El fallecimiento de Sinto Bestard se producía este domingo de manera repentina, al parecer por un infaro, según ha confirmado su amigo personal y presidente de la Asociación de Navegantes Mediterráneo, Biel Morell, quien acompañó a Sinto en numerosas navegaciones y en dos de las principales etapas de la vuelta al mundo de 1998.
“Era una persona excepcional que supo sobreponerse a su discapacidad y disfrutar de la vida”, ha asegurado Morell, que ha descrito a su amigo como “un hombre divertido y una maravilla de navegante, muy exigente con sus tripulantes”.
Sinto Bestard era ciego desde los 41 años, lo que no fue un impedimento para que siguiera practicando el deporte de la vela e incluso se convirtiera en un líder, siempre con el apoyo de su hijo Rafael, patrón del Snooty Fox.
El presidente del Real Club Náutico de Palma, Javier Sanz, se ha referido a Sinto Bestard como “un gran marino y un ejemplo de superación. Con él se nos va un referente y uno de los socios más ilustres y reconocibles del club; siempre le recordaremos, no sólo por lo que hizo como navegante, sino también por su carácter y la manera en que nos hizo vivir como propias sus aventuras alrededor del mundo”, ha añadido Sanz.
Morell ha recordado sus cualidades y su instinto para la navegación, y ha narrado dos anécdotas que, a su juicio, definen la personalidad de Sinto. “En las miles de millas que navegué con él nunca se comió un bocadillo a bordo, donde también estaba prohibida la pasta; siempre comíamos recetas elaboradas, con mantel de tela y toda la tripulación sentada a la mesa, sin excepciones”, ha revelado hoy, al tiempo que evocaba con nostalgia y admiración las guardias nocturnas que le tocó compartir con Sinto: “Eran horribles, porque en cuanto le entraba el viento por los oídos y notaba algún cambio, nos obligaba a ajustar las velas o a cambiarlas, fuera la hora que fuera; tenía un sexto sentido y, como él no rehuía ningún trabajo a bordo, nos exigía mucho al resto”.
El último acto público de Sinto Bestard tuvo lugar el 10 de octubre de 2013, cuando ofreció una conferencia en el RCNP junto a su hijo Rafael y los otros navegantes recreativos mallorquines que han dado la vuelta al mundo –Toni Nicolau, Guillem Martí y Xisco Estarellas–, a los que les unía una buena amistad y con los que compartía una admiración recíproca.