Con esta participación en la Volvo Ocean Race te conviertes en el español con más ediciones a sus espaldas (6). ¿Cómo te sienta?
“No es un dato fiable. Hay mucha gente que ha navegado muchísimo, igual no tiene Volvos pero han hecho muchas otras vueltas. Para mí no tiene ninguna importancia. Al revés, parece que soy viejo”.
¿Qué te lleva a seguir queriendo dar la vuelta al mundo, lejos de tu familia y de tu casa, 19 años después de la primera vez?
“La Volvo Ocean Race es muy bonita porque cambia mucho, pasas de estar parado con cero nudos, 45 grados, y humedad del 90%, a estar al Sur con una temperatura dentro del barco equivalente a la nevera de tu casa, y vientos de 40 nudos. Tienes que estar preparado. Y cada día te mides contra los mejores equipos y tripulantes de offshore (oceánicos) del mundo. Antes aprendías a perfeccionar el barco, trabajabas mucho con los diseñadores, y eso te da más puertas a aprender. Además, disponer de la tecnología punta y poder aplicarla está muy bien. Yo soy ingeniero industrial, y organizar un equipo, no sólo tecnológicamente sino también humanamente, me gusta. A eso se unen los sitios por los que pasas, que mi familia la sigue…Éste un factor clave, mis hijos son aún pequeños y pueden venir a las paradas, pueden conocer mundo, es otra cosa muy bonita de la Volvo Ocean Race”.
¿Cómo ha cambiado la que llaman la regata más extrema que existe con el paso de los años?
“Ha cambiado mucho, al mejorar la tecnología ha mejorado también la vida a bordo. La alimentación ahora es mucho mejor que antes, por ejemplo. Hace unos años la comida liofilizada no se hidrataba bien con el agua, había que esperar mucho, te podía dar problemas en el estómago, y ahora está superado. Hombre, tras nueve meses alimentándote así te afecta, claro, pero no tanto. Antes la desalinizadora tampoco funcionaba bien, y al principio el agua era muy mala. Se llevaba fruta, hasta diez días, no teníamos la comida especial que hay ahora, las vitaminas, todos esos suplementos que te ayudan mucho”.
Ese desarrollo del que hablas también permite tener partes meteorológicos más fiables. ¿Hay menos riesgo ahora?
“Es cierto que las previsiones meteorológicas ahora son muy buenas, así que en ese sentido es menos peligroso, porque te avisan de algo que puede venir que es demasiado fuerte. Es raro no tener tiempo de reacción. El problema es que tú vas buscando eso precisamente, y te puedes llegar a pasar. Vas buscando mucho viento, el mayor viento posible en la mejor dirección posible, y a veces te pasas, como un F1 que se sale en una curva. Te puedes meter demasiado en la baja (presión), o te quedas sin viento, o te has metido en un lío porque te has ido al frente con más viento y más ola…Pero la información es mucho mejor, que es lo importante”.
En esta edición tendrá lugar un cambio aún más grande si cabe: por primera vez en la historia se disputará con barcos exactamente iguales. “Si, y la sensación es que va a ser todo más apretado, todos tenemos el mismo barco y va a estar más igualado. La diferencia va a ser el trabajo del equipo, así como el entrenamiento previo. Sin monotipos un porcentaje muy grande se ganaba antes de salir: todo empezaba eligiendo quién iba a ser el diseñador de tu barco, dónde lo ibas a construir, también la gente con la que ibas a contar. Diseñadores y regatistas teníamos que trabajar juntos para, partiendo de un diseño inicial, mejorarlo y a la vez aprender a navegarlo. Ahora esa área tan grande de variables, diseño, diseñador, astillero etc, ya no existe. Antes ya de partida podías tener un hándicap grande si te equivocabas, o si acertabas salías con una ventaja muy grande”.
Hablas del factor equipo para esta edición. Ya antes pocos barcos acababan con la misma tripulación con la que empezaban. ¿Por qué? “Todos los equipos tenemos reservas. Pueden no acabar todos los que empezaron primero porque haya elementos que no trabajen bien, y hay que cambiarlos, o por lesiones…Son muchas millas, y es una competición muy dura. Es muy fácil que la gente de proa, que está sometida a más situaciones difíciles, se haga daño si no van con cuidado, nos pasó con Camper en la edición pasada, cuando nuestro proa tuvo que retirarse por una hernia discal. Cada vez pasa menos porque nos preparamos mejor, y los equipos nos conocemos mejor. Que el equipo se entienda es fundamental porque se dan situaciones muy difíciles. No sólo es importante para que el barco vaya más rápido, sino para los protocolos de seguridad establecidos. Que eso engrane bien y funcione lo más rápido posible es muy importante. Eso también hemos entrenado, parece que no, pero hacen falta muchas horas”.
Tras cinco vueltas al mundo te lo debes conocer como la palma de tu mano. ¿Qué es lo más duro para ti?
“Lo más duro es el calor y las calmas. Yo lo paso fatal. Me hace gracia porque todo el mundo habla del viento, del frío, pero ahora hay puertas de hielo (líneas que no rebasan hacia el sur por el peligro de icebergs), mientras que antes se bajaba mucho más de latitud, igual estabas dos semanas con el agua a 3 grados. Uno de los lugares más complicados para mí es China, el Estrecho de Malaca. Hace dos ediciones, ciñendo entre Filipinas y Tailandia después de Malaca, nos tocó una ceñida muy difícil, con olas muy grandes. Navegar entre costas es complicado, tienes que estar gestionando la costa todo el rato, mientras que cuando estás mar adentro, o en el Pacífico Sur, tienes información meteorológica y puedes poner el barco más o menos donde crees que va a haber buenas condiciones, pero sin pasarte. En cambio, cuando estás rodeando esquinas es más complicado, son auténticas ratoneras, es un lío, pero es la única manera”.
Ahora os acercáis menos a la Antártida, pero pasáis más tiempo en el Ecuador…
“Antes sólo cruzábamos los Doldrums (las calmas ecuatoriales) dos veces, en el Atlántico, pero ahora, al subir a Abu Dhabi, volvemos a pasarlos otra vez. En el Ecuador te puedes encontrar chubascos de 30 o 40 nudos lloviendo, e incluso granizando, con mucho calor. Un cumulonimbo grande hace que baje la lluvia y el granizo de 30.000 pies. Te baja una columna de aire desde muy arriba y llega a granizar. Baja muy fría. Además estás sometido al sol, al agua salada, y no tienes ducha. Si tienes una piel delicada lo pasas muy mal. Los problemas dermatológicos puede ser de lo más duro”.
¿Y cómo se siente uno en Point Nemo, el punto más alejado de tierra firme del planeta?
“Está 2.500 millas (4.630 kilómetros). No hay ni una isla, ni nada. Pasamos siempre muy cerquita, a 100, 200 millas. Y no hay nadie, sólo animales. Así que, por definición, porque no hay nadie, si todo va bien, puedes estar lo más tranquilo del mundo. Pero por esa misma razón también puedes tener el mayor problema del mundo, porque si estás en un apuro nadie te puede ayudar, sólo otro competidor si está cerca. Es un contraste muy grande. Así que es una mezcla de tranquilidad, pero también deseando que todo vaya bien. En realidad, hay muchos puntos en los que estamos fuera del alcance de un helicóptero, que son 300, 400 millas, 500 como mucho de tierra, y donde cualquier tontería que te pase se complica. En tierra cualquier lesión tonta te la curan en el hospital a 20 minutos, pero en medio del mar, igual tardas una semana”.
Este año navegas con uno de los patrocinadores que más está apostando por la Volvo Ocean Race, Abu Dhabi Ocean Racing. ¿Estáis entre los favoritos?
“Es muy buen patrocinador, es la segunda vez que hace la vuelta y los que han hecho la campaña anterior están muy contentos, se están volcando con la vela. Nos están dando todo lo que necesitamos para intentar ganar. Me incorporé al equipo en marzo, la preparación ha sido intensa, hemos navegado bastante, el navegante decía que 14.000 millas, casi la mitad de una Volvo Ocean Race. Conocemos el barco, nos conocemos todos, y eso es importante porque hay gente de muchos sitios, y tienes que navegar como un equipo. Todo el mundo se está preparando para ganar, pero las diferencias serán pequeñas”.
¿Sigues teniendo la ilusión de la primera vez?
“Si no tienes ilusión mejor no venir. Hay que tener ganas y prepararse lo mejor posible para hacerla, tanto física como psicológicamente. Como es una regata extrema, te puedes encontrar de todo, tienes que estar preparado para intentar salir lo mejor posible de la peor situación. Si no tienes ilusión ni ganas, mejor quédate en casa. En cuanto a las situaciones difíciles…Mejor aprender de ellas y no recordarlas mucho más, si no acabas por dejar de navegar en esta regata. Hay que recordar los buenos momentos. Conseguir ser segundo en la edición anterior, los pódiums con el delta Lloyd, y sobre todo la primera con el Galiza Pescanova, todos españoles, es el mejor recuerdo que tengo”.