En estos días se va a celebrar el tradicional Salón Náutico Internacional de Barcelona en el que el sector náutico se reúne y donde se podrá discutir sobre la situación del sector y las ventas de embarcaciones.
En los últimos años, la recesión económica ha puesto sobre la mesa el problema de los barcos abandonados en los puertos deportivos y sus consecuencias. Entre ellas, el riesgo que se crea en la seguridad, y las atenciones y los recursos que se necesitan para mantener estas unidades a flote, cuando sus propietarios deciden eludir sus obligaciones.
Rebuscando en las causas y soluciones al problema tenemos sobre la mesa la falta de responsabilidad de los fabricantes de las embarcaciones, por no construir embarcaciones que sean reciclables.
En los últimos 50 años se han construido embarcaciones con GFRP (Glass-Fiber Reinforced Plastic), más conocida como fibra de vidrio. Se trata de un material ligero, resistente y fácil de moldear, que es muy usado en la industria náutica y se utiliza para construir el casco de los barcos.
Las embarcaciones de fibra de vidrio se han convertido en prácticamente indestructibles y, a día de hoy, no existe un proceso industrial de reciclaje de este material que sea viable económicamente.
Se calcula que en Europa, en los últimos 50 años, se han vendido y hay unos 6 millones de embarcaciones, la mayoría de fibra de vidrio. Cuando finaliza su vida útil, o simplemente el armador no puede mantenerlas, muchas de estas embarcaciones quedan olvidadas en garajes, terrenos vallados o no, campos y parajes. Este problema no es solo europeo, en Estados Unidos pasa otro tanto de lo mismo.
El sector náutico ha de tomar conciencia de que es inaceptable continuar construyendo y fabricando embarcaciones que no sean reciclables.
El consumidor está recibiendo diversos impulsos sobre la necesidad de cambiar de hábitos: se ha puesto cerco a las bolsas de plástico, se van a sacar del mercado los envoltorios y cubiertos de plástico de un solo uso, se tiende a unificar los cargadores de móviles, la industria automovilística ya fabrica vehículos en gran parte reciclables, la generación de residuos sin ton ni son, por mera comodidad, llega a su fin, pues no es ambientalmente sostenible ni aceptable.
La responsabilidad deberá unir a fabricantes, armadores y legislación en la busca de soluciones, ya sea por la vía de generar estándares de reutilización de las embarcaciones, y el estudio del análisis del ciclo de vida de los materiales que componen cada embarcación, o por vía reglamentaria.
Y al final llegamos a que el ocio ha de ser sostenible, que no todo vale por la bandera de la economía, y que la fabricación de embarcaciones se ha de adaptar y estar a la altura de la innovación que exigen los criterios medioambientales.
Jaume Prats
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