En la vela el viento manda y en esta edición de la regata Illes Balears Clàssics Eolo ha brillado por su ausencia por lo que la edición que en un principio tenía que haber sido de las mejores de la historia del evento ha quedado deslucida por la falta de competición en el agua.
Si ayer los barcos salieron a la Bahía de Palma y el Comité de Regatas lo intentó todo para al menos sacar adelante una prueba -sin conseguirlo-, este sábado no fue necesario ni que la flota soltara amarras. El chubasco que barrió la capital balear a las once de la mañana fue el anuncio de una calma que se prolongó hasta las dos de la tarde, hora en la que el Comité Organizador decidió anular la jornada de competición y poner punto final al programa deportivo.
La huella dejada por la meteorología de estos dos últimos días en Palma fue una sensación de frustración. La Illes Balears Clàssics del Club de Mar Mallorca lo tenía todo para ofrecer un espectáculo de primer nivel (una flota de leyenda, el estreno en la bahía de la clase FI15 y la presencia de variados modelos y tipologías de embarcaciones), pero “la vela es así”, según admitió el comodoro de la entidad organizadora, Manuel Nadal, consciente de que “sin viento no hay regatas”, pero satisfecho del esfuerzo realizado por su equipo: “Ayer lo intentamos todo para completar una prueba, pero no fue posible. Y hoy ya no ha hecho falta ni levantar el aplazamiento en tierra porque la Bahía de Palma estaba como un espejo, sin nada de viento”.
CLÁSICOS
La regata disputada el pasado jueves, en que el viento térmico Embat sopló con su acostumbrada regularidad, permitió que la XXI Illes Balears Clàssics tenga su cuadro de honor, puesto que el Anuncio de Regatas exige únicamente la celebración de una manga. El protagonismo recayó en la embarcación Corsaro II, de la Marina Militar Italiana, que se adjudicó la prueba inaugural en la división de Clásicos (barcos botados entre 1950 y 1975) frente a once rivales. Gracias a que se trata de la categoría con más participantes, el yawl bermudiano patroneado por Simone Giusti, un Sparkman & Stephens de 1960, se proclamó campeón absoluto y rubricará con su nombre la peana del trofeo Club de Mar. Lo acompañaron en el podio de los Clásicos el Emeraude (1975), de Vittorio Cavazzana, y el Giraldilla (1963), yawl que perteneció a don Juan de Borbón y que h oy está armado por Valle de Riba.
Simone Giusti, patrón del Corsaro II, aseguró estar “muy contento” con su equipo: “Hemos trabajado bien y muy duro. Este barco tiene un gran potencial y lo hemos exprimido al máximo. El primer día fue fantástico, con las mejores condiciones para nuestro velero. Hay que tener en cuenta que llevamos a bordo a diez cadetes de la escuela naval y esta es su primera experiencia con la vela. Puede que el tiempo no haya acompañado para su instrucción pero sí para que aprendan cómo es el ambiente en este tipo de acontecimientos”.
ÉPOCA CANGREJA
En las clases de Época vencieron los mismos barcos que el año pasado. Marigan, de Tim Liesenhoff, obtuvo su tercera victoria consecutiva en la clase Época Cangreja, donde se concentran los veleros más antiguos de la flota. El armador alemán radicado en Palma reconoció que, después de bastantes años en competición, su tripulación, formada por familiares y jóvenes regatistas del Real Club Náutico de Palma, está muy entrenada y domina casi a la perfección la compleja maniobra de un velero que fue construido en 1898 y monta un aparejo de cangreja con escandalosa y tres velas de proa. El Tern (1897), al mando de Nicholas Svolis, estrenado en competición en el Club de Mar tras su proceso de restauración en un pequeño taller del polígono de Son Bugadellas (Mallorca), y el Kelpie of Falmouth (1898), la impresionante goleta áurica de 20 metros de eslora de Asgard Yachts, se clasificaron en segunda y tercera posición, respectivamente.
ÉPOCA MARCONI
También repitió triunfo el Enterprise, de Albert Kusak, en la clase Época Marconi. El yawl de 1939, de 18 metros de eslora, diseñado por Sparkman & Stephens, fue más rápido que su eterno rival, el Manitou (1937), de Phil Jordan. La embarcación que utilizó John F. Kennedy durante su mandato como presidente de los Estados Unidos tuvo que conformarse un año más con la segunda plaza, por delante del Halloween, de Dan O’Connor, el William Fife de 1926 al que el afamado diseñador escocés se refirió como “el perfecto barco para un caballero”.
El estreno de la clase FI15 en Mallorca se resumió en dos mangas de algo más de 4 millas náuticas cada una, lo suficiente, sin embargo, para que los “pura raza” de las regatas de clásicos dejaran su impronta en la Bahía de Palma. El Tuiga (1909), del Yacht Club de Mónaco, patroneado por Bernard Alessandri, venció con un primero y un segundo, y demostró que el dominio de la maniobra es tan importante como la estrategia en las regatas de barcos que compiten en tiempo real, aunque sean clásicos. El británico Laddy Anne (1912), gobernado por el español Juan Luis Serra, fue segundo, seguido del suizo Mariska (1908). El Hispania (1909), armado por la Fundación Isla Ebusitana, cerró la clasificación. Los cuatro FI15 presentes en la XXI Illes Balears Clàssics son los únicos supervivientes de la fórmula que protagonizó las grandes regatas de crucero s de principios del siglo XX. Todos ellos fueron diseñados por William Fife.
El patrón del Tuiga, Beppe Zaoli, elogió el campo de regatas de la Bahía de Palma: “Es realmente bonito. Creo que volveremos siempre a hacer esta regata en Palma. Nuestro deporte va con las condiciones meteorológicas, lo tenemos asumido, así que es normal que a veces no podamos competir. Ha sido una buenísima regata para nosotros. Lo hemos hecho bien y hemos estado muy concentrados”
En el resto de clases, los vencedores fueron el Hardship III, de Thomas Tillbert (Espíritu de Tradición); Lelogás, de Jens Rike (RI Clásicos); y Dino, de Siegfreid Detzkei (Dragón Clásico). La clasificación de llaüts y botes de vela latina quedó desierta al no poder completarse ninguna manga.