Rapallo es una ciudad de la Liguria, capital Génova. Es un lugar elegante y de larga tradición marinera. Tal vez no es tan famoso como Portofino, pero no le anda muy lejos. El puerto cuenta, en realidad, con dos instalaciones. Una es el puerto privado Carlo Riva, una de las personalidades de la náutica italiana más reconocidas, con 400 puestos de amarre para yates de hasta 50 metros de eslora. La otra es de carácter público y ofrece otras 500 plazas para unidades de tamaño más reducido.
Si ustedes conocen el lugar o lo observan sobre el mapa o la carta de navegación verán que está bastante bien protegido, al fondo de una bahía que ofrece una notable protección natural. Además, el fetch tendría que ser de una dirección muy concreta y de una intensidad notabilísima para poder afectar un punto concreto de la instalación.
Pues bien, el pasado 29 de octubre el temporal se cebó especialmente en Rapallo. Todas las circunstancias más adversas se dieron aquí. Las imágenes han dado la vuelta al mundo, al menos al mundo náutico. Sucede que, como suele suceder en estos casos, una gran cantidad de personas lo graban en video o en sus teléfonos, llamados inteligentes, y después aparecen en las redes sociales y son vistos por millones de personas.
La casualidad quiso que alguien grabase el momento crítico. Una ola enorme rompe el dique de abrigo del puerto y empuja toneladas de piedra y cemento hasta el interior. Pero eso es lo de menos, lo peor es que queda abierta una brecha de varias decenas de metros a través de la cual entrarán todas las olas sucesivas hasta que termine el temporal.
Al igual que sucede en las guerras, cuando el enemigo hace una brecha en tus murallas, date por… ¡perdido! En las guerras caben las defensas heroicas, reforzar la brecha e intentar expulsar al enemigo antes de que entre al interior o echarle si ya lo ha hecho. Pero cuando el mar rompe el rompeolas ya no hay nada que hacer.
Otras imágenes muestran la carretera de la costa desde el interior de un autobús de línea. Los rociones -y más- llegan hasta el mismo autobús. En imágenes posteriores esa misma carretera aparece destruida. Alguien escapó por los pelos…
Los vídeos del puerto de Rapallo después del temporal son tristísimos. Pantalanes rotos, yates de todos los tamaños a pique o empujados contra el muelle de ribera, desechos de todo tipo por todas partes, los restaurantes situados más cerca de la orilla totalmente destrozados y así sucesivamente.
Ante este panorama surgieron algunas iniciativas tendentes a paliar en mínima medida lo sucedido. Les citaremos tres. La primera de ellas procede de la Marina di Varaze (grupo Azimut-Benetti), que ha ofrecido amarre gratuito en sus instalaciones durante tres meses a quienes se hayan quedado sin amarre en Rapallo. Claro está, a los yates supervivientes. La segunda es la oferta que ha hecho el importador para Italia de los motores fueraborda Suzuki que, a quienes hayan perdido su fueraborda –Suzuki o no– como consecuencia del temporal, ha ofrecido sus motores a precio de distribuidor, siempre a través de los distribuidores locales. Aquí la cosa se complica, pues no nos atrevemos a asegurar que sea una buena idea poner de manifiesto cuáles son los márgenes comerciales en el mundo de la náutica.
Pero la que más nos ha llamado la atención es la iniciativa de Francesco Michienzi, director de la revista Barche, que a través de su página personal de Facebook inició, junto a Luigi Foresti (Masse Generators) y Piero Formenti (ZAR), ha impulsado una recogida de fondos para ayudar a los marineros de la zona, incluyendo marineros del puerto, pescadores o tripulantes de los yates afectados. Todo ello sin perjuicio de la intervención de las compañías aseguradoras y de las administraciones públicas. Tal vez las pequeñas empresas o autónomos que se dedican al mantenimiento y a la limpieza de los barcos se queden una temporada sin trabajo, tal vez el patrón de alguno de los yates perdidos se queda por una larga temporada sin nada que patronear. La intención de Michienzi era la de recoger 100.000 euros. Sin duda, un objetivo digno de admiración.
Pero la pregunta es: ¿Ha de salir la iniciativa privada a resolver este tipo de cosas? ¿No existe en Italia un sistema de previsión social? Nos referimos a las vacaciones anticipadas, el cobre del paro por cese temporal de la empresa u otras cuestiones similares. Ya sería escandaloso que resultara o resultase que alguno de estos trabajos se estuviera llevando a cabo como partícipes de la llamada economía sumergida. Y no es un chiste. A ver si ahora va a resultar que los prohombres de la náutica italiana, quienes se citan en los paisajes más selectos de la costa trasalpina, armadores de lujosas unidades abonaban a sus empleados sus respectivos emolumentos en B. Y, en consecuencia, ahora a las administraciones públicas italianas no les consta la existencia de tales empleos.
Claro que no es España país para dar ejemplo…
Por cierto, en el momento de cerrar estos comentarios, transcurridas más de dos semanas desde el temporal, la iniciativa del señor Michienzi levaba recogidos 1.194 euros.