Cuando un aficionado a la náutica de recreo, tenga o no embarcación propia, contempla alguno de los grandes cruceros turísticos que actualmente están tan de moda, siente una gran admiración. Si han tenido la oportunidad de viajar en alguno de ellos, su opinión estará más fundada. Para bien o para mal. En cualquier caso, el tamaño de estos colosos y las posibilidades que ofrecen, deslumbran sin ninguna duda.
Los medios de comunicación afines a la náutica y muchos profesionales del sector náutico de recreo son firmes admiradores de este tipo de grandes embarcaciones, por su sofisticación y complejidad tecnológica. Si gobernar un crucerito de 10 metros de eslora ya requiere de atención y habilidad, ni les cuento hacerlo con un mastodonte de cientos de metros. Así pues, es frecuente que en caso de crítica o discrepancia, se pongan al lado de tan bonitos ejemplares. Pero no es oro todo lo que reluce.
Muchos medios de comunicación se han hecho eco de un informe publicado por una organización denominada Transport & Environment (transporte y medio ambiente) inscrita en el Registro de Transparencia de la Unión Europea, según el cual la contaminación emitida por este tipo de embarcaciones es muy elevada, comparada con la que emiten otro tipo de vehículos.
Según el citado informe, publicado el día 4 de junio de 2019, disponible en internet en la página www.transportenvironment.org un par de líneas de cruceros contaminan, ellas solas, más que todos los automóviles de la Unión Europea juntos, incluyendo Noruega, Islandia, Montenegro y Groenlandia. Para ser exactos cita expresamente a Carnival Corporation como emisora de 10 veces más dióxido de azufre que los 260 millones de coches que circulan por Europa y a Caribbean Cruisers como emisora de una cantidad cuatro veces superior a la de los coches.
El asunto no es poca cosa, pues la lucha contra la contaminación en ciudades como Madrid y Barcelona ha dado lugar a encendidos debates políticos. Concretamente en Barcelona se va a limitar la circulación de vehículos que no posean la etiqueta de la Dirección General de Tráfico a partir del día 1 de enero de 2020. Eso significa coches con motor diesel matriculados antes de 2006 y coches con motor a gasolina matriculados antes de 2000. Los vehículos profesionales tienen un año de moratoria.
Llama la atención, en primer lugar, que los vehículos profesionales, esos que pueden contabilizar y amortizar sus gastos, tienen una moratoria, mientras que los ciudadanos de a pie, bien, los que van en coche particular, no tienen esa oportunidad. El transporte público no es tan maravilloso como para que los automovilistas dejen sus vehículos en la periferia y lleguen a sus lugares de trabajo de una forma razonable.
Pero volvamos al mar o, más concretamente, al puerto. Mientras que los automóviles supuestamente contaminantes –pasan rigurosamente la ITV- son casi expulsados de la ciudad, se sigue recibiendo con los brazos abiertos a unos mastodontes que, según Transport & Environment contaminan más no ya que los automóviles de la propia ciudad, sino que todos los automóviles de Europa juntos.
Naturalmente, la Asociación Internacional de Líneas de Cruceros (CLIA, por sus siglas en inglés) se apresuró a contradecir esas afirmaciones, indicando que los datos facilitados eran poco fiables y poco contrastados, utilizando unos argumentos de una candidez atronadora.
Las notas de prensa emitidas por la CLIA hacen hincapié que 111 de los más de 200 cruceros que forman parte de esta asociación tienen implantados sistemas de depuración de gases de escape, que otros 12 están adaptando esta tecnología o que algunos de los nuevos buques se construyen equipando motores que usan combustibles más limpios, como el gas natural licuado. Sin embargo la CLIA no indica cuales son las emisiones reales exhaladas por los barcos de las citadas compañías.
Más aún. La CLIA indica los esfuerzos realizados por las compañías para poder adaptar sus sistemas a conexiones eléctricas a tierra firme, lo cual permite –o permitiría- parar los motores de combustión interna mientras las naves permanezcan amarradas en puerto. Solo mientras están en el puerto. ¿Y en navegación? Pero inmediatamente le pasa la pelota a los puertos, indicando claramente que éstos –los puertos- no están preparados para suministrar suficiente electricidad y cita de corrido los puertos que sí lo están: Brooklyn, Halifax, Hamburgo Altona, Montreal, San Diego, San Francisco, Los Ángeles, Long Beach, San Pedro, Seattle, Shanghái, Vancouver Canadá Place y Juneau. ¡Uno en Europa! Es más, se llega a insinuar la necesidad de disponer de subvenciones o de “precios ajustados” para la electricidad consumida en los puertos. Puestos a pedir…
Será bueno comentar aquí que la sociedad Puertos del Estado (del Estado español) ganó 224 millones de euros en 2017. Algún enchufe podrían poner…
Pero es que la huella de carbono no termina aquí. A la contaminación generada por estos maravillosos buques en todo momento hay que sumar la que se genera por el transporte de los pasajeros hasta el puerto de salida. No vayan ustedes a pensar que todos los pasajeros son naturales y residentes en Barcelona, Palma de Mallorca o Málaga y sus cercanías, por poner unos ejemplos. No, señor. Vienen y van desde muy lejos y lo hacen en avión. Emisiones directas a las capas altas de la atmósfera.
Algunas patronales hoteleras se han hecho eco de esta situación. Obviamente, todas las pernoctaciones que se producen en los cruceros son pernoctaciones que no se producen en los hoteles…
Recapitulemos. De Barcelona se van a echar primero los vehículos supuestos contaminantes particulares. A continuación a los vehículos profesionales y después. ¡Ah, no! Después a nadie más.
¿Y qué pasa en el mar? Pues solo recordarles desde esta sección Cabos Sueltos de panoramananutico.com que el llamado Impuesto de Matriculación, que pagan casi todos los automóviles, todas las motocicletas con un motor de más de 250 cc y las embarcaciones de recreo de más de 8 metros de eslora, se basa en unos tipos impositivos fijados por la Ley 34/2007 de “calidad del aire y protección de la atmósfera”. Sí, han leído bien. ¡Calidad del aire! Las únicas embarcaciones que pagan son las de recreo.