Viene esto a cuento de la eterna comparación entre la navegación de recreo a vela y la que se efectúa a motor, en el sentido de la falta de grandes acontecimientos que animen el mundillo motonáutico, en comparación con los grandes eventos que adornan el calendario internacional de vela, con regatas como la Barcelona World Race o la Copa América.
Efectivamente, en el pasado, los eventos motonáuticos fueron mejores. La navegación a motor tuvo grandes impulsos antaño, concretamente en dos épocas. Una fue a principios del siglo pasado, la época de los grandes rendez-vous internacionales de Estados Unidos y del centro de Europa pero, sobre todo, el de Mónaco.
Hay que tener en cuenta que en aquellos tiempos la red de carreteras era bastante lamentable y que el cabotaje y la navegación lacustre o fluvial constituían su mejor sustitutivo. Con la aeronáutica en pañales y el automóvil dando sus primeros pasos, no es de extrañar que muchos técnicos volcasen todos sus furores creativos en la navegación a motor. Hay fechas clave, como 1896, año de fundación del Hélice Club de France, o 1903, año de la creación de la APBA (American Power Boat Association), pero ninguna tiene la relevancia de 1904, año en el que el príncipe Albert de Mónaco convocó el primer meeting para canots automobiles con un premio de 100.000 francos de la época, que era un auténtica fortuna. Fueron estos alicientes los que permitieron, ya entonces, desarrollar las embarcaciones de planeo, necesarias para vencer a las lanchas de desplazamiento.
Después de la I Guerra Mundial, el desarrollo de los motores de aviación dio un nuevo empuje a estas actividades, pero la crisis económica ralentizó el asunto en Europa y trasladó la actividad al otro lado del Atlántico. Recuerden que Chris Craft se fundó en 1922. Fue la época dorada de la motonáutica en Estados Unidos. En 1925 Garfield Gar Wood, cofundador con Chris Smith de Chris Craft, desafió con dos lanchas al tren de Albany a Nueva York, que circulaba paralelo al río Hudson. La compañía ferroviaria no aceptó el reto, pero las lanchas persiguieron al tren igualmente. El día de los hechos el recorrido se llenó de espectadores y la carrera fue retransmitida en directo para la radio desde un bombardero que sobrevoló el río.
¿Se imaginan al Ministerio de Defensa dejando un avión par ver una carrera entre la RENFE y una lancha? En aquella ocasión la primera lancha llegó 11 minutos y 40 segundos antes que el tren. Y allí el tren iba muy rápido… Claro que la lancha no era pequeña: llevaba un motor de 625 caballos que cubicaba 32 litros. Con esa cilindrada hoy obtenemos una potencia cuatro veces superior, y de serie.
Sin embargo el éxito de aquel desafío fue tan notable que Edsel Ford, hijo del magnate del automóvil, Henry Ford, se hizo construir una réplica del barco para ir a trabajar. Los Ford utilizaban la lancha a diario para ir desde su mansión a orillas del lago Saint Clair hasta su factoría en Baton Rouge, a orillas del río Rouge, a más de 100 km/h. Los Ford no iban a trabajar en coche, lo hacían en lancha…
Me permito situar la segunda etapa notable en los años 60 y 70, con la aparición del offshore. Pilotos de offshore fueron Jim Wyne, inventor de las colas dentrofueraborda, Dick Bertram, que ganó la Miami-Nassau de 1960 con un casco diseñado por C. Raymond Hunt, el perfeccionador de las carenas en forma de V. A partir de ahí Bertram creó el astillero que todavía construye fishers en Miami, al cual se atribuye el honor de ser el primero del mundo en utilizar la fibra de vidrio.
¿Les suena Don Aronow? Fue el fundador de Cigarette, Magnum, Donzi, Formula… Aronow construía barcos para los buenos (las instituciones) y para los malos. Lo asesinaron a tiros. Es de suponer que fueron los malos…
En esos años también competía Don Shead, autor de las carenas Sunseeker. Más tarde vendrán Tullio Abatte, creador de la marca que lleva su nombre; Bruno Abatte, fundador de Primatist, Renato Molinari o Fabio Buzzi. Pocos recuerdan que Norberto Ferretti, fundador de la marca que todavía lleva su nombre, fue Campeón del Mundo de Offshore de la máxima categoría en 1994.
No hace tanto que las regatas de offshore reunían dos docenas de barcos como si nada. Hoy son media docena. Beneteau y Jeanneau participaron activamente en las regatas de fuerabordas.
Pero lo que algún día tendremos que valorar es si ha sido la competición la auténtica animadora del desarrollo técnico de la náutica, sea a vela o a motor. ¿No serán más importantes los intereses militares? Les pondré un ejemplo: la hélice.
La hélice se desarrolló con finalidades militares. Efectivamente, los primeros barcos propulsados a motor -a vapor, si ustedes quieren- utilizaban ruedas de palas, situadas a cada banda o en popa, como esos barcos fluviales que aparecen en los westerns. Semejante ubicación hacía que el equipo propulsor fuera blanco fácil de la artillería enemiga, así que no hubo más remedio que ingeniárselas para esconder el equipo propulsor debajo del casco. En fin, compás, sextante, ruedas de palas. ¡Qué tiempos aquellos!
Nunca faltan acontecimientos locales que satisfacen a los connaisseurs más recalcitrantes, pero ahora hay pocas cosas que animen el sector motonáutico de verdad a nivel global. Auguro algunas temporadas poco excitantes, tal vez hasta que se produzca le eclosión de la propulsión eléctrica…