Las transmisiones dentro fueraborda Volvo DuoProp supusieron una auténtica revolución cuando irrumpieron en la náutica de recreo en 1982. El montaje de dos hélices contra rotatorias sobre un mismo eje –en realidad dos ejes concéntricos- implica la eliminación del efecto de reacción de la hélice y una evidente mejora del rendimiento.
Todas las embarcaciones presentan unas reacciones residuales en función del sentido de giro de la hélice, su influencia sobre el timón –si lo hay- y toda una serie de pequeñas complicaciones que son objeto de estudio y explicación en todos los libros de texto para la obtención de títulos náuticos, profesionales o de recreo.
En las embarcaciones de recreo dotadas de un motor fueraborda o dentro fueraborda de una sola hélice, generalmente dextrógira, se produce un efecto de reacción que hace que la lancha escore ligeramente a babor y caiga también a babor cuando se da avante. Las hélices contra rotatorias eliminan este efecto y también reducen la llamada pérdida por deslizamiento, mejorando la velocidad punta, la aceleración y el consumo por milla recorrida.
La ventaja de la aparición del sistema DuoProp fue tan evidente que la competencia se lo tomó bastante mal, llegando a protagonizar campañas publicitarias en contra muy curiosas, que hoy casi resultan risibles. Pero en cuanto las otras marcas pudieron, pusieron a la venta sus propias colas Z con doble hélice.
En el mundo de la competición la doble hélice tuvo puntuales presencias, con transmisiones por eje, en transmisiones por cola y, éste es el caso que nos interesa, en motores fueraborda.
Efectivamente, el referente motonáutico español del primer tercio del siglo pasado es Ricardo Soriano y Scholtz von Hermensdorff (1883-1973), segundo marqués de Ivanrey. No nos vamos a extender en su agitada biografía, pues ustedes mismos pueden consultarla por Internet. Vale la pena. Baste decir que daría para una novela o una serie televisiva.
Soriano practicó la motonáutica con intensidad, consiguió varios títulos internacionales y récords de velocidad. La revista Motor Boating se hace eco de ello en sus crónicas sobre el Grand Prix de Mónaco de 1912, 1913 y 1914. En 1912 llegaron a participar 181 barcos. Soriano lo hizo a bordo de una serie de enormes lanchas construidas en el astillero Despujols de Arcachon, propulsadas con transmisiones por eje.
No satisfecho con ello, llegó a construir sus propios barcos y motores para competir en una época en la que era frecuente la construcción artesanal de toda la embarcación. Vaya, es como si Fernando Alonso o Marc Márquez crearan sus propios bólidos.
En la década de 1930 fueron célebres sus fueraborda motores de cuatro y seis cilindros opuestos, es decir, en configuración bóxer, como las motos BMW, incluso dotados de compresor, para competir en una categoría que tenía su límite en los 1.000 cc, volviendo a cosechar títulos internacionales. Las lanchas tampoco tenían desperdicio: estaban construidas en aluminio con un peso de apenas 200 kilos, pero con el puesto de gobierno tapizado en piel. Nobleza obliga…
Pero lo más extraordinario es que alguno de estos motores estaba dotado de una transmisión de doble hélice contra rotatoria. La diferencia con las actuales transmisiones es que una de las hélices estaba colocada detrás de la caña del motor, de forma convencional, pero la otra estaba delante, cogiendo aguas limpias.
Estos motores llegaron a comercializarse fabricados en Barcelona por una de las marcas míticas del motociclismo: Ossa. Las siglas Ossa corresponden a Orpheo Sincronic, S.A. Ossa no solo fue famosa por sus motocicletas, en la época de Bultaco, Montesa y Derbi, sino sobre todo por ser el fabricante de una ingente cantidad de proyectores cinematográficos, llegando a copar el 90% del mercado español. De cuando había salas de cine y las películas se llamaban así, “películas”, porque el soporte era una película de 35 milímetros de ancho que se proyectaba en unas salas llamadas “cines”. ¿Se acuerdan? Lo de “Orfeo” viene porque la empresa creció con la llegada del cine sonoro…
A mediados de los años 1930 Soriano vendió sus patentes al francés Dupuy, que siguió fabricando estos motores durante algún tiempo a la vez que también participaba en las competiciones. A continuación, Soriano se dedicó a diseñar y fabricar scooters y motocicletas, también en colaboración con Ossa.
Hoy en día los motores Soriano están buscadísimos por los coleccionistas. Los escasos supervivientes están casi todos numerados y localizados, pero los profanos de la náutica les prestan más interés por la configuración de su bloque motor que por el conjunto de sus hélices.
Una embarcación de carreras con el motor correspondiente se exhibe en el Deutsches Museum –museo de la ciencia y de la técnica- de Múnich, si bien con una transmisión que no cuenta con la hélice delantera.
Pero no hay que ir tan lejos para ver uno de estos motores. El museo Ossa de Utebo (Zaragoza) tiene dos de estos motores completos, uno de cuatro cilindros y otro de seis, este último desde octubre del año pasado.
No quiero terminar estas notas sin aclarar que la calle principal de Marbella se llama Ricardo Soriano precisamente en honor a este personaje que, además de todas sus aventuras, fue el primer y gran valedor del turismo de la Costa del Sol.