben poco del mar ignoran- y nunca será un atentado contra la naturaleza, sino, todo lo contrario, una comunicación con ella.
Me apasionan los adelantos tecnológicos, pero espero que esta victoria absoluta de la tecnología, se retrase lo máximo posible, y que aún se pueda hacer cosas en la náutica, donde solo el esfuerzo y la intuición humana sean los protagonistas. Entre ellas la magnífica maniobra del fondeo, siempre apasionante y reconfortante.
Espero oír largo tiempo la voz en cubierta de, “¡tira!”, y sentir el cadenero de los eslabones por el barboten, el escoben o la roldana de proa… Seguro que es más limpio e higiénico con el medio marino, que estar estabilizado una embarcación en un fondeo, por el sistema D.P., que seguro gastará combustible, tirará de motores para poder ser efectivo, emitirá de gases y humos, en medio de una encantadora cala.
Angel Joaniquet