A lo largo de mi vida profesional y deportiva he visto de todo. He visto las regatas de esos monoplazas de la Fórmula 1 motonáutica empujados por los hoy imposibles motores V8 de 2 tiempos, exclusivos de Evinrude y Johnson.
He vivido la época dorada del offshore de Clase 1, a finales del siglo pasado, cuando más de 20 bólidos con cientos de caballos empujando por la popa tomaban la salida en regatas disputadas en los emplazamientos más selectos. Casi todos los equipos se hacían acompañar por sus propios helicópteros desde los que tomar imágenes que después se distribuían a la prensa y a las cadenas de televisión. Eran tiempos en los que a los patrocinadores italianos les salía el dinero por las orejas. O tal vez es que la fiscalidad de todo aquello era un poco laxa… ¡Vaya usted a saber!
He visto también la mejor época de las motos acuáticas en modalidades de circuito y de rallyes en España, cuando se permitía el patrocinio del alcohol y del tabaco y marcas como Beefeater, Winston o Larios se publicitaban en vallas de carreteras y aeropuertos con imágenes de motos acuáticas. Las regatas tenían sus programas resumen en televisión. A horas intempestivas, sí, pero los tenían.
¿Y aquéllas carreras indoor en el Palau Sant Jordi? Muchos no saben que la primera piscina que se montó en el Palau Sant Jordi de Barcelona no fue para un campeonato de natación. ¡Fue para una carrera de motos acuáticas!
Ahora les podría decir aquello de “Yo… he visto cosas que vosotros no creeríais: Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto rayos C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán… en el tiempo… como lágrimas en la lluvia”. Pero no lo voy a decir, porque no sería cierto.
Los cinéfilos habrán descubierto ya que la frase es de la película Blade Runner (1982).
A pesar de todo ello me sorprendió la noticia según la cual el torneo estadounidense Pro Watercross anunciaba su más reciente patrocinador de la 2017 Heyday Pro Watercross National Tour: el Ejército de los EE. UU.
Tal vez la sorpresa esté justificada pues el acuerdo entre el ejército estadounidense y Pro Watercross –un celebrado torneo de motos acuáticas- es el primero de su tipo para el ejército estadounidense. Sigo con la nota de prensa. Según ella, el capitán John G. Halbert, dijo que “la asociación con Pro Watercross es un paso lógico, considerando las similitudes entre las personas atraídas por el deporte y el calibre de las personas que el ejército estadounidense busca reclutar.”
Y sigue:
“El ejército estadounidense está buscando individuos físicamente calificados y personas que están comprometidas a hacer algo, en general”, dijo Halbert. “Estos (los competidores de Pro Watercross) son todos atletas, por lo que sabemos que están físicamente calificados y todos están comprometidos con algo que están dispuestos a trabajar duro para lograr los objetivos que ellos mismos establecen. Y los (fans) que asisten a estos eventos van a compartir los mismos atributos también”.
Dicho de otro modo, la finalidad última no es soportar económicamente a los organizadores de estos actos deportivos por pura simpatía, sino aprovechar estos acontecimientos para reclutar soldados. Vaya, que no es distinto que el interés que pueda tener cualquier otro patrocinador. Si una marca de bebidas energéticas patrocina un acto deportivo o un torneo, no lo hace por amor al arte, sino para vender más.
La nota no aclara en qué consiste exactamente el patrocinio. No dice si se produce algún tipo de intercambio publicitario o si el ejército aporta algún tipo de medios materiales o económicos para dar soporte a las competiciones. Pero el logotipo del U.S. Army aparece en la página web del torneo junto a los de Flyboard, Sea Doo, Yamaha o Shark, entre otros, con los links correspondientes. Y, la verdad, el link del ejército es bastante atractivo…
No sé si en otros países democráticos se toman iniciativas como ésta. Ignoro si algo parecido sucede en los países escandinavos o en Canadá, por poner unos ejemplos. En países no democráticos no hace falta, pues el reclutamiento puede ser forzoso en cuanto se le antoje al líder de turno. Pero el servicio militar es obligatorio en algunos países democráticos. El abanico de posibilidades es bastante amplio, desde si es obligatorio o no, remunerado o no, si es solo para hombres o también para mujeres, si hay un servicio alternativo o no, si dura mucho o poco…
Por ejemplo, hay servicio militar obligatorio en Austria, Brasil, las dos Coreas, Estonia, Finlandia, Grecia, Israel, Noruega o Suiza. Y no lo hay en Arabia Saudita, Australia, Canadá, Eslovenia, India o Japón. Tampoco en España, si bien no me atrevo a asegurar que esto sea así por mucho tiempo. Por supuesto, no hay servicio militar obligatorio en los Estados Unidos, pues si lo hubiera no sería necesario hacer ningún tipo de promoción publicitaria al respecto.
Cosa distinta es organizar actos deportivos de carácter benéfico o ver los logotipos de instituciones oficiales en los carteles o programas de mano de determinadas competiciones deportivas, pues en la mayoría de los casos se trata de colaboraciones de carácter institucional, sin aportación económica y el emblema luce como acto de agradecimiento por parte del organizador. Por ejemplo: sería totalmente imposible realizar una competición ciclista de carretera o un rallye automovilístico sin la colaboración de las autoridades de tráfico.
Me permito hacer una pregunta retórica. ¿Cómo se tomaría la sociedad española que el ejército patrocinase un acto deportivo o un torneo con finalidades de reclutamiento? Bien mirado, tal vez no es una pregunta retórica…