No es un tema nuevo. Ya lo hemos comentado en otras ocasiones. No se hace pública en España ninguna estadística referida a la siniestralidad en la náutica de recreo. Es más, no se hace pública ninguna estadística sobre siniestralidad marítima desde hace años. Tal vez eso sucede –o más bien no sucede- por la sencillísima razón de que no existe. No es que no exista la siniestralidad, lo que seguramente no existe es la estadística. ¿Debería?
Rebuscando por Internet ustedes encontrarán alguna cosa parecida referida a la marina mercante realizada por la EMSA (European Maritime Safety Agency) y referida al periodo 2011-2016. No es útil para nuestros propósitos. ¿Qué propósitos? Conocer lo que sucede en la náutica de recreo en España. Saber si aumentan los accidentes o si disminuyen. Saber, por ejemplo, si la aplicación del Real Decreto sobre titulaciones náuticas de recreo de octubre de 2014 ha mejorado, empeorado o ha resultado indiferente en referencia al número de accidentes náuticos y su gravedad.
Para confeccionar una estadística es necesario recopilar información. Y la información la tienen que recoger los miembros de las distintas instituciones competentes o implicadas en atender accidentes, rescates, etc, diferenciando claramente los que tienen alguna relación con la náutica de recreo y los que no la tienen. No es lo mismo atender a alguien que ha caído al mar mientras paseaba por un muelle, que si ha caído al mar navegando. Y no es lo mismo si ha caído desde un crucero de línea que desde un pesquero o desde una lancha. No es lo mismo atender a docenas de personas que se hallaban sobre una patera que atender a los usuarios de un yate. No es lo mismo a efectos estadísticos, el socorro hay que darlo igualmente.
En otros países este tema despierta un gran interés. Ejemplo paradigmático es el de los Estados Unidos, donde el US Coast Guard elabora cada año un impresionante informe. Y no solo lo elabora: ¡Lo hace público! El 19 de agosto de 2019 se hizo público el que correspondía al año 2018. 83 páginas. Firma David C. Barata, Capitán del U.S.Coast Guard.
El documento es un alarde de precisión. Abarca todos los estados, el Distrito de Columbia y los territorios de ultramar, como Puerto Rico, Guam, Las Islas Vírgenes, etc. Se llega a determinar el porcentaje según los meses del año y aún las horas del día. Leyendo el informe se descubre que los guardacostas estadounidenses registraron un total de 4.145 accidentes durante el año 2018, con 633 muertes, 2.511 heridos y unos daños a la propiedad de 46 millones de dólares, claro que esto último es lo de menos.
Estos datos representan que hubo 5,3 muertes por cada 100.000 embarcaciones de recreo registradas, lo cual representa un 3,6 por ciento de descenso respecto al año 2017. En Estados Unidos el número de accidentes, muertes y heridos no deja de descender. Atención: la flota estadounidense también descendió durante el último año. Pasó de 11.961.568 unidades a 11.852.969. Es decir, 108.599 embarcaciones menos. O ha cambiado la manera de contarlas o las ventas de embarcaciones nuevas no compensaron, ni remotamente, las que se dieron de baja.
Pero volvamos al informe. Los datos nos cuentan que, por ejemplo, de las víctimas mortales un 77% lo fue por ahogamiento. Y, de éstas, un 84% no llevaban colocado un chaleco salvavidas. O nos dicen que ocho de cada diez incidentes tuvieron lugar en barcos de 21 pies o menos. No se pierdan este dato. Los barcos más pequeños son los más propensos al accidente. Y esto es así allí desde hace años.
También dice el informe que el consumo del alcohol es el factor de más incidencia entre las causas de los accidentes mortales, con una relevancia del 19%. Eso son 254 accidentes y 101 muertos. Muy lejos de la causa siguiente, que es la distracción del patrón, que causó más accidentes, 654, pero menos muertes: 50.
También se explica la tipología de las embarcaciones implicadas, resultando que, cuando los datos son conocidos, las lanchas abiertas se llevan la palma, con unos 46% de los casos, seguidas de las motos acuáticas con un 19% y de las embarcaciones a motor con cabina, con un 15%. La cosa cambia cuando la estadística se refiere a accidentes con fatales consecuencias, que sigue encabezada por las lanchas abiertas, con un 311 muertes, pero siguen ahora los kayaks ¡sí, los kayaks!, con 128 muertos, 109 de los cuales por ahogamiento. Muy por debajo, en Estados Unidos hubo 42 muertes en accidentes en los cuales estuvieron implicadas motos acuáticas, solo 11 por ahogamiento. No crean ustedes que las motos acuáticas son pocas en los Estados Unidos: suponen el 10% de la flota. ¡Más de un millón!
Tal vez podemos hacer alguna reflexión. Una, sobre chalecos. En España, los únicos usuarios que están obligados a llevar colocado el chaleco salvavidas son los de las motos acuáticas.
Otra sobre el alcohol. ¿Saben ustedes que en España la única referencia a la prohibición de embarcar personas afectadas por el consumo de alcohol o drogas solo aparece en el Real Decreto 62/2008, por el que se aprueba el Reglamento de las condiciones de seguridad marítima aplicables a las concentraciones náuticas de carácter conmemorativo y pruebas náutico-deportivas? ¿O que el alcoholismo no es un motivo para denegar la obtención o renovación de un título náutico, sino solo para la reducción de la vigencia del permiso? Anexo VIII del RD 875/2014, de 10 de octubre, por el que se regulan las titulaciones náuticas para el gobierno de las embarcaciones de recreo. En vigor, vean la página 83089 del BOE número 247 de ese año.
Los usuarios de embarcaciones de recreo aceptan con resignación que la patrullera les pare para pedirles el seguro o el título. Pero… ¿Qué les hagan soplar en un alcoholímetro? ¡Vamos, hombre! ¡El dos de mayo sería poco! “¿Quién te ha dicho a ti las copas de vino que yo tengo o no tengo que beber?” ¿Se acuerdan?
Ni pedimos que todo quisque a bordo lleve colocado el chaleco salvavidas ni controles de alcoholemia acuáticos pero, obviamente, el conocimiento de los datos y la elaboración de estudios y estadísticas permiten saber con mayor precisión cuál es la realidad de la situación en cada país y actuar en consecuencia, implementando las normas que corresponda. Tal vez por estas latitudes –y longitudes- nunca ha habido un accidente náutico como consecuencia que el patrón iba bebido. Pero como no lo sabemos…
Claro que, bien mirado, tal vez ni a los profesionales de la náutica de recreo ni a las instituciones oficiales esto no les importe o no les interese. Al fin y al cabo, la náutica de recreo en España es tan poquita cosa… O tal vez es que no ha pasado absolutamente nada remarcable que merezca confeccionar un informe. Pero aún así sería muy conveniente hacer público eso. Ya me imagino el titular: “En la náutica de recreo española nunca pasa nada”.
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