Estuve hablando con Alex Pella, cuando se desplazaba a Bilbao para participar en la SAIL in, que ha tenido lugar en la villa del Nervión. En nuestra conversación salió el tema de la cultura náutica. El SAIL in Festival de Bilbao es una muestra de lo que el mar puede proyectar más allá de sus infinitos horizontes. Es una exhibición clara, explícita y honesta para manifestar a la sociedad lo que es ‘eso del mar’. Acierto encomiable por parte de sus organizadores, que no se limitan a dirigirse solo al reducido ámbito de los convencidos, sino también a los futuros conversos, por lo que tiene una vocación de apertura.
El verdadero reto de toda cultura es abrirse, ser universal, descubrir nuevos mundos, a nuevos sectores sociales, a nuevas personas. Una cultura sin seguidores abiertos no es cultura, sino secta. Y el mar nunca ha de ser una secta.
La tarea de que el mar se implique en la sociedad y de que forme parte de la cultura de un país es una labor valerosa a la que nos hemos de sumar todos quienes nos gusta el mar.
Los pulsímetros de la cultura náutica en nuestro país indican que estamos en la zona barométrica del ‘rain, pluie, regen’, bajo una potente baja de menos de 790 mbar (ahora hectopascal), es decir, estamos mal. Existen loables esfuerzos en querer romper esta tendencia y mantener vivo lo que queda de nuestra tradición náutica, pero algo no funciona. A pesar de la buena imagen que dan nuestros navegantes a nivel internacional, de las recientes buenas estadísticas de matriculaciones y amarres ocupados…, algo falla. Y a mi juicio lo que sucede hoy por hoy es que aún es difícil el acceso real del ciudadano medio al mar.
Navegar, eje de la cultura náutica
Lo que resulta dificultoso es que la gente navegue, es decir, que disfrute de la navegación –meollo y razón de ser de toda cultura náutica- . Esto a causa de una serie de trabas existentes, de todo tipo, – ya sean físicas, psicológicas, sociales, burocráticas, económicas, de prejuicio elitista- que condicionan el acceso a navegar. El resto es anécdota, literatura, o iniciación. Salir a navegar, convivir con la embarcación, conocerla a fondo, técnica y emocionalmente, entenderla, así como compenetrarse con la naturaleza que la vehicula, y compartir este conocimiento y experiencia con tus amigos, es el quid de la cuestión. La esencia y la razón de ser de esta cultura que llamamos del mar.
A través de la práctica de la navegación podremos comprender mejor todas las demás facetas que puede darnos esta actividad, ya sea fotografía, literatura, cinematografía, relatos, pintura, etc.
Podemos hablar, ensalzar las hazañas de nuestros navegantes, exhibir los ingenios que tenemos para hacer viable estas gestas en el mar, pero si no hacemos fácil que toda persona pueda salir con una embarcación y logre disfrutar del mar, todo lo que se gestione como actividad náutica solo será un entramado de buenas intenciones que no se aguatarán por sí mismas y no habrá solución de futuro.
Alex me comentaba que admira como en ciertas partes del mundo, -y enfatizaba geográficamente en la zona de la Bretaña francesa-, se vive de una forma cotidiana y sin aspavientos la cultura náutica. Salir al mar forma parte de la esencia de sus gentes. Y me explicaba cómo esta cultura náutica es muy viva en áreas como Perth, Australia, Auckland y toda Nueva Zelanda, en el Cowes inglés, en la costa del noreste de Estados Unidos, en el Plata, donde se vive el mar como un hecho habitual y normal.
Le pregunté cómo veía la situación en España, y me dijo que, exceptuando algunos puntos muy concretos de la costa española, ve que hay un cierto retroceso en esto de la cultura náutica en nuestro país, que aún persisten núcleos, pero cada vez son menos y por desgracia falta renovación, y no por falta de ganas, sino por las dificultades que existen en poder salir a navegar de forma fácil.
Facilitar salir al mar
Hay que hacer algo. Conseguir que salir al mar sea fácil, ya sea con prestaciones a las embarcaciones para que tengan facilidad de varada, ya sea fomentando la posibilidad de salir a navegar compartiendo barco con grupos y colectivos que incentiven la navegación; ya sea mentalizando a la sociedad de las ventajas de popularizar la náutica, porque si no es popular, nunca habrá una auténtica cultura marítima en nuestro país.
Acceder al mar debería ser tan fácil como coger una bicicleta y rodar. Una cosa espontánea. Sencilla. Libre. Aprender a navegar es un derecho inexcusable, una posibilidad de todos aquellos que vivimos mirando el mar.
Si se logra, podremos decir que tenemos una cultura náutica como tal. Estaremos en la zona barométrica del fair, beau, shong, en tiempo bueno, con altas presiones de 1030 mbar. Si no, continuaremos como estamos ahora, en la terrible borrasca de nuestra siempre débil cultura del mar.
Angel Joaniquet