Las normas de seguridad para el ejercicio de actividades subacuáticas indican que debe haber al menos cuatro personas interviniendo en un trabajo de buceo en el puerto, según el sistema utilizado.
“Para realizar trabajos en los puertos deportivos es necesario un equipo el buceo autónomo compuesto por un jefe de equipo, dos buceadores y un buceador de socorro, preparado para intervenir en todo momento. En caso de emergencia o extrema necesidad, podrá bajar uno solo, amarrado por un cabo guía que sostendrá un ayudante en la superficie. “
El Buceo autónomo se puede utilizar como máximo:
a) Con aire, hasta 50 metros de profundidad, limitado a inmersiones cuya suma del tiempo de las paradas de descompresión no supere los quince minutos.
b) Con mezclas, según las limitaciones que establezca el fabricante del equipo.
Por tanto en aquellas intervenciones subacuáticas que lleguen al límite de 50 metros, será siempre necesario que actúen un mínimo de cuatro personas.
La normativa no distingue cuando nos encontramos ante tareas que exigen inmersiones a menos de 10 metros de profundidad, en las que no es necesaria la descompresión.
De manera general y aproximada, la mayoría de los puertos deportivos y turísticos suelen tener un calado de como máximo 10 metros y, por tanto cualquier mínima inmersión para trabajos de cadenas o pequeñas reparaciones, para recuperar efectos caídos al fondo, o para resolver percances con los cabos, no necesitará de descompresión.
Con la normativa en la mano, la reparación de un muerto, o la recuperación de un objeto del fondo del canal, exigirán que el concesionario del puerto deba contratar a cuatro buzos profesionales; esto implica un gasto exorbitante si la comparamos con la nimia tarea a realizar.
Obedece a toda lógica que no deban ser exigibles las mismas medidas de seguridad para la realización de trabajos que requieran de inmersiones, de por ejemplo a 30 metros, en donde sí es necesaria la descompresión; que en trabajos que se realicen apenas a escasos metros de la superficie, como son los que se realizan en las instalaciones portuarias.
En el proceso legislativo en el que la Dirección General de la Marina Mercante está abierta a escuchar las peticiones del sector, debería considerar alternativas que racionalizaran las medidas de seguridad, con el peligro existente y el trabajo a realizar.
Alternativas a estudiar serían reducir el número de buzos necesarios para las inmersiones menores, o que los equipos de trabajo pudieran ser “mixtos” en el sentido de que pudiera substituirse, por ejemplo, algunos de los componentes del equipo, por miembros del equipo de marinería del puerto.
Jaume Prats
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