General
El Dufour 36 Performance ha sido una de las embarcaciones reconocidas en este 2013 como Barco del Año, un velero en el que se ha premiado la siempre difícil tarea de equilibrar el compromiso entre un crucero tan válido para la navegación familiar como para la competición. Panorama Náutico ha tenido ocasión de poner a prueba estas cualidades.
Navegación
Un crucero familiar con aspiraciones
No cabe ninguna duda. A este tipo de barco, que hará las delicias tanto en programas de navegación familiaryo de crucero, como para los que los que lo usen también en las regatas, se le define como un barco crucero-regata. Este modelo cumple escrupulosamente con este epíteto más allá de lo que nos indica su material promocional porque, como se suele decir de una manera más llana, ¡vale para todo!
En aguas cercanas a Barcelona hemos probado el Dufour 36 Performance con unas condiciones de viento generoso y marejada, y con una tripulación de 5 personas, que suele ser el número mínimo para competir en regatas. Condiciones en las que pudimos sentir las excelentes condiciones marineras que muestra el casco desarrollado por un veterano de la casa como es el italiano Umberto Felci, autor de otras “obras monumentales” del astillero, como son los Dufour 40 o el extinto ya Dufour 44.
Con unos 17 nudos de velocidad del viento bastante oscilantes y rolones, y con un mar cercano ya a la marejada, el cuerpo nos dijo que estábamos ante un barco de comportamiento ligero, muy grácil y, en nuestra opinión, bastante duro a la carga de la racha, cosa buena porque a pesar de considerar que el plano vélico era evidente que está muy equilibrado con el desplazamiento del barco y su eslora, el aspecto de tener mucha vela puede cohibir a más de uno, haciéndole rizar sin muchos motivos formales para ello.
Barco ceñidor, aunque con marejada y con el viento bajando y subiendo en ocasiones por encima de los 19 nudos no pudimos ponerlo al límite, pero si nos dejó muy gratas sensaciones. A 30º respecto del viento real realizamos unos registros buenos, 7,5 nudos SOG, por otro lado bastante normales en este tipo de barcos. Debe decirse que es gozoso llevar la caña, léase rueda de timón, en barlovento mientras los compañeros hacen banda, por cierto, sufriendo el hormigueo clásico en las piernas de a quien se le corta la circulación sanguínea por apoyarlas en una regala excesivamente alta. Parece mentira que a estas alturas de la película, en un barco ideado para también hacer regatas, todavía suceda esto. Con este rumbo el barco escoró, como es normal, pero no con la exageración habitual en estas condiciones de navegación para la mayoría de los barcos. Por tanto debe decirse que el calado de 2,20 m, el estándar, trabajó maravillosamente bien, así como la pala, que en ningún momento dejó de actuar a pleno rendimiento al más leve movimiento de muñeca en la rueda.
Abriendo el rumbó, el 36 Performance empezó a rugir. En los 60º subimos ya a los 8,5 nudos y navegando de través a los 9,2 nudos de velocidad. Abriéndonos más, en los 110-120º el barco bajó un pelín de velocidad pero, con la marejada y alguna racha algo contundente, realizamos una punta de 10,4 nudos SOG en una empopada en los 160º. ¡Uaauuuuu! Imaginemos las planeadas que se podrían haber vivido si se hubiera dispuesto del gennaker envergado en el botalón retráctil que posee este 36 pies.
Este Dufour de la serie Performance posee una buena aceleración al incidir la racha en el velamen y aunque su desplazamiento sea normal, muy medido, su comportamiento es brioso. Sin apenas cabeceo se muestra estable al rumbo. No es ardiente ni siquiera al cargar la racha en ceñida una vez ajustado el trapo.
Una navegación muy placentera y con muy buenos registros que no lo hubieran sido tanto sin la buena disposición de una maniobra eficaz y fácilmente accionable como corresponde a un barco de crucero y, sobre todo, a uno de regatas. La maniobra es clara, con una escota de mayor “a la alemana”, es decir, que discurre por la botavara hasta la base del palo para luego ir reenviada por las dos bandas a sendos winches en las brazolas. Por supuesto los carros se triman desde la base del extremo del piano, muy bien surtido, por cierto, de mordazas TXS de Spinlock y unos winchs Harken 40, de la misma potencia que en el resto de los dispuestos en la bañera. El stay está literalmente arraigado en la roda por lo que el foque y/o genova no malgastan espacio, teniéndose más trapo hasta el puño de escota. Nos gusta mucho el largo carro de escota de la mayor que discurre por el suelo y la posición en la que debe estar el trimmer de la mayor para accionarlo milimétricamente a la racha. Aún nos gusta más la posibilidad de desartornillar unas palometas para poder dejar en el pantalán los dos cofres que conforman la mitad de la superficie de los asientos de cada banda. Esta práctica modularidad, ya vista hace algunos años en un 40 pies superventas en España, permite que el trimer del foque pueda trabajar a sus anchas en su winch y que, desde luego el trimer de mayor esté también mucho más cómodo. La superficie de la bañera gana enteros a la hora de navegar. Nos fijamos en las brazolas, con una buena superficie antiderrapante en el gelcoat y con una redondez compensaescora muy interesante. Llama la atención la ausencia de listones compensaescoras en el suelo de la bañera así como en los puestos de gobierno, posiciones bien medidas para la comodidad del timonel. Los bancos, no muy profundos, protegen suficientemente bien del mar.
La sensibilidad de las ruedas, de un diámetro medio que permite transitar entre ellas con comodidad, es buena, notándose a través de los guardines las turbulencias del agua en la pala.
Nos seduce la solución adoptada para el trimado del back stay. Una bella desmultiplicación en cascada permite tensar el back desde las dos bandas. Además, la muy bien pensada bifurcación de la forma de “pata de gallo” del back, hace que los extremos estén muy separados y no molesten para nada al patrón en su desplazamiento rápido entre ruedas y a la familia e invitados en los momentos de acceso al mar en los fondeos.
Habitabilidad
Habitabilidad muy medida
La tradición manda también en este modelo de Dufour. En los exteriores la “transitabilidad” por cubierta es excelente, con espacios holgados para ir por las bandas a proa (los obenques se arraigan en las bandas), de acceso desde ellas hacia la bañera gracias a los perfiles bajos y curvos de las brazolas y qué decir de su acceso al mar por entre las ruedas hacia la plataforma de baño que se abre y abate manualmente mediante un coqueto aparejillo. De la cubierta a la plataforma el desnivel no plantea problemas ni para los más mayorcitos, al no haber ninguna escalerilla. Si la hay, obviamente telescópica, para salir y entrar del agua.
La disposición de los espacios que componen la acomodación es de lo más tradicional, pero con algunas soluciones prácticas y de agradecer para aquellos que disputen regatas. Destaca que en proa, además de ofrecer una cama doble centrada, la puerta de acceso es de doble ala, ofreciendo finalmente todo el espacio necesario para meter y sacar los habituales sacos de las velas y compensar así en parte el siempre molesto palo pasante. En el salón, existe otro gadget conocido pero no por ello menos interesante que es la posibilidad de hacer una cama extra bajando el ala de babor de la mesa central. Un espacio idóneo para el almacenamiento momentáneo de otra bolsa de velas. En la banda de Er., tras la mesa de cartas, está el acceso al lavabo que, ¡oh sorpresa! posee un registro en donde poner más bolsas o pertrechos además de ser un lugar para la estiba de pequeños objetos gracias a las bolsas de red colgantes. En la banda contraria está el camarote de popa con cama doble que se estira muy hacia popa. La cocina, bien dotada con los mínimos para alimentar a una familia de crucero, posee espacio adicional para la estiba en el suelo, con tapas dotadas de pistones de gas, algo de agradecer para no deslomarnos intentando encajar las tapas de los pañoles. Al lado, en el suelo, está la bomba para aspirar agua marina hacia el fregadero. Interesante y siempre útil reminiscencia de un pasado marinero que valoramos mucho en aras de un ahorro de agua potable. El resto de la estiba se ciñe a los armarios de los dos camarotes y las taquillas bajo las grandes aperturas de luz de las bandas, el asiento cajón de la mesa de cartas que posee un poco práctico sistema de cierre de la misma. El espacio bajo las cama de proa es un mega espacio para estiba y el de la cama de popa está ocupados por un gran depósito de gas-oil. Bajo los asientos del salón existen dos depósitos más con agua potable con bombas y compresores debidamente separados por una malla. Las tapas de todo el barco están dotadas de pistones de gas, lo que facilita mucho la vida a bordo.
La ejecución de los trabajos realizados de carpintería, tapicería y los acabados en general, incluso aquellos fuera del alcance de la vista, están bien ejecutados. Nos hace mal a la vista, sin embargo, la excesiva simplicidad de los armarios destinados a la acomodación en los camarotes y la poca importancia dada a la mesa del navegante.
Balance
Un espacio para todo y bien resuelto
Creemos que ha sido un acierto por parte del astillero el planteamiento general de este barco. En lugar de subrayar su aspecto más deportivo como viene siendo habitual en los cruceros-regata en estos últimos tiempos, Dufour ha optado por no radicalizar líneas para que “bajo una piel de cordero se halle el lobo”. De esta manera el astillero, probablemente, busca la complicidad de aquellos que huyen de la radicalidad de las regatas, que es sin duda un armador objetivo más habitual, para ofrecerle igualmente un barco de no pocas prestaciones. Es decir, un barco que no parezca excesivamente regatero pero que sí lo sea en prestaciones, y que sea lo suficientemente “amable” y práctico para la navegación tranquila. A esto se le llama hilar muy fino en el marketing y conocer muy bien el mercado… ¡francés suponemos!
Su habitabilidad es perfectamente compatible con el mundo de las regatas sin apenas tener que transformar nada. Probablemente esto haya sido lo que habrán considerado los colegas europeos especializados, cosa que si fuera así, desde aquí lo suscribimos.
Dufour no hace ninguna concesión a las florituras. Aparentemente puede parecer un barco muy similar a sus precedentes de gama, pero una vez a bordo sentimos y percibimos un aire diferente. Es el logro de un gran Umberto Felci al que no podemos ocultar nuestra admiración por su elegancia y las buenas prestaciones que desde hace tiempo otorga a estos barcos.
Todo equilibrio, especialmente en el plano velico respecto al porte y eslora del barco, con unas líneas sobrias y actuales usando el socorrido pantoque a partir de las amuras. La modularidad de la bañera hacía tiempo que no se veía, quizás desde los tiempos del laureado Beneteau 40.7 y, desde luego, el uso de las dos ruedas en vez de una grande y “poderosa” que ocupa todo el acceso a la popa -ya de otros tiempos- es un potente reclamo tanto o más que el botalón retráctil que ya anuncia, prácticamente “la muerte” del uso del spinnaker tradicional en las navegaciones vacacionales de altura. La intuición nos hace pensar que es una buena opción para que sus líneas, plano vélico y dotación, encajen razonablemente bien en cualquiera de los sistemas de compensación existentes hoy en España.
Echamos en falta quizás algún guiño creativo más evidente para destacar el modelo estéticamente diferente a la tradicional linealidad creativa de Dufour. Probablemente sea también algo arriesgado en un mercado tan débil como el actual. Una percepción considerada una tontería podría estropear las ventas. Se entiende, pues, el conservadurismo de la marca.