Para muchos no se han cumplido las expectativas, y para otros muchos esto de los juegos es una pantomima. Lo entiendo, como entiendo a quien no le gusta la esgrima y le importa un rábano si no se ha participado en esta especialidad en la cita olímpica. O, si no tienes ni idea cómo funciona la doma ecuestre, ¡que más te da si se alcanza un diploma o no! O como aquel que aborrece las armas y desprecia el tiro olímpico, sin valorar el mérito y el temple de sus participantes. Lo entiendo todo, como también entiendo a aquel que le gusta el fútbol y es brasileño y si no hubiera subido la canarihna al podio olímpico, habría sido para él un drama personal y una tragedia para los suyos.
A mí personalmente me gusta el atletismo, el ciclismo, los deportes de agua – vela, remo, piragüismo, natación- y por eso soy también un entusiasta del triatlón. Y he de reconocer que Rio 2016 han sido mis juegos. He disfrutado viendo a los deportistas de estas disciplinas competir y cómo algunos han subido al Olimpo. Valoro a quienes han estado rozando el sueño de la medalla y no la han conseguido, pero han demostrado con su lucha sincera que han estado a la altura y con opciones hasta el último momento. En definitiva, para mí Rio han sido unos Juegos de Oro, con alguna pequeña frustración, lo reconozco -nada es perfecto en la vida-. Pero como mero espectador aficionado he disfrutado mucho de ellos.
Los deportistas han cumplido. Todo lo contrario que nuestro entorno buro-administrativo del deporte, que eso sí, tras el éxito, ahora pretenden lucir estas medallas. Y solo de los deportistas, su voluntad y entrega y de sus preparadores, con su determinación, ha sido el éxito de estos Juegos.
Si hacemos un repaso de lo que han costado las medallas conseguidas en Rio, vemos que ha sido el botín más barato de nuestra historia olímpica. Y si nos referimos a los oros, decir que la ganga ha salido aún más ‘rentable’.
25 millones por un oro
Siguiendo con este frío cálculo economicista -¡cómo me horroriza esta palabreja!-, veo que en ese ciclo olímpico hacia Rio, el oro ha salido a muy buen precio. El tándem CSD/ADO ha invertido, en estos cuatro años, unos 177 millones de euros, lo que representa –sin contar aportaciones colaterales como de esponsorizaciones, uso de CARs, ayudas particulares de los propios deportistas, etc. y sin sumar a esta cantidad el resto de las otras 10 medallas alcanzadas (4 de plata y 6 de bronce)- que cada una de las siete medallas de oro conseguida nos ha costado unos 25.3 millones de euros.
Comparado con otras citas olímpicas, un resultado positivo en la cuenta de resultados. Siguiendo con este concepto economicista y por ello maniqueo al máximo, recordar que en Pekín 2008 se consiguieron 5 oros, lo que representó unos 57 millones por medalla dorada, (el ciclo olímpico costó 285 millones) y en Londres 2012 se ganaron 3 oros, lo que supuso, con estos criterios (se gastó 276 millones en este periodo olímpico), un precio de 92 millones de euros por medalla.
Una barbaridad, dirá más de uno. Pero habría que valorar lo que realmente representa una medalla y esto es… ‘harina de otro costal’.
En este ciclo olímpico, la atención presupuestaria al olimpismo se ha ido reduciendo de los 75 millones de euros, en el año 2008 de Pekín, a 50.6 millones destinados este año olímpico de Rio, con partidas parciales a lo largo de todo este periodo olímpico de 38 millones en el año 2013, de 43 millones en el 2014 y de 44 millones en el año 2015. Como vemos, en total unos 177 millones. Esto demuestra que el valor de los deportistas, su plusvalía en estos Juegos ha sido inmensa. De lo presupuestado de Londres a Rio se ha recortado una cuarta parte y con relación a los Juegos de Pekín, casi la tercera parte. A pesar de contar en Rio con menos recursos, se han conseguido más oros que en otros Juegos, excepto, claro está, que en Barcelona 92.
En pocas palabras, la administración deportiva, con menos dinero, ha sabido explotar mejor al deportista.
Al deportista esta explotación no le afecta mucho, ya que en el fondo éste lo que quiere es competir. Y para ello sacrificará y hará todo lo posible para alcanzar su sueño olímpico. Esto es lo que ha ocurrido, en muchos de los casos, en los pasados Juegos.
El recorte de medios económicos en el deporte parece que se está convirtiendo en una tendencia en estos últimos años. Y el hecho de que a pesar de los recortes, el pabellón nacional salga a flote, puede ser un antecedente peligroso a tener en cuenta. No creo que esto sea lo correcto. Pero hay voces que ya apuntan sobre ello.
Éxito bajo mínimos
He oído algún panchacontenta, vinculado con la administración y la burocracia deportiva, decir, con satisfacción, que se ha conseguido un éxito de medallero en Rio, bajo mínimos (refiriéndose a la ‘escasez presupuestaria’). Esta manera de pensar puede resultar alarmante. Y más para quienes amamos los deportes, que solo se habla de ellos cada cuatro años, -como son los deportes de agua- y que históricamente en nuestro país –somos un país de agua- son los que más palmarés han dado al olimpismo español desde siempre.
En estos Juegos de Rio, otra vez de más, los deportes acuáticos han salvado al pabellón olímpico español. En piragüismo hemos sido de nuevo la admiración de todo el mundo, en remo, se han reverdecido laureles, en natación se ha demostrado lo que ya se sabía, en vela, aunque con menos suerte, se ha estado allí, luchando en la última regata en windsurf, FX, 49er, en un difícil campo de regatas y se ha demostrado que se está entre los mejores.
No veo correcto que se quiera optimizar bajo mínimos al deporte. Y menos los ‘deportes minoritarios’. Hay que abrir un debate amplio y profundo y reflexionar con transparencia sobre todo ello, para favorecer el éxito de los deportistas que quieren ser los mejores y garantizar que el entorno administrativo del deporte tenga una política clara y que se diluyan las incógnitas que planean en reducir partidas presupuestarias a deportes poco representativos.
Porque son muchos quienes piensan que todo este dinero, ya sea más o menos, gastado en deporte de élite con motivo de un evento como los Juegos Olímpicos, es un despilfarro que no llena a nadie.
Yo no me preguntaría ¿Qué precio tiene una medalla de oro? , sino ¿Qué valor tiene una medalla de oro?… Lo que supone y representa para todos. De tenerlas a no tenerlas. Y por el mismo precio.
Angel Joaniquet