Pella asegura que el Índico y la entrada del Pacífico han sido muy beneficiosos en cuanto a millas ganadas, pero muy duros en cuanto a ritmo de a bordo. “Por eso me ha sido prácticamente imposible escribiros nada. Ahora, con más calma, os compenso con unas líneas”, comenta.
El descanso
Tocan tres horas de litera que nunca llegan a ser tres de sueño; ya que antes tienes que sacarte y colgar la ropa de aguas y las botas en el armario de la estufa. Mientras, esperando que el compañero de turno libere la litera, para mi Bernard, es aconsejable picar algo de comer y matar ese momento. Eso alivia el típico mosqueo del retraso. También es aconsejable pasar antes por el baño; el frío y el hecho de estar siempre bebiendo hacen que uno siempre esté orinando. Entramos en el camarote donde están las tres literas; dos van rotando, la otra es para Francis que va fuera de guardia. Te desvistes, preparas tu saco, compartimos saco de dormir, pero cada uno pone dentro de ese saco un saco fino personal. Te metes dentro, cierras las dos cremalleras, subes la litera; ya que éstas son regulables, ¡¡y ese es tu momento de gloria!! Allí nadie puede interrumpirte. ¡¡Qué bueno!!
El stand-by
Te despierta el compañero que entra, para mi Gweno, te calzas las Crocs, te pones la capa de polares y el peto Gore-Tex por fuera, polar por dentro y pasas a la zona de stand-by, delante de la cocina. Sales a asomarte a la cabina y le pides info al compañero de fuera: «Tout va bien Clém?» Si no hay movida fuera, es decir, maniobras, o vamos al límite o no hay hielo en el camino, pues te metes dentro y tienes tu rato libre. Durante esta hora y media te preparas algo de comer, comes, escribes unas líneas, si los botes del barco te lo permiten, vas al baño, despiertas al que tiene que salir de la litera, para mi Seb, te vistes: chaqueta caliente interior, peto de agua, chaquetón de agua, las botas, coges el pasamontañas, los guantes de goma; te llenas la cantimplora y el bolsillo con algo de picar y…¡¡ al ataque!! Guardia en cubierta, tres horas.
Una vez fuera el que sale, para mi Bernard, te pone al día del modo de llevar el barco y las consignas de Francis sobre la trayectoria; pasas a asistir al caña la primera media hora. Le echas un ojo a las velas, a la cubierta, deriva foils y a la carta para ver la trayectoria. Comentas la jugada con el caña, para entender de qué va la cosa. Después vas a la caña, otra media hora de llevar el barco, y haces sucesivas rotaciones a la caña de 30 minutos. Estas tres horas pasan súper rápido porque el barco necesita mucha concentración a la caña y es muy intenso. Cuando acabas sales cansado, saludas al que entra y te despides de los que están fuera, soñando con la litera. La verdad es que el ritmo es muy intenso y, llegado el momento, no sabes si es de día, de noche por la mañana o por la tarde. Así llevamos ahora unos 25 días; vamos algo cansados, pero muy ilusionados con lo que estamos haciendo y teniendo justo en proa el Cabo de Hornos, la puerta de salida del Gran Sur.