La cosa fue, más o menos, como sigue. La motonáutica existía en España mucho antes de la creación de la Federación Española correspondiente. En 1965 el deporte motonáutico estaba integrado, como el resto de los deportes náuticos, en la Federación Española de Clubs Náuticos, situación que no satisfacía a los deportistas motonáuticos de la época. Habían solicitado reiteradamente su independencia administrativa y, vista su insistencia, José Antonio Elola Olaso, les prometió, tal vez dando largas, que les otorgaría personalidad jurídica propia cuando un deportista español conquistase un título internacional en motonáutica. ¿Y quién era Elola Olaso? Pues nada menos que el delegado nacional de educación física y deportes de la época, que venía a ser algo así como el presidente del actual Consejo Superior de Deportes. Su predecesor fue el general Moscardó y su sucesor Juan Antonio Samaranch. Elola también ocupó el cargo de presidente del Comité Olímpico Español, elegido a dedo, naturalmente. ¿He escrito elegido? No, no, designado…
Al conocer esta promesa los deportistas motonáuticos del momento, mayormente catalanes, comprobaron que para ese mismo año 1965 no se había otorgado la organización del campeonato de Europa de la categoría EU y se apresuraron a solicitar su organización a la UIM (Union Internationale Motonautique). La regata se tenía que disputar a cuatro mangas los días 21 y 22 de agosto en el interior puerto de Sant Feliu de Guíxols.
Los barcos se prepararon con tanta urgencia como se solicitó la regata y la cosa no pintaba fácil, pues llegaron participantes de gran nivel procedentes de Francia, Italia y Marruecos. Aquellas lanchas se pilotaban casi como una moto de carretera –o de gran premio-, pues los pilotos se inclinaban desplazando el peso en los virajes para inclinar el casco y evitar derrapar. La inclinación permitía radios de giro más cerrados, pero un error podía ocasionar el vuelco. El viento presente el sábado ocasionó nada menos que cinco vuelcos durante la única manga que se pudo disputar ese día. Especialmente complicada era una boya que estaba colocada cerca de la bocana del puerto, boya que todavía se monta en el mismo lugar actualmente cuando se hacen regatas de motor en Sant Feliu y que, como en aquel entonces, sigue siendo una boya a la que los pilotos deben prestar especial atención. Entre las embarcaciones volcadas el sábado estaba la del piloto barcelonés Jaime Martínez Clotet, quien ya tenía por aquel entonces un importante palmarés. Martínez Clotet era padre del piloto de Fórmula 1 Pedro Martínez de la Rosa. Digo “era” porque falleció tempranamente a los 72 años en 2011.
Otro de los pilotos de la regata fue el también catalán Alberto Puig Gabarró, “Tito” Puig, de todos los aficionados y profesionales de la náutica conocido por su vinculación al astillero Laraya (lanchas rápidas y yates, constructor bajo licencia de la marca estadounidense Glastron) que había fundado su padre Alberto Puig Palau.
El astillero se vendió a principios de los años 1990, pero Puig Gabarró no se quedó en casa sino que tomó una participación en el no menos conocido astillero almeriense Faeton. Y, cómo no, también reconocido por ser el padre del piloto motociclista “Tito” Puig de la Rosa. Puig y Martínez eran cuñados, vaya, que Martínez de la Rosa –el automovilista- y Tito Puig –el motociclista- son primos. Los Puig pertenecían a familias que eran de lo más florido de mediados del siglo pasado y los periódicos contemporáneos momento señalan que a sus fiestas y puestas de largo acudían docenas –sí, sí, docenas- de personas con título nobiliario. El padre de Puig Gabarró era Alberto Puig Palau, el célebre “tío Alberto” de la canción de Joan Manuel Serrat. Aún hubo un tercer piloto célebre en aquella regata de Sant Feliu de Guíxols: Salvatore Sciacca, constructor de las lanchas Ducauto.
La tipología de las barcas de la época era de lo más variopinta. Las había construidas de madera, de fibra de vidrio y también neumáticas, todo valía con tal de respetar la configuración monocasco y la cilindrada máxima de la categoría, que era de 750 cc, lo cual venía a corresponder con el motor fueraborda Mercury de 50 Hp de la época que cubicaba 720 cc. También corrieron motores fueraborda Carniti de 50 Hp. ¿Algún lector recuerda los fueraborda Carniti? Las velocidades medias de las mangas estuvieron en torno a los 77 kilómetros por hora, lo cual no está nada mal para una competición celebrada 50 años atrás.
A pesar del vuelco de la primera manga Martínez Clotet venció en la segunda y en la tercera, resultando segundo en la cuarta y última, lo que le otorgó el título europeo, por delante de los franceses Consteant y Watin.
Elola Olaso cumplió su promesa y el 4 de noviembre de 1965 se creó la Federación Española de Motonáutica, siendo su primer presidente Luis de la Serna Espina, médico militar, director médico de Iberia, hijo de la escritora Concha Espina y hermano del periodista Víctor de la Serna.
Ese título de Campeón de Europa valió a Martínez la medalla de plata al mérito deportivo, distinción que le fue otorgada en 1968, comunicada por otro de los nombres célebres del deporte español: Juan Antonio Samaranch, por aquel entonces delegado de deportes en Catalunya de la Delegación Nacional de Educación Física y Deportes. La imposición de la medalla tuvo lugar en la sede del Reial Club Marítim de Barcelona y corrió a cargo de Angel Sanz Piñal, que en ese momento era presidente de la federación española. Sanz Piñal fue aviador militar, piloto de pruebas, piloto de lanchas y fundador de la compañía aérea TAF y del astillero Mar Sport. De todo lo cual se deduce que la motonáutica de la época no era cosa de andar por casa, mejorando lo presente…