Estas semanas los medios de información deportivos nos han invadido con noticias, sucesos, cotilleos de la Copa América de fútbol. Quienes por afición a la náutica, escuchamos o leemos esta cascada informativa bajo el nombre de Copa America, nos chirrían los oídos. Nos confunde. Porque cuando con alguien de nuestro entorno, y con ello extrapolamos a la generalidad, nos referimos a la Copa America, solo pensamos en el desafío entre barcos, un reto entre clubes, un desafío entre armadores. Y no pensamos en unos partidos de fútbol. Aunque nos guste este deporte y seamos forofos seguidores de nuestros clubes de preferencia.
Sí. Lo siento. Cuando oigo noticias e informaciones de la Copa América, me duelen los tímpanos. Para mí, y para muchos, la Copa America -incluso con su errónea traducción hispánica, a pesar de que últimamente se está generalizando más su nombre original de America’s Cup, incluso su traducción como La Copa de la America- solo es una competición entre veleros. Una cosa de la náutica y de la vela. Y no un torneo de fútbol.
Pero la fuerza de los medios y el peso demográfico de los seguidores del ‘deporte rey’ hace que este gentilicio esté tomando más cuerpo como una competición futbolística que como una regata de vela. El nombre de esta competición sudamericana de fútbol es cosa reciente. No tiene ni 25 años. Y es curioso que cuando tomó esta nominación lo hizo en detrimento de una competición que hacía años enfrentaba a las selecciones de fútbol sudamericanas, y que se llamaba Campeonato Sudamericano de Fútbol. La apropiación de esta competición con el nombre comercial de Copa América, no alteró, en su día, los humores desde los salones de quienes guardaban el Santo Grial de la America’s Cup. En su momento, nadie reaccionó en impedir que una manifestación futbolística les arrebatara el nombre. Y ahora parece que el entuerto ya es insalvable.
Teniendo en cuenta el talante profutbolero de la prensa española, no es extraño que el concepto Copa América se haya convertido ya en patrimonio de esta disciplina deportiva. La inmensa mayoría de lectores, cuando los periodistas deportivos se refieren a la Copa América, el consumidor de la prensa deportiva piensa en un torneo de fútbol donde participan las 10 federaciones sudamericanas, más la mexicana, como invitada permanente, y donde según vayan las relaciones de política internacional, entra también la selección de la U.S. Soccer Federation. Y si es necesario, para cubrir el wild card y lograr los emparejamientos necesarios, se invita a alguna selección asiática o europea. España fue invitada a participar en el 2011, pero rehusó el ofrecimiento a jugar este torneo, aludiendo cuestiones de agenda y calendario.
Haga la prueba y pregunte ¿qué es la Copa America? Y la mayoría responderá que un torneo de fútbol americano.
En su momento no entendí por qué se empezó a llamar Copa América a este torneo futbolístico. Fue a finales de los ochenta. Y comprendí menos la falta de reflejos de los guardianes, en su momento de la Copa América, la de vela, en no reaccionar e impedir que este torneo futbolístico se llamara como su emblemática regata.
La competición futbolística tenía un correcto nombre de pila: Campeonato Sudamericano de Selecciones y así se conoció a esta competición hasta el año 1987. También se le conocía por su nombre comercial, el Campeonato Sudamericano, y como tal funcionó durante décadas, auspiciado por la Confederación Sudamericana de Fútbol (CONMEBOL)
Apropiarse del gentilicio América no es ningún delito. Y menos un pecado. Y más si eres sudamericano. Pero me extrañó mucho, y ahora lo noto más, que los guardianes de la antigua Queen’s Cup no batallaran en aquel momento en defender el nombre de la regata, dado el meticulismo, a veces exacerbado, y en ciertos momentos jurídicamente exasperantes, de la casta ‘americascup’.
Que yo sepa, en aquel momento no se activó ninguna medida legal o de patente ante esta provocación de la CONMEBOL. Y por ello, ahora, desde hace algunos años, la competición más veterana del mundo de deporte, la Copa America de Vela tiene un clon.
Puede que esta circunstancia no ensombrezca, ni duela al círculo exclusivista de pura élite de los hombres que rodean este talismán del siglo XIX. Elitismo que siempre ha caracterizado a quienes entran en la partida de jugar en la mesa de la America’s Cup.
Es posible que una competición de fútbol no sea considerada, ni les preocupe mucho a los skippers y owners de la Copa America de Vela. Como así fue, supongo, en aquellos momentos. No les quitó el sueño y la indiferencia hacia este torneo de fútbol puede que no les preocupara lo más mínimo a los defenders y challengers America’s Cup. Y no le dieron ninguna importancia por indiferencia, o por desconocimiento, de su existencia.
Pero los tiempos están cambiando. El fútbol está penetrando en la sociedad norteamericana. Si hace 25 años el fútbol -el soccer, tal como ellos lo llaman- no contaba, ahora no dejan de pasar por alto este detalle. Y el actual líder del Santo Grial, el norteamericano Larry Ellison, es posible que quiera poner las cosas en su sitio. Es decir, en el suyo.
Lo más divertido del caso es que la próxima Copa América de Fútbol se disputará en junio del próximo año, y la CONMEBOL va a celebrarla en Estados Unidos y tiene como organizador, precisamente, a la U.S. Soccer Federation. Todo esto a un año vista de la celebración de la otra Copa America, la de vela, con las series clasificatorias, la AC Qualifiers en junio y la posterior disputa de las regatas que lucharán por poseer el aguamanil, en plenas Bermudas.
No me extrañaría que desde el triángulo de las Bermudas el informático, amante de la aviación, y actual guardián del aguamanil, esté pensando en lanzar una cruzada contra la Copa América. La del fútbol sudamericano, por supuesto. Y que proclamara, en un momento catárquico al más puro estilo borbónico, que: ‘la Copa America soy yo’. Y con más motivo si la ganara de nuevo.
Angel Joaniquet